Geología con paleontología, psicología con informática o matemáticas con biología: hoy la ciencia es colaborativa
Las nuevas generaciones de académicos, investigadores y científicos relatan cómo las distintas disciplinas científicas actualmente dialogan permitiendo globalizar y ampliar la información y el conocimiento.
Para medir la evolución del agujero de ozono, los científicos utilizan la química atmosférica, que combinada con la climatología, permiten entender mejor la evolución de este fenómeno, explica Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago.
Katja Deckart, directora del Departamento de Geología de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, añade otro ejemplo de este cóctel científico. “La geología y la paleontología son ciencias que pueden ser estudiadas de manera individual, pero se requiere de conocimientos en estratigrafía y sedimentología, ramas de la geología, para poder combinar ambas y poder realizar interpretaciones paleontológicas”.
Se trata de dos casos, entre muchos, que dan cuenta del trabajo colaborativo realizado por parte de un área o disciplina, la que finalmente ayuda a otra a llevar a cabo un proceso de investigación científica.
Esta combinación marca una gran diferencia generacional en cómo se hacía ciencia hace algunas décadas, respecto a cómo se hace hoy. Un referente internacional es Pavel Tomancak, investigador en biología celular del Instituto Max Planck de Alemania. Tomancak realiza trabajos científicos sobre el desarrollo de modelos animales para determinar patrones evolutivos y es uno de los promotores de un “software open source” para compartir avances entre científicos de manera online, abierto a toda la comunidad. Permite visualizar imágenes, medir elementos y transformarlos, entre otros procesos.
Los mayores de 45 años (o 50), que estudiaron y comenzaron trabajando sin internet o sin redes sociales, se criaron y comenzaron su experiencia en el campo laboral bajo otros parámetros que las generaciones actuales, quienes desde un principio han contado con un mayor número de herramientas de trabajo.
Bajo esta lógica se cimenta la ciencia colaborativa. Estudios e investigaciones ya no se atribuyen exclusivamente a un solo campo, se trabaja de manera interdisciplinaria. Geólogos trabajan con paleontólogos, y éstos con historiadores. A su vez, un climatólogo puede trabajar con un médico o un profesional de las comunicaciones. Muchas disciplinas intervienen en temas, que de pronto, no parecían totalmente de su competencia.
Hoy los científicos dialogan en línea, todo está al instante de manera online. Las redes sociales ayudan en esta fórmula. La ciencia de la biblioteca se ha visto superada por la ciencia del internet. La posibilidad de compartir un paper en pocos segundos a miles de kilómetros de distancia, es un elemento imposible de comparar con prácticas de antaño. Hoy en día todo está al alcance de la mano, con toda la información disponible en cualquier instante.
Ahora, la ciencia y los científicos, ayudados y apoyados en la tecnología, trabajan de manera conjunta, de forma colaborativa.
José Miguel Piquer, académico del Departamento de Ciencias de la Computación de la U. de Chile desde 1986, Premio Nacional de Telecomunicaciones 2015 y creador del primer sitio web en Chile, ha sido testigo de esta transformación. “Una de las primeras experiencias de transformación digital en la investigación académica fue cuando llegó internet. Aunque la ciencia siempre fue colaborativa e internacional, la colaboración a distancia era muy difícil y lenta, particularmente para los países en vías de desarrollo”.
Piquer añade que la posibilidad de cooperar en línea, entre laboratorios geográficamente distantes, “ha revolucionado nuestra forma de trabajo. Algunos ejemplos son impresionantes, como la detección de ondas gravitacionales que involucran instrumentos en todo el planeta”. Y en forma mucho más simple, aclara Piquer, “el conformar grupos de investigación distantes es cada vez más común, y permite hacer un trabajo que antes era impensable”.
Máximo Quitral, historiador y académico de la Universidad Tecnológica Metropolitana, señala que internet ha facilitado y fomentado la investigación. Explica que la mayoría de las revistas científicas están en internet y se puede acceder (en gran parte) de forma gratuita a muchos de los artículos. Agrega que en las redes sociales hay cuentas oficiales que alojan declaraciones. “Asimismo, hay figuras públicas que también utilizan las redes sociales y se transforman en una fuente de investigación y de consulta. También contribuyen a ampliar las fuentes, democratizar el conocimiento y eso es valorable desde el punto de vista de la ciencia”.
Jyh Kae Nien, director de Docencia y Desarrollo de Clínica Dávila, da otro ejemplo. Para el Covid-19, señala, en menos de un mes el virus ya estaba secuenciado y tipificado, y disponible en cualquier parte del mundo, por lo que en menos de un año las estrategias de desarrollo de fármacos de prevención y terapia, como las vacunas, ya estaban en curso.
