Siete escultores chilenos exhiben la versatilidad del relieve
La muestra Cuerpo y materia agrupa obras de Marta Colvin, Francisco Gazitúa, Cristóbal Guzmán, Félix Maruenda, Osvaldo Peña, Rosario Perriello y Norma Ramírez. Distintas formas, materialidades y técnicas que se despliegan en Sala Gasco hasta el 14 de julio.
Bronce, acero, piedras volcánicas, maderas nativas, porcelana, algas y hasta pan. No hay material que resista al instinto creativo del escultor, que como Marta Colvin describió, "dialoga con estas fuerzas confusas de la materia y las trata de hacer suyas, liberándolas, ordenándolas, penetrándolas de su sensibilidad humana y su voluntad lúcida". Esculturas de la Premio Nacional de Artes Plásticas, fallecida en 1995, presiden la muestra Cuerpo y materia, que se despliega en la Sala Gasco de Arte Contemporáneo.
De Colvin, se muestran tres obras de bronce: Aku-Aku, Signo solar y Toqui, que que aluden a motivos Rapa Nui y Mapuche, y que reflexionan en torno a cómo estos habitantes ancestrales observaban la belleza de los Andes.
Cuerpo y materia reúne además obras de otros seis escultores chilenos, que según el curador Carlos Navarrete representan "verdaderos faros de los momentos que la historia del volumen local ha ido transitando". Además el curador explica que fueron convocados por ser los representantes más destacados en sus ámbitos generacionales e investigativos.
Discípulo directo de Colvin, Francisco Gazitúa (1944) presenta dos grandes esculturas de basalto, piedras formadas por lava del Volcán Maipo que parecen apenas haber sido intervenidas por el artista. "La naturaleza las trabaja durante miles de años, en ellas podemos ver el paso de los glaciares, del agua y de las heladas. Yo trato de celebrar el trabajo de la naturaleza con mi escultura", explica Gazitúa, quien además cuenta que hace 40 años vive en Pirque, desde donde puede admirar las montañas. Cada una de estas obras pesa cerca de 500 kilos, el escultor explica que también son una invitación a conocer y cuidar nuestra geografía: "Nuestro patrimonio natural es mucho más importante que el Museo de Bellas Artes, porque el museo lo podemos hacer de nuevo, pero las montañas y glaciares no".
Les siguen las obras de dos reconocidos escultores chilenos del siglo XX, como lo son Félix Maruenda (1942-2002) y Osvaldo Peña (1950). Maruenda destaca por nutrir sus creaciones del paisaje social que le rodeaba en los convulsionados años 70, "para él, la materia escultórica debía expresar los dolores, horrores y esperanzas a las que nuestra cultura occidental estaba sometida", explica Navarrete. En esta exposición se exhibe, entre otras obras, Hambre Corral del Hombre, hecha de granito, alambre de púas y pan, que habla sobre las miserias del mundo contemporáneo. Peña, por su parte, trabaja las maderas nativas del sur. En esta muestra, se exponen tres obras suyas, hechas de madera de araucaria, coihue, alerce y ciprés de las Guaitecas, entre otras.
Entre los escultores jóvenes se encuentran Norma Ramírez (1964), Rosario Perrielo (1973) y Cristóbal Guzmán (1978). La obra Piel, de Ramírez, es quizás la más experimental del grupo. A través de algas marinas, agua de lluvia y otros materiales, indica la ausencia de un cuerpo, "de alguna manera conduce nuestra mirada a un paisaje originario, en donde no hay fronteras, sino simplemente valles y montañas en un completo estado de armonía", explica Navarrete.
En tanto, Rosario Perrielo utiliza el espacio para referirse a la problemática ambiental de los derrames de petróleo; su obra, Primavera silenciosa, se posiciona sobre el suelo y representa un desbordamiento utilizando caucho y flores de porcelana.
"Me obsesiona el cambio climático y los desastres naturales, observar cómo deforman el paisaje. También quiero dar cuenta de que hay intereses económicos detrás", explica la artista, quien cuenta que vivió un tiempo cerca de la localidad de Ventanas, donde pudo visualizar el efecto de los desastres ecológicos en la zona. Por último, Cristóbal Guzmán presenta su primer acercamiento al acero inoxidