Los misterios en el universo abundan. Y es que, a pesar de los descubrimientos que vamos conociendo día a día, nadie sabe con certeza qué más existe fuera de los límites del conocimiento humano, pero muchos están convencidos de que en el vasto campo de estrellas, cometas y planetas, no estamos solos.
Una de las mayores incógnitas en la ciencia son los destellos de ondas de radio (FRB), unas ráfagas breves e intensas que son muy difíciles de explicar por los astrónomos, pues no existe un consenso sobre su origen. Pero un observatorio en Canadá ha detectado distintas frecuencias que parecen formarse en una localización similar, lo que, afirman, “no puede ser una coincidencia”.
¿Qué son y de dónde vienen las señales de radio?
Un radiotelescopio del observatorio Canadian Hydrogen Intensity Mapping Experiment (CHIME) logró detectar más de 1.000 fuentes de ondas de radio hasta la fecha. Sin embargo, entre los años 2019 y 2021, evidenciaron 25 señales cósmicas repetitivas que provenían de un mismo lugar.
¿Cómo un telescopio podría ver estas señales? Estos fenómenos, las ondas de radio, son como estallidos que emiten más energía en un milisegundo que el Sol en tres días. Esto quiere decir que, a través del lente del telescopio bautizado como CHIME/FRB, se ven pequeños destellos desde “muy lejos de la Vía Láctea”.
Los FRB, las señales que “estallan”, fueron descubiertos por primera vez en el año 2007. Desde entonces, han causado gran admiración en la comunidad científica, pero también mucha confusión al intentar explicarlos.
La sospecha de los científicos es que la fuente de los FRB pueden ser las sobras de las explosiones estelares, pero todavía no se ha confirmado su veracidad. Sin embargo, este descubrimiento es una pista más para resolver el misterio y “estudiar los entornos en los que ocurren estas explosiones”.
Los astrónomos han descubierto que la mayoría de estas señales solo han estallado una vez y el restante, se han visto estallar varias veces en repetidas ocasiones, lo que aumenta todavía más la incógnita, pues no entienden por qué algunas se repiten y otras no.
Lo que sí saben es que esas 25 detectadas que se han dado repetidas veces, no son una coincidencia. Para ello, ahora están empeñados en “encontrar más fuentes repetidas” para lograr determinar su localización.