María José Naudon
Abogada
La contundencia del fracaso del 4 de septiembre puede operar en los derrotados como un moderador o, por el contrario, como un aliciente a creer que se debe “retroceder un paso para tomar impulso”. No es razonable pensar que la identidad de la izquierda más radical ha quedado aletargada o relegada a la periferia.
Visto así el asunto tiene espacio de ajustes y mejoras, pero no estamos frente a una posibilidad real de fraude y tampoco frente a una institución corrupta o cooptada. Lo que hace el diputado es sembrar, muy irresponsablemente, dudas donde no las hay.
Las declaraciones de Jackson no deben ubicarse en el, cada vez más extenso, listado de errores y disculpas del gobierno, pues aquí hay algo mucho más profundo.
El viernes pasado el Presiente Gabriel Boric declaró que de ganar el rechazo el proceso constituyente debía continuar. Se instaló la polémica y con eso el debate de fondo llegó definitivamente a su fin. Llevamos varios días, una vez más, lejos del texto y nada hace pensar que el desplazamiento vaya a ser pasajero. Por el contrario, la discusión sobre el mecanismo en caso de que gane el rechazo, o sobre si quienes votan por él ofrecen una alternativa clara, han terminado por sepultarlo.
Hoy las campañas políticas son verdaderas batallas que usan la información como munición. Dentro de ellas, la imputación de mentir, que se ha transformado en una recurrida estrategia nacional, no solo priva de una discusión de fondo, sino degrada las relaciones humanas, esas que el presidente (que debe serlo de todos los chilenos) debe cuidar con ahínco.
El “octubrismo” ha confundido el todo por la parte y el momento con la historia. A partir de ello ha promovido políticas erradas y ha disociado a la clase política de una ciudadanía cansada de las estridencias y los excesos.