La ambigüedad reina en lo femenino. Eso, según Virginia Ungar -psicoanalista argentina y primera mujer en presidir la Asociación Psicoanalítica Internacional creada por Sigmund Freud en 1910-, porque el concepto está en construcción. Es un fenómeno interesante, sobre todo en tiempos de auge de movimientos feministas, y será el tema central del congreso más importante del gremio que se realizará en julio en el Queen Elizabeth II Centre de Londres. Ungar, que estuvo recientemente en Chile en una conferencia con la Asociación Psicoanalítica Chilena, adelanta parte de ese diálogo.
-¿Por qué es importante conversar hoy sobre lo femenino?
-Pensamos hacer el congreso en Londres bajo esta temática porque lo femenino se despliega en múltiples escenarios y se puede abordar desde distintos ángulos y en diferentes espacios. Tenemos que estar atentos a los debates del momento, a la cultura del momento, y me parece que tenemos mucho por aportar. El psicoanálisis debe generar una apertura a pensar, a debatir, a observar la realidad y tomarla en cuenta.
-Dice que es un término en construcción, pero ¿qué es lo femenino para usted?
-No tengo una definición sobre lo femenino, no es fácil. Si lo abordo desde el psicoanálisis tendría que empezar a mencionarte autores psicoanalíticos. Desde otros campos tampoco es sencillo establecer lo femenino, porque lo más común es que se entienda "femenino" como oposición a lo "masculino" dentro de un binarismo que está siendo muy cuestionado ahora.
-Si no hay definición, ¿cuál es el objetivo de hacer un congreso con esta temática?
-Queremos abrir el debate y retomarlo desde el psicoanálisis, porque hasta Freud es cuestionado por su concepción de la feminidad y su teoría de la sexualidad. Hoy esta teoría ha avanzado, al igual que las teorías de género. Aquel que no se siente confortable por una etiqueta incluso puede crear otra. Es un tema de debate actual.
¿Freud misógino?
- Por primera vez la Asociación Internacional de Psicoanalistas tiene a una mujer en la presidencia. ¿Tiene que ver con plegarse al cambio que promueve que mujeres ocupen ciertos espacios de poder?
-No lo creo. Se dio naturalmente. Hubo mujeres, pocas, que postularon. Justamente yo hablé en una conferencia sobre el techo de cristal, que es un concepto de la teoría feminista que habla de un techo invisible, pero que pone un tope no sólo en la brecha salarial, sino que también a la hora de ocupar posiciones de poder. De eso soy consciente e implica para mí una gran responsabilidad.
-¿Qué importancia tiene el género en una asociación creada por Freud, cuya teoría ha sido históricamente cuestionada por ser considerada falocéntrica?
-Pienso que no se pueden separar ninguna de estas concepciones de los contextos históricos. No puedo pensar que el psicoanálisis, que nació en plena era victoriana, pudiera en su momento concebir una mujer en una posición así dado que lo natural era que el hombre era el centro de la configuración. Por otro lado, criticar a Freud, considerando cuál era su época, me parece un poco liviano. Creo que la posición clave del psicoanálisis tiene que ser de cuestionar con respeto, pero también repreguntar. Vivimos en una época donde la cultura es completamente distinta, la crianza de los niños es distinta.
-Cuando Freud hablaba sobre la envidia al pene o cuando afirmó que la mujer era un hombre incompleto, ¿usted cree que estaba obedeciendo a la época?
-Creo que los tiempos han cambiado; los criterios de filiación, la crianza de los niños por parejas homosexuales, incluso por configuraciones monoparentales, la tecnología y el avance en la fertilización asistida. Imagínate que ya no es más necesario un hombre o una mujer para hacer un niño. Yo soy psicoanalista de niños, y cuando llegó el momento de asistir a un niño que estaba criado por una pareja de hombres, ¿qué tuve que hacer? Lo que creo que tienen que hacer todos: repensar mi posición en el contexto actual y mis prejuicios. Y si hoy me preguntas cómo me lo tomo, te digo que con toda la naturalidad que puedo, porque empezaron a llegar a la consulta.
-¿Entonces el origen del psicoanálisis ha evolucionado con el tiempo?
-Yo veo un cambio enorme, sobre todo en el área que trabajo yo que es con los niños. Ellos no tienen que hacer esta labor de desconstrucción que, por ejemplo, mi generación hace. Hoy a los niños chicos no les preocupa si alguien tiene dos papás. A lo mejor preguntan algo, pero lo toman con naturalidad, aunque debo decirte algo que mencioné cuando di la conferencia en la Asociación Psicoanalítica Chilena: estamos teniendo muchas consultas de niños prepúberes de diez años que te dicen que vienen a consultar porque no saben si son gay o no. En alguna medida esto está de moda.