Nien dice que el último informe elaborado por la ONU sobre cambio climático, se forjó por el intercambio de múltiples disciplinas. Y la pandemia consolidó este intercambio, “a través del aumento del uso de internet, que permitió organizar reuniones internacionales cuando y donde uno quería, lo que antes no se había podido realizar, porque no existían suscripciones a sistemas de videoconferencias. También las redes sociales apoyan a la divulgación de distintos eventos, fenómenos o simplemente hechos”.
La Nasa también ha implementado esta forma de trabajo. Recientemente contrató a una empresa externa (Leidos) para apoyar los programas de ciencia, ingeniería, operaciones y gestión de proyectos en el Centro de Investigación Ames en Silicon Valley, California (EE.UU.).
¿En qué consiste? El trabajo incluye proyectos de desarrollo de vuelo de biociencias, el que considera la implementación de misiones, desarrollo de instrumentos y avances tecnológicos. Además, programas de ciencia colaborativa, en áreas como astrobiología e institutos virtuales, proyectos de investigación aeronáutica y apoyo para varias oficinas.
Antiguas tecnologías vs. nuevas tecnologías
Piquer, responsable también de la primera conexión a la red en Chile, recuerda sus inicios en la investigación “a la antigua”. “En mi tesis de magister, en 1986, fui a la biblioteca de la facultad, busqué mis temas de interés en un ‘cardex’, que eran archivadores de tarjetas descriptoras, ordenadas por palabras clave, y busqué en las revistas que había ahí con artículos que podían interesarme”.
La probabilidad de perderse un artículo fundamental era enorme, señala Piquer. Agrega que en un par de casos, “le pedimos a un profesor conocido en Estados Unidos que nos enviara la fotocopia de un artículo que no estaba en Chile. En 1985 armamos la red UUCP, y tuvimos acceso a mail internacional. Me tocó ver cómo ese simple hecho modificó radicalmente nuestra capacidad de investigación: recibí artículos, compartimos textos y software, en forma digital. Pude avanzar más en un año que lo que había logrado hacer en los tres años anteriores”.
Antes, añade Quitral, “era muy tradicional la búsqueda de información por medio de libros, bibliotecas y diarios. Como no todos estaban alojados en internet, la persona tenía que ir al archivo original, hacer el trabajo de campo de trasladarse a algún lugar para encontrar la información. Y que en algunas ocasiones era largo y engorroso dependiendo de la extensión del material, en archivos históricos de las bibliotecas. En algunos casos, ahora están digitalizados y permiten mejorar y reducir el tiempo de búsqueda”.
Cordero señala que las nuevas tecnologías de comunicación han fomentado y facilitado la transición hacia la interdisciplinariedad, tanto en la formación de profesionales como en la investigación científica. “La formación interdisciplinaria es particularmente necesaria para abordar temas asociados a la problemática de la sustentabilidad”.
Por ejemplo, el cambio climático, la globalización, el cambio demográfico, la suficiencia energética, los impactos ambientales, la pérdida de biodiversidad, entre otros. “Debido a su complejidad y múltiples dimensiones, una aproximación holística a estos temas requiere un enfoque interdisciplinario. Las nuevas tecnologías de comunicación han fomentado y facilitado también el desarrollo de extensas redes de colaboraciones nacionales e internacionales que están, a su vez, favoreciendo la internacionalización de nuestros programas de pre y postgrado, y sólidas colaboraciones con universidades, grupos y centros de investigación internacionales”, agrega Cordero.
El lapso entre el momento en que se descubrían los hechos hasta que el lector los conocía y entendía podía ser de meses, trimestres e incluso años. “Hoy es casi instantáneo. Las redes sociales permiten una coordinación casi inmediata y de forma global. Las tecnologías digitales rompen las barreras idiomáticas, acercando grupos que previamente estaban aislados, permitiendo colaboraciones que antes no eran posibles por distancia y cultura”, establece el académico de Clínica Dávila.
Estamos aprendiendo aún. “La vieja separación de las disciplinas hoy nos está jugando en contra”, reconoce Piquer. “Por ejemplo: si quiero construir un automóvil que sea autónomo y pueda circular ‘manejado’ por un software. Pero necesito entender de tráfico, software, mecánica, física, visión, inteligencia artificial, sensores, sicología, sociología, etc... Sin embargo, se logran mejores resultados con la cooperación, que permite enfrentar problemas reales que son cada vez más complejos. Otro ejemplo es el cambio climático, que probablemente incluye a absolutamente todas las áreas del conocimiento humano”, añade Piquer, considerado el “padre de la web en Chile”.
