Muerte en la cordillera: filme describe tragedia de Antuco
Cinco años de trabajo le tomó a Juan Elgueta el documental Blanca oscuridad, sobre la muerte de 45 conscriptos en el 2005. La cinta, con gran cantidad de testimonios, recreaciones y archivos, se estrena la próxima semana.
Aquella mañana del 18 de mayo de 2005, las dos últimas compañías del Regimiento Reforzado Los Ángeles partieron con cuatro horas de diferencia. La primera, la compañía Morteros, salió del refugio Los Barros a las cinco de la mañana. La segunda, la Andina, partió a las 9. Poseídos por un marcado sentido de la tradición, algunos militares superiores de este grupo pensaron que incluso podrían pisarle los talones a los integrantes de Morteros y alcanzarlos. Llegaron a suponer que las evidentes malas condiciones del tiempo no serían el obstáculo mortal que se interpuso a la larga en el camino de ambas compañías durante las próximas 15 horas y que terminó con 45 muertos al pie de la cordillera.
Todo este tipo de consideraciones y experiencias, desde la confianza inicial hasta el pavor y el horror final, son la columna vertebral de Blanca oscuridad, el documental de Juan Elgueta Ortiz acerca de la llamada Tragedia de Antuco. La película que se estrena el próximo jueves 4 de mayo en las salas locales (dentro del circuito de Miradoc) es antes que nada un retrato de los muchachos que sufrieron las consecuencias de este viaje hacia la muerte en medio de la ventisca y la hipotermia, en la ladera sur del volcán Antuco (Octava Región). Descartados tópicos como los alegatos judiciales, la reparación de daños a las víctimas o la búsqueda de culpables directos, el filme de Elgueta se enfoca básicamente en los relatos de dos ex conscriptos sobrevivientes y en las palabras de un suboficial instructor de la compañía Andina. Ellos, más una voz en off que representa las imaginarias palabras del fallecido recluta Jonathan Bustos, le dan vida a la película.
"Hice el documental después de dirigir Huellas en la nieve, película sobre los preparativos y realización de Viento blanco (2008), la ópera de Sebastián Errázuriz, acerca de Antuco", cuenta Juan Elgueta. "De alguna manera también lo hice porque yo mismo tuve un accidente automovilístico que casi me costó la vida. Fue un proceso largo, cinco años en total. No obtuvimos fondos estatales y, por lo tanto, a medida que nuestra productora tenía dinero podíamos viajar a Los Ángeles y registrar más material", añade el realizador.
Varios de los registros de archivo recopilados por Elgueta también le dan una singular perspectiva a Blanca oscuridad. Por ejemplo, hay escenas del primer día de los reclutas en el regimiento, cuando un oficial les dice, frente a sus familiares: "Deseo transmitirles seguridad y confianza. Quedan en este cuartel en manos de profesionales que dan plena seguridad de que nada malo les va a ocurrir". Un mes y medio después del discurso, lo peor que podía pasar efectivamente sucedió y de aquellos 400 conscriptos, 44 murieron a 25 grados bajo cero durante una marcha desquiciada entre el refugio Los Barros y el refugio La Cortina. La otra víctima fue el sargento segundo Luis Monares.
Los testimonios de la familia del fallecido Jonathan Bustos y de los sobrevivientes Pablo Urrea y Rodrigo Morales también otorgan datos del paisaje social en que se movían los muchachos de la tragedia. La inmensa mayoría de ellos había entrado al Servicio Militar en forma voluntaria y como una manera de burlar la pobreza. Las cartas del propio Bustos dan cuenta que estar ahí le devolvía sentido a su vida tras haber sido rechazado en la Marina. Pasa lo mismo con Urrea y Morales, dos jóvenes que tras el episodio de Antuco se enfrentarían a la desorientación, los intentos de suicidio, la cesantía y la enfermedad: mientras Morales batalla a duras penas con las secuelas de la hipotermia que incluyen pérdida de memoria, Urrea sobrevive vendiendo parches curitas en las calles de Los Ángeles.
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