Ni hipermachos ni minimujeres
- ¿El feminismo entra en el debate de lo femenino?
-Claro que entra.
-¿Y cómo se posiciona usted en el mapa feminista?
-Me gusta todo lo que ha surgido, aunque a veces me parece que se cometen excesos o se toman posiciones muy polarizadas. Algunas radicales, muy agresivas o violentas con las que nunca voy a estar de acuerdo. Sí siempre voy a estar de acuerdo con que nos sentemos a pensar. El movimiento contra el femicidio que se inició en la Argentina se replicó en todas partes del mundo. De eso no se vuelve hacia atrás.
-En el debate sobre lo femenino, ¿usted dónde sitúa a los hombres?
-Una persona mucho más joven que yo te preguntaría por qué estás diferenciando hombre y mujer. Es cierto que el hombre se ha incorporado cada vez más a estos movimientos masivos. El hombre está a la par y yo creo que cada vez más. Y el hombre que cuenta también con aspectos femeninos, si es capaz de utilizarlos de una manera creativa, es fantástico.
-En la última marcha del 8 de marzo en Chile se discutió mucho si debía ser separatista o no. El llamado era "hombres, este es nuestro momento". ¿Cómo abordarán eso en el congreso?
-Me parece interesante ese debate, porque estamos hablando de sociedades patriarcales y la sociedad sigue organizada bajo ese modelo. Este tipo de conversaciones van a hacer que esto cambie. En el congreso por supuesto que hombres y mujeres van a estar a la par. Pero también hay un mensaje: invitamos a una mujer que es una gran pensadora para dar la conferencia de apertura, Julia Kristeva. No hay una mirada que sobreponga a la mujer.
-¿El hombre está siendo afectado por el movimiento feminista?
-Algunos hombres sí, algunos creo que se persiguen y tienen -usando mi léxico de psicoanalista- angustia persecutoria. Y te diría que el psicoanálisis lo que va a decir es que detrás del odio hay también envidia. No te digo que todos los hombres tienen envidia, aunque creo que detrás del odio a la mujer hay mucho miedo. Eso es lo que hay: miedo. Mucho miedo.
-¿A qué le pueden tener miedo los hombres? ¿A ser acusados, a ser interpelados?
-Como en toda época fundacional, siempre hay excesos. Como psicoanalista, si ese hombre tiene miedo me dedicaría a pensar por qué tiene ese temor a ser acusado de algo que a lo mejor ni pensó. Creo que hacen bien al tener cuidado, porque muchos han tenido muy poco cuidado. El año pasado participé en una conferencia en Estados Unidos sobre misoginia y fue muy interesante, porque hubo una presentación de un hombre que viene del mundo de la publicidad y habló sobre la hipermasculinidad; es decir, cómo desde la publicidad se incita a ser hombre de una manera donde se exalta el poder, la fuerza, los músculos, la violencia, el beber. Eso es una caricatura.
-¿Pasa con la hipermasculinidad lo que pasa tambien con "lo femenino" -que se está resignificando y que antes estaba asociado a aspectos más superficiales de la mujer-?
-Es lo mismo. Y estos estereotipos van a demorar tiempo en irse. Siempre pongo de ejemplo el cuento de Cenicienta, cuando el príncipe se queda con el zapato de cristal y al día siguiente le prueba el zapato a todas las mujeres del reino sin fijarse en su tamaño hasta que encuentra un pie que pertenece a una mujer delgada, bonita, blanca, rubia y con un pie diminuto. Ese es un estereotipo de belleza todavía vigente. Y trae trastornos de alimentación y muchas cosas.
-Eso lo describe Virginie Despentes en Teoría King Kong: cómo las mujeres han vivido aplacadas por estereotipos que surgen de la subjetividad masculina. ¿Cómo se derriba eso?
-Ha habido un cambio al respecto, incluso con cómo miramos a los hombres hoy. Ya no sólo debe tener respeto por la mujer, sino que estar dispuesto a compartir de igual a igual, a emplear mujeres aunque se puedan quedar embarazadas. Tienen que ser personas que hagan prevalecer la posibilidad de pensar, de debatir, de escuchar. Se parte de a poco, pero vamos por muy buen camino.