En Venezuela, las primeras horas del 29 de julio semejaron a las de un día feriado. Muy poca gente en las calles y pocos comercios abiertos, principalmente ferreterías, farmacias y supermercados.
Nada parecía indicar que eso iba a cambiar.
Fue una noche larga: a las 12:10 am el Consejo Nacional Electoral dio por ganador de las elecciones a Nicolás Maduro, lo que lo convertiría en presidente del país hasta el año 2031.
Los resultados, dijeron, los daban con un 80% de los votos escrutados y le daban la victoria al actual mandatario con 5.150.092 votos (51.20%). Según sus datos, Edmundo González Urrutia, el candidato unitario de la oposición, consiguió 4.445.978 votos (44.2%), en un proceso con un 59% de participación.
A la 1:00 am hablaron González y María Corina Machado, la principal líder de la oposición, en una transmisión conjunta. “Queremos decirle a toda Venezuela y al mundo entero que Venezuela tiene un nuevo presidente electo”, dijo Machado. “Es Edmundo González Urrutia”.
En ese momento, Machado le pidió a los familiares de los observadores electorales que fueran a acompañarlos y que no se movieran del lugar de votación hasta contar el último voto. “Ahora nos corresponde a todos defender la verdad, cada venezolano debe defender lo suyo”, aseguró.
Según las cifras que maneja la oposición, Edmundo González tenía 70% de los votos frente a un 30% de Maduro.
Reacciones internacionales
Casi de inmediato empezaron a llegar las reacciones internacionales. El primero fue el presidente chileno, Gabriel Boric, quien dijo que “desde Chile no reconoceremos ningún resultado que no sea verificable”. Le siguió Costa Rica diciendo que “repudiaba categóricamente” la proclamación de Maduro y que la consideraba “fraudulenta”.
Declaraciones similares no han parado de llegar. Argentina desconoció los resultados, Paraguay pidió verificación de todas las actas, Uruguay resaltó la “falta de transparencia”, los expresidentes de centroderecha de América Latina y España dijeron Maduro intentó “usurpar el poder mediante la manipulación de las elecciones”, Panamá retiró a su personal diplomático y una reunión urgente fue solicitada a la OEA por nueve países de la región.
El primero en felicitar a Maduro por su victoria fue el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, “saludando la gran victoria que ese pueblo heroico entrega al comandante eterno (Hugo Chávez), en su cumpleaños”.
Le siguió la presidenta de Honduras, Xiomara Castro. En el mismo grupo están Bolivia, Cuba, China, Madagascar e Irán.
El día después de las elecciones
Luego de varias horas de suspenso, cerca de las 11:00 am se empezaron a escuchar las primeras cacerolas. Los primeros reportes llegaron desde Petare, el barrio pobre más grande del país. “En mi barrio están poniendo el discurso de anoche de María Corina a todo volumen”, se podía leer en los grupos de WhatsApp.
La acción fue rápidamente replicada: las cacerolas empezaron a sonar en las urbanizaciones aledañas y, en poco tiempo, los reportes de cacerolazos se empezaron a convertir en reportes de protestas.
Mientras eso pasaba, Maduro era proclamado nuevo presidente en la sede del Consejo Nacional Electoral, a pesar de que los datos finales nunca fueron compartidos y su sitio web está caído desde el anuncio del primer boletín. Con el pasar de las horas, y gracias a denuncias de la oposición y periodistas especializados, nos enteramos de que el boletín que Elvis Amoroso, la cabeza del CNE, leyó anoche, no fue impreso en la Sala de Totalización, como indica la ley, sino en su oficina.
“En Venezuela ayer se dio la batalla definitiva contra el fascimo en estas tierras, y la ganamos. Le ganamos al facismo, al odio, a los demonios y demonias le ganamos”, dijo.
También hizo énfasis en la teoría que horas antes había presentado Tarek William Saab, Fiscal General de la República: un supuesto ataque informático contra el poder electoral procedente de Macedonia del Norte y organizado por los opositores María Corina Machado, Lester Toledo y Leopoldo López.
A la hora de esas declaraciones, las protestas alrededor del país aumentaban en intensidad y cantidad, aunque principalmente de forma pacífica. Una constante fue intentar tumbar las vallas de campaña del gobierno, como se registró en al menos cinco ciudades. En Coro, una ciudad costera en el occidente del país, los manifestantes derribaron una estatua de Chávez.
La siguiente declaración del oficialismo vino de la mano de Yvan Gil, el canciller: acusó a los gobiernos de Argentina, Chile, Costa Rica, Perú, Panamá, República Dominicana y Uruguay de “injerencistas” y expulsó a esos cuerpos diplomáticos.
Aunque con algo de represión, las protestas a lo largo del país continúan. Tienen una gran diferencia con las protestas luego de elecciones anteriores: estas no fueron convocadas por nadie, surgieron de forma totalmente orgánica. De hecho, Machado no ha vuelto a hablar públicamente. Su próxima alocución está pautada para las 6:00 pm.
Nuevamente se espera una jornada larga, aunque, ojalá, más pacífica que la de anoche. En Táchira, en medio de los ataques de los colectivos armados a los testigos que buscaban resguardar las actas de votación, fue asesinado Julio Valerio García, de 40 años. También hubo cinco heridos.
A la misma hora que periodistas independientes confirmaban la noticia, el general Vladimir Padrino López aparecía en televisión para decir que la jornada había sido “un proceso bonito, de paz”.