Mutando hacia la interdisciplinariedad
Cordero recuerda que hasta hace un par de décadas, tanto la formación de profesionales como la investigación científica, estaba fuertemente “compartimentalizada” y organizada en torno a disciplinas que actuaban como recipientes estancos. “Estas estructuras rígidas no favorecían la formación interdisciplinaria. En Chile, aunque aún se requiere adaptar nuestras estructuras universitarias actualmente organizadas en torno a disciplinas, se ha avanzado mucho recientemente con la formación de centros y grupos de investigación fuertemente interdisciplinarios”.
Considera que al involucrar profesores de distintas facultades y departamentos, estos grupos y centros facilitan el trabajo y la investigación interdisciplinaria permitiendo una aproximación integral a problemáticas complejas cuyos impactos socioeconómicos son significativos, como por ejemplo el cambio climático.
Deckart explica que la climatología se puede fácilmente integrar con la historia (reportes sobre eventos vividos por gente en tiempos específicos de interés) y hasta con el arte (pinturas de paisajes de los distintos siglos); “La integración científica es importante para que los temas se apoyan mutuamente”.
A pesar de existir un evidente y claro quiebre generacional (con respecto al desarrollo práctico de la ciencia), a través de la ciencia colaborativa, actualmente se realizan fructíferas investigaciones. Al final de cuentas, y a pesar de las diferencias etarias, el lenguaje es un solo. La ciencia sigue siendo la misma.
Se logran mejores resultados cuando se agrupan distintas ciencias. “Se avanza mucho mejor por las distintas aristas que se discuten/resuelven cuando uno usa miradas desde distintos ángulos”, considera la directora del Departamento de Geología de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile.
Nied cree que la integración de distintas disciplinas es algo que se está llevando a cabo, principalmente entre grandes áreas. “Por ejemplo, en el ámbito de la salud, ya es parte de los centros de mayor desarrollo la investigación en medicina traslacional, es decir, aquella que integra equipos de ciencias básicas, equipos de innovación y desarrollo e investigadores médicos para llevar los descubrimientos hasta el paciente. Sucede lo mismo en otros ámbitos científicos”.
Si bien aún son pocas las interacciones entre distintos ámbitos, por necesidad, “ya se está desarrollando una forma global multidisciplinaria de controlar la pandemia por Covid-19″, argumenta Nien.
Con respecto a la integración de distintas disciplinas, Quitral considera que “esto ha sido importante, ya que las personas buscan en otras áreas elementos que puedan ayudar a contribuir con un debate teórico, por ejemplo, mejorar la metodología, encuadrar de mejor manera la investigación, entre otros. Entonces, ya no basta con la propia disciplina, sino que también hay que mirar otras y hacer mucho más amplia la investigación que ayude a esa dirección”.
La agrupación de distintas ciencias otorga diversos puntos de vista. Nien señala que un problema tiene un origen, “pero muchas veces requiere de múltiples soluciones. Hay situaciones que tienen un origen identificable, pero la forma de contenerlos requiere que distintos actores se involucren y cooperen. En la historia de la humanidad, ya hemos experimentado situaciones similares: los casos del plomo y clorofluorocarbono (CFC), por mencionar algunos”.
Hoy ambos elementos están totalmente eliminados de nuestras vidas porque, señala Nien, “gracias a investigaciones colaborativas de distintas disciplinas científicas, conocemos que estos perjudican nuestra salud y el medio en que vivimos”.
Los programas de formación están crecientemente mutando hacia la interdisciplinariedad. “Es decir, hacia la formación de expertos con conocimientos en diversas áreas de las ciencias naturales y las ciencias sociales, con capacidad de abordar problemas complejos y/o multidimensionales mediante el trabajo multi e interdisciplinario. Un ejemplo de trabajo colaborativo, es la investigación que hacemos en la Antártica, donde la ciencia es colaborativa e interdisciplinaria”, explica Cordero.
La colaboración entre clínicas y hospitales tiene que ver con sus experiencias e intervenciones. Nien establece que “gracias a todos los hospitales del mundo -Chile incluido- hoy se sabe de la seguridad y efectividad de las vacunas y los tratamientos. Del tiempo que llevamos en pandemia, gracias al manejo actual, hoy mueren menos personas que al comienzo; se conocen mejor las secuelas y puntos críticos para clasificar los riesgos de los pacientes; entendemos mejor los cuadros clínicos posibles, etc.”. Aún nos queda mucho que aprender y conocer, “pero ciertamente el método científico y la interacción multidisciplinaria es y será el mejor recurso que tenemos para sobrevivir y mantener nuestro mundo”, añade este último.
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