María José Naudon
Abogada
Hoy las campañas políticas son verdaderas batallas que usan la información como munición. Dentro de ellas, la imputación de mentir, que se ha transformado en una recurrida estrategia nacional, no solo priva de una discusión de fondo, sino degrada las relaciones humanas, esas que el presidente (que debe serlo de todos los chilenos) debe cuidar con ahínco.
El “octubrismo” ha confundido el todo por la parte y el momento con la historia. A partir de ello ha promovido políticas erradas y ha disociado a la clase política de una ciudadanía cansada de las estridencias y los excesos.
Tras las declaraciones se cuela la superioridad moral y la soberbia que en una combinación ponzoñosa han campeado durante el proceso constituyente. La CC y las “antiguas instituciones” son igualmente democráticas, aun cuando para algunos convencionales el baremo de legitimidad solo puedan establecerlo ellos mismos.
Más allá de la descripción de lo acontecido, tal vez es conveniente ir más allá de los hechos y preguntarnos por qué Izkia Siches comete este y otros errores no forzados. La primera explicación podemos encontrarla en la vociferancia que algunos de los miembros del gobierno tienen marcada a fuego. Llevar al Ministerio del Interior la lógica gremial.
Muchas de las acciones y declaraciones del gobierno en curso y, en particular, de su Presidente huelen a acción profética. Pero hay algunas que llaman particularmente la atención. La primera es la estrategia de llevar toda respuesta a planteamientos teóricos.
Y así estamos; entrampados en los miedos, las metáforas, las revanchas y la autocensura. Desgraciadamente la solución tampoco pasa por repetir como mantra que se les ha entregado una tarea histórica y que por eso no pueden fallar. Señores: ¡”pueden fallar”!