Durante muchos siglos, la existencia de un continente era completamente desconocida para toda la humanidad. Estaba oculto bajo el Océano Pacífico, por lo que no era visible. Se estima que se separó de Asia hace casi 85 millones de años, y con el paso del tiempo, más del 90% de esa extensión terrestre quedó sumergida en el agua.

A ese continente se le llamó Zealandia, nombrado de esa manera por el geofísico Bruce Luyendyk en 1995. También se le conoce en menor medida como Tasmantis. La mínima parte de tierra que alcanzó a sobrevivir es lo que hoy compone a las islas de Nueva Zelanda y Nueva Caledonia, que corresponde al 6% del continente.

Si bien desde hace años que se ha mencionado la posibilidad de que sea llamado el octavo continente, todavía eso no se ha conseguido.

Ha sido más bien durante los últimos años que los científicos han podido descubrir más de este misterioso sitio en el mundo. Lo que se sabe es que corresponde a una corteza continental totalmente unida, que su extensión alcanza los 5 millones de kilómetros cuadrados -lo que la hace tan grande como la India- y que antiguamente era parte del supercontinente Gondwana.

Ahora, una investigación publicada a mediados de septiembre en la revista Tectonics permite descubrir nuevos detalles sobre la historia de esta porción de tierra.

Qué hallaron los investigadores sobre Zealandia, el continente escondido en el mar

Un equipo de geólogos del GNS Science, liderado por el científico Nick Mortimer, buscó completar la cartografía de dos tercios de Zelandia y generó un refinado mapa con el objetivo de generar mayor conocimiento sobre el origen de este continente. De esa manera, lograron sumar la información de tres millones de kilómetros de porción terrestre sumergida en el océano, que hasta ahora, era desconocida.

Las islas de Nueva Zelda y Nueva Calcedonia componen la parte terrestre que sobrevivió al hundimiento.

Para hacer su estudio, los especialistas describen que se dedicaron a recolectar muestras de diversas rocas desde Fairway Ridge hasta el mar del Coral, que integran a la zona submarina de Zelandia.

Luego, procedieron analizar su composición química y datarlas. Ahí los geólogos descubrieron que las areniscas tenían alrededor de 95 millones de años, otras mezcladas con granito y guijarro volcánico de hace 130 millones de años y basaltos un poco más recientes en comparación a las otras rocas, pues presentaron una data de 40 millones de años.

Todos esos datos, sumados a información de investigaciones anteriores, ayudaron a que los científicos pudieran hacer un mapeo geológico de reconocimiento terrestre y marino de todo el continente de Zelandia, que ya ha logrado ser completado.

“La datación de las rocas y la interpretación de las anomalías magnéticas permiten mapear las principales unidades geológicas en el norte de Zelanda. Este trabajo completa el mapeo geológico de reconocimiento marino de los cinco millones de kilómetros cuadrados del continente Zealandia”, describen en el estudio.

En años anteriores, los científicos de GNS Science habían realizado otros estudios sobre la zona sur de Zelandia con el mismo fin: hacer un mapeo geológico de reconocimiento terrestre y marino para comprender más sobre cómo surgió este continente.

Se ha planteado la posibilidad de que Zealandia sea nombrado el octavo continente, pero eso aún no se concreta.

En el reciente estudio de Tectonics también se plantea lo que podría haber ocurrido con los cambios que Zealandia enfrentó con el paso del tiempo. Según el sitio Science Alert, los investigadores hallaron ciertos patrones en común con la Antártica Occidental, por lo que creen que Zelandia habría sufrido una subducción de sus placas. Esto habría ocurrido en lo que hoy se conoce como meseta Campbell.

Otra gran interrogante era cómo Zelandia alcanzó un estiramiento considerable de su corteza terrestre y que posteriormente terminó en que se hundiera la mayoría del continente.

Los científicos de GNS Science sugieren que entre 80 y 100 años la dirección del estiramiento varió hasta por 65 grados, por lo que creen que eso fue lo que generó grietas que dejaron que ingresara agua del océano, y más tarde, que el continente quedara sumergido casi por completo, solo dejando visible lo que son las islas de Nueva Zelanda y Nueva Caledonia.