Hace dos años, el arquitecto Víctor Gubbins dejó de ir todos los días a la oficina que tiene con su hijo Pedro. Sigue yendo, dice, pero más a visitar que a trabajar. Hoy, a los 85, prefiere más bien ocupar su tiempo en su casa en Tunquén y en dictar talleres y participar de evaluaciones en la Escuela de Arquitectura de la UC. "Si uno siempre ha trabajado es muy difícil parar de moverse, leer, conversar, de aceptar invitaciones, eso es difícil. El CEP me convida siempre a conferencias, me convidan a la Católica a presentaciones sobre arquitectura", cuenta.
El arquitecto dice que esta inquietud partió de joven, cuando a los 19 años empezó a trabajar. Luego se vino de Valparaíso a Santiago, donde conoció arquitectos importantes, como Emilio Duhart, quien lo ayudó a irse becado a Francia. En ese país estuvo siete años trabajando en una oficina. "Cuando has trabajado harto es difícil dejar de hacerlo. Si hoy alguien me dijera que hiciéramos un proyecto, a lo mejor aceptaría. Uno se vuelve más personal", explica.
-¿Cuesta seguir a esta edad?
-Sí. Yo no tenía idea que tenía tres arterias, y no dos, que llegan al corazón. No creí nunca que me iban a poner un marcapasos, y nunca antes me habían operado. Con los 80 años llegaron esas cosas. Puede ser que también se canse más uno.
-Y las cosas buenas, ¿cuáles son?
-Lo mejor de estar vigente es que uno sigue viviendo en este planeta y no está confinado a una pieza o una cama. Mis compañeros de generación se están muriendo, también mis alumnos de la universidad. Por eso uno empieza a conversar con generaciones mucho menores, en un taller que hice el año pasado trabajé con una arquitecta de 35 años. ¡50 años menos que yo! Nos entendimos perfecto.
-¿Es ir contra la corriente?
-No, uno aguanta lo que puede nomás. La mayoría de los que tienen esta edad no siguen probablemente porque tienen enfermedades. Es muy fácil encontrar gente de 85 años enferma porque no han tenido una vida sana, tanto en lo físico como en lo mental. Los viejitos que andan en la calle no son tan viejitos, no tienen 80 y sin embargo están así por la vida que han llevado. Lo que marca la diferencia para llegar sano a esta edad es lo físico y lo mental. Yo caminé mucho durante mi vida, ése es mi deporte.