Nicolas Jaar o cómo el futuro es de los que luchan
El jueves en la noche el músico electrónico hizo el primero de sus dos conciertos en La Cúpula, demostrando por qué está en el cartel de todos los festivales importantes del año. Porque lo suyo no es sólo baile, es música y discurso.
* Fotos: Rodrigo Ferrari (@MusicaSinFlash)
La Cúpula del Parque O'Higgins repleta. Los entusiastas ansiosos con cerveza y agua en mano esperaban sudorosos el retorno de Nicolás Jaar al país, quien el pasado 2011 tuvo una prudente presentación en el club La Feria y una charla en el GAM. Ahora, el concierto totalmente agotado tenía otro tinte: la excitación no nacía por este niño prodigio que comenzaba a romper barreras con su debut, Space is Only Noise, si no que provenía desde las miles de promesas cumplidas que se vienen generando en torno al dj desde hace ya seis años. Coachella, Primavera Sound, Sonar, Panorama Festival, y la quinta versión del Ceremonia mexicano son sólo algunas de las brillantes fechas que Jaar tiene agendadas para este 2017, año que promete consolidarlo finalmente como una de las importantes apuestas de la música electrónica actual. Antes de partir a su periplo estelar de escenarios, el chileno radicado en Nueva York visitó el país de origen de sus padres para dejar en claro por qué genera todo este ruido.
Un poco de retraso para que la impaciencia fuese creciendo, y el batatazo inicial llegó cerca de las 22 horas. Nicolas Jaar sale a escena con un juego de luces pulcro, y tras meterse un poco con el cerebro de las primeras filas que se contorsionaban con cualquier crujido que saliera de los parlantes, tuvimos la patada en la cara. La respuesta de por qué el hijo de Alfredo Jaar y Evelyne Meynard es un imperdible de la escena actual no se hizo esperar.
"Un día de ventana abierta mi vecino vino a verme.
Estaba lleno de desilusión.
Me miró a los ojos y me dijo 'ya dijimos No pero el Sí está en todo'".
En sólo seis minutos de track, Jaar toma una posición más clara que cientos de músicos que viven en el país del No. Hace un buen rato que las presentaciones electrónicas mundiales han pasado a un nuevo nivel. La progresión del viaje se ha perdido, y la urgencia por reventar el beat no sólo ha matado buenas instancias de fiesta, también ha sepultado proyectos. Aquí está la diferencia con el responsable de 'No'. La electrónica no es sinónimo de fiesta, sino más bien la consecuencia inevitable que entregan sus sonidos. Y la fiesta no es sinónimo de beats vacíos. La verdadera electrónica es lucha, es respuesta, es rabia mezclada con euforia para Jaar.
"No hay que ver el futuro para saber lo que va a pasar" gritó La Cúpula, que en sólo quince minutos ya estaba de rodillas; Jaar sólo con su voz, perillas, y una que otra intervención en el saxo, rescató la esencia contestataria del trance.
De ahí en adelante, todo fue agitación. Desde las luces hasta los pasos de baile que se extendieron por dos horas. Jaar es dueño de su tempo, revienta cuando quiere, no se hace el predecible, no está esperando saltos, está esperando una experiencia completa y real en su público. ¿Qué más real que bailar la dictadura? El baile es lucha, y eso no sólo se aplica en nuestro país. Ya decía el dj entrevistado por este sitio que el fenómeno se replica en Estados Unidos, donde ya le dijeron que No a Ronald Reagan, y en UK, donde Margaret Thatcher sigue estando en todo: "lo de adentro y lo de afuera, lo de lejos y de cerca, lo que todos hemos visto y lo que ni siquiera dicen".
El público agradecido se llevó además sorpresas con canciones que hace un buen rato no aparecen en el repertorio en vivo de Jaar como 'El Bandido' o 'Space is Only Noise If You Can See', un exquisito encore con sampleado a 'Mi Viejo' de Piero, y un músico haciendo bien el trabajo.
Jaar re-entendió el concepto de la electrónica más popular, esa que se pasea desde el house de centro comercial hasta el deep más espacial, y salvó un espacio que estaba invadido por Jack Üs. El llamado de las sirenas de Nicolas Jaar es urgente, no queda más que acudir a al encuentro.
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