Ángel Parra tuvo un emotivo primer adiós en París
Artistas, músicos, sus hijos, su hermana, sus amigos y más: la despedida del cantante nacional convocó al clan Parra y sus cercanos, quienes terminaron brindando en honor al recién partido.
"Nunca dejé de sentir orgullo, del más puro, de que seas mi papito. Pompito de ternura". Las palabras salían entre lágrimas de la voz de Javiera Parra. La hija de Ángel, fallecido en París el pasado sábado 11 de marzo, fue la encargada de encabezar la ceremonia fúnebre del artista nacional que murió en la capital francesa después de tres años luchando contra un cáncer. Sus emotivas frases sacaron lágrimas a los más de 300 asistentes entre artistas, ciudadanos chilenos y amigos del cantante presentes en la ceremonia, muchos de los cuales tuvieron que seguir el homenaje desde las escaleras del crematorio del cementerio Père Lachaise, pues la sala se hizo pequeña.
"Todo lo que haces y has hecho es justo y sencillo", siguió la cantante. "Feliz y austero. Amo eso de ti. Tu grandeza radica en tus sutilezas, en tus finezas sin estridencias ni pretensiones. Sólo el valor real de lo genuino, de lo simple y lo complejo. Has sido valiente sobreviviente gracioso, muy gracioso. Serio, dulce y agraz. Aprendo de tus silencio tanto más que de tus palabras sabias y cariñosas".
Antes fue la presidenta Michelle Bachelet, a través de una carta leída por la embajadora en Francia, Marcia Covarrubias, quien describió a Parra como de uno de los más "gloriosos cultores de la música popular chilena". La mandataria recordó en su mensaje que pese a vivir hace muchos años en Francia, "Ángel jamás perdió el estrecho vínculo que mantenía con su patria y su gente".
"Hermano, amigo de más de medio siglo, compañero de siempre y para siempre, tu voz y tu genio están conmigo más allá de cualquier partida", leía otra carta, la que envió en memoria del artista el escritor Luis Sepúlveda, quien vivió algunos años en París. "En mi memoria nunca ha dejado de brillar la luz humilde del farolito que en la puerta del caserón de la calle Carmen ilumina todavía la entrada a los años felices, los años de esperanza y de lucha que nos unieron y nos unen", continuaba el texto.
El político francés, y chileno de nacimiento, Roberto Romero, consejero regional de la región parisina, también pidió la palabra y recordó a Parra como un amigo al que conoció con apenas 5 años, al llegar a Francia. Romero destacó cómo el folclorista trabajaba con los centros culturales en las poblaciones de Chile y en el distrito XIV, su barrio parisino. "Creó un vínculo entre su barrio en Francia y la Pintana en Santiago", destacó Romero, quién al final de la ceremonia alzó la voz para gritar "¡Compañero Ángel Parra!", y recibir un "¡Presente!", como respuesta.
Ruth Valentini, la viuda de Parra, fue la última en hacer uso de la palabra, y lo hizo a través del texto de Charles Peguy, La muerte no es nada.
La música permitió la pausa entre los discursos. Felisa Cereceda, sobrina de Parra e hija de su hermana Carmen Luisa, cantó su tema La próxima vez en francés. La chilena radicada en Francia Mariana Montalvo, interpretó a capela poemas de Neruda, mientras que sus compañeros músicos le homenajearon con el Rin del Angelito, que fue coreado por cada uno de los presentes. La música de Parra, y de sus queridos George Brassens y Jacques Brel, sirvieron de fondo a un diaporama fotográfico donde se vio al pequeño Angel junto a Violeta; al padre junto a sus hijos Javiera y Angel; hasta el abuelo con su nieto Gael y su esposa, Ruth.
Javiera Parra interpretó "Canción de amor" del propio Parra. Isabel, su tía que viajó desde Chile a París, la observaba de cerca. Sólo subió los peldaños junto al féretro apoyada en el hijo de Ruth Valentini, para despedirlo antes de que fuera definitivamente descendido a la sala de cremación.
Parra atrajo hasta el Père Lachaise a los más célebres representantes de la diáspora chilena, como el cineasta Patricio Guzmán y la también realizadora nacional Valeria Sarmiento, viuda de Raúl Ruiz, que partió entre lágrimas y en total discreción del funeral. También se encontraba el actor y dramaturgo, fundador del teatro El Aleph, Oscar Castro y el ex integrante de Los Jaivas, Eduardo Parra. Consultado por La Tercera, Hernán Gómez, miembro del grupo Quilapayún, recordó que "Ángel les dio el primer alero a los Quilapayún para cantar en la peña de los Parra. Desde un punto de vista personal, Angel produjo como un choque en la juventud, me acuerdo cuando lo escuché por primera vez en la radio Corporación junto a Isabel Parra cantando
Dale tu mano al indio de Viglietti. Fue la primera chispa de eso que después se generalizó y constituyó todo un movimiento de canción (chilena). Había que atreverse a hacer lo que hacían Ángel e Isabel, cantar folclor en el sistema mediático de Chile". Por su parte Patricio Wang, del Quilapayún histórico recordó "que le tenía un cariño particular por su fuerza interpretativa. Violeta, que tenía una voz áspera, tuvo a estos hijos Isabel y Ángel que eran grandes cantantes con esa fuerza interpretativa extraordinaria".
Pero a Ángel Parra también lo vinieron a despedir chilenos como Germán, que viajó desde Luxemburgo a despedir al artista porque a su familia "siempre le gustó la música folclórica". Juan Gatica, jubilado, residente en la periferia de París, dijo conocerlo personalmente por sus actuaciones. "Siempre va a quedar su testimonio como cantante, compañero, compositor y hombre de izquierda". Una hora y media viajó también Erika Ortíz y su familia, residente hace 30 años en Francia porque "conocemos algunas canciones".
Después del cementerio, la embajada de Chile invitó a los más cercanos a un vino de honor en el lujoso palacio que ocupa la sede diplomática nacional en el barrio XVI. El cóctel sirvió para recordar al artista, anécdotas, frases, y los detalles de sus últimos días. Su regreso desde Chile en enero, muy débil de salud. Su paso por el hospital. Su repentina remontada, de algunos días en los que aprovechó de hablar con sus amigos y sus seres queridos. Y la recaída definitiva, que acabaría con su vida el pasado sábado.
Después de la embajada su grupo de amigos más cercanos siguió el homenaje en "Os Minhottos", un bar portugués a pasos de su casa, donde con sus amigos solía juntarse a tomar vino y hablar de la vida, de la música, de la política chilena, que seguía con fervor. Casi siempre rodeado de jóvenes, sencillo, y con un pañuelo morado en torno al cuello, siempre "morado", como recordó emocionada Javiera Parra, quien agradeció la participación de todos en la ceremonia, y quien este domingo ya subirá a un escenario, en el el Festival REC de Concepción, a cantar junto a su hermano en honor a su padre.
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