
María José Naudon
Abogada
Y así estamos; entrampados en los miedos, las metáforas, las revanchas y la autocensura. Desgraciadamente la solución tampoco pasa por repetir como mantra que se les ha entregado una tarea histórica y que por eso no pueden fallar. Señores: ¡”pueden fallar”!
Visto de esta manera, es posible pensar en nuestra Constitución como una obra del barroco sobrio, aquella que enfrenta el clasicismo renacentista, rompe y valora la libertad creativa, pero deja espacios sin cubrir.
La mirada de la sociedad, la política y la economía de Apruebo Dignidad es clara, sin embargo, no podrá avanzar sin los apoyos necesarios. Conseguirlos significa ceder y ese ceder es lo que se ha llamado moderación. Los compañeros de ruta del nuevo presidente, mucho más que él mismo, serán los principales desafiados en este camino.
Más allá de las dudas, si quien triunfe el domingo logra mantener la ruta de la moderación será una buena noticia para el país, sin embargo, el daño que el proceso ha causado sobre el tejido social no será fácilmente reparable y se convertirá en un gran desafío de cara al futuro.
En política la resistencia que ejerce el liberalismo a la social democracia, o el orden al cambio y viceversa es lo que sostiene la posibilidad de seguir adelante. ¿Qué impide ser consciente de esta realidad? El fanatismo; que busca no la conversión racional del otro, sino aspira a terminar con las ideas del otro (e incluso con el otro en casos extremos).
Uno de los grandes problemas en los que parecemos estar inmersos es que nuestras decisiones suelen enmarcarse en la lógica del mal menor, del miedo o la indignación y ninguna de las tres permite mirar el futuro y las decisiones como un superpronosticador.
Fallan los que se dejan envolver por discursos e ilusiones sin exigir racionalidad y argumentos; fallan los que desconocen la historia y el esfuerzo que supone construir un país y una democracia...
Hoy frente a un proceso constitucional en marcha me pregunto si inconscientemente, como muchos de nuestros procesos humanos, no estaremos repitiendo el patrón del trauma. Así como la Constitución del 80 tiene de trastera el miedo, hoy tenemos la indignación, que también afecta a la dependencia temporal y propone, al menos en algunos sectores, un borrón y cuenta nueva.