¿Voyeurismo o solo diversión? Por qué el reality Gran Hermano es tan adictivo
Gran Hermano es el primer reality de la televisión chilena que permite ver a los participantes 24/7. ¿Hasta qué punto es sano disfrutar de este tipo de programas?
Con trajes de época, entrenando como militares o viviendo una vida en la granja, los reality shows se han tomado las pantallas de los chilenos desde inicios de los 2000. Y la fiebre no para, pues desde comienzos de julio se estrenó Gran Hermano en Chilevisión, donde 18 personas deben convivir en una casa, aislados del resto del mundo.
Sin embargo, el nuevo programa tiene una particularidad, y es que, por primera vez en la historia, el espectador es su propio director: ya no tiene que esperar al show de la noche para ver qué está pasando en la casa, sino que puede observar a los participantes 24/7, desde cualquier dispositivo, a la hora que quiera. Sí, incluso hasta cuando están dormidos.
Pero, ¿qué tiene Gran Hermano que lo hace tan adictivo? ¿Hasta qué punto es sano seguir un reality show, en especial uno que se puede ver todo el día? ¿Puede influir negativamente en el espectador?
Especialistas de distintas áreas conversaron con La Tercera para descifrar el misterio detrás de un porcentaje de la población que dedica horas observando a 18 desconocidos.
¿Por qué a las personas les resulta tan llamativo ver un reality show?
—En los realities está lo inesperado. Puede pasar cualquier cosa, ya que no hay libretos—comienza a explicar Rodrigo Larraín, sociólogo y académico de la Universidad Central, a La Tercera.
El experto cree que los personajes de este tipo de programas son “héroes como cualquiera de nosotros”, porque derechamente no son actores ni ídolos musicales o deportivos que han dedicado mucho tiempo para lograr la posición en la que están. Así, es más fácil que una persona se sienta representada por alguno de los participantes y que, por ende, quiera seguir su historia.
Con lo anterior también coincide Sebastián González, crítico de cine y académico de la Facultad de Comunicación de la Universidad de los Andes, quien en conversación con LT añadió que el morbo también forma parte de la ecuación a la hora de querer ver un reality.
—Principalmente, el reality show juega con la falsa ilusión de que cualquiera puede estar en la televisión, cualquiera puede ser una estrella por haber salido del reality—señala González.
—Siempre está un poco el morbo, de saber qué es lo que va a pasar. Tiene que ver con el cahuín (chisme), a la gente le interesa eso. Por esto, poder ver a personas que están encerradas 24/7, ver sus actividades diarias y nocturnas llama la atención.
Además, en el caso de Gran Hermano, Chilevisión apostó por un contenido multiplataforma. Es decir que el espectador no debe esperar a que sean las 10:30 de la noche y encender la televisión para poder saber lo que pasó en la casa y con su participante favorito.
En cambio, puede ver todo lo que hacen, sin filtro y como si fuese un protagonista más (a través de Pluto TV) desde cualquier dispositivo y en el lugar que quiera.
—Poder ver este programa de forma permanente calza bien con un público que está conectado todo el día a las redes sociales. Es lo imprevisto que puede ocurrir y del cual soy testigo directo. Tengo un “saber de primera mano” y puedo compartirlo tempranamente con mis contactos. Una especie de “golpe noticioso”—explica el sociólogo Larraín.
El juego con las emociones del espectador: los impactos negativos de los reality shows
Carolina Masson, psicóloga de la Clínica Universidad de Los Andes, explica que los realities pueden generar las ansias de formar un mundo al que no pertenecemos.
—Nos hace reflexionar sobre qué haríamos o no en situaciones, cómo responderíamos a ciertas experiencias. Si yo me empiezo a vincular con un personaje del reality, me interiorizo en su vida. Comienzo a entender y preocuparme de lo que vive—dice la especialista a LT.
En esta línea, la especialista asegura que la emocionalidad o percepción de los jóvenes o adultos que ven estos programas podría verse afectada. Masson ejemplifica que si una persona que está en el reality no se adecúa a “mi sistema de valores o creencias”, lo más probable es que se genere rechazo, resistencia y que ciertos comportamientos de ese participante genere estados de ansiedad, angustia e irritabilidad.
—Ahí, en el fondo, hay que preguntarse qué es lo que disfruto de estos realities y qué es lo que me provocan. ¿El contenido realmente es algo que me hace sentir tranquilo? ¿Me aporta? ¿O realmente me inquieta?
González, por su parte, argumenta que, al estar viviendo en una época donde hay mucha tensión por los conflictos en Europa y la crisis económica en todo el mundo, ver un contenido más ligero como un reality puede incidir positivamente para “relajarse y salir de lo cotidiano”.
Y es que se suelen dar situaciones muy emocionales que, si bien algunas pueden ser positivas y divertidas, otras tienen una carga más negativa, como las discusiones, peleas y llantos que abundan en las narrativas de los protagonistas.
De esta manera, la psicóloga explica que, si bien no todas las personas reaccionan igual al ver situaciones problemáticas externas, hay quienes reciben un impacto emocional muy fuerte y que no están en condiciones para consumir este tipo de contenido.
—Algunas personas pueden estar pasando por situaciones súper complejas y quieren ver un reality por distracción, pero se encontrarán problemas que vuelven a colocarla en su estado de estrés.
Además, Masson identifica que hay espectadores que tienen la necesidad de ver el reality todo el tiempo, por alguna situación emocional: hay quienes pueden tener un trastorno ansioso y necesitan saber qué está pasando, y también personas más obsesivas y controladoras.
—La recomendación es que las personas utilicen plataformas en horarios adecuados, que se limiten, y que haya espacios de conversación. Esto es algo positivo, hablar sobre las situaciones que ocurren y generar puntos de vista distintos para tener un debate y no quedarse con una sola perspectiva de lo que pasa en un reality. Generar una visión de análisis, pensamiento crítico y de reflexión.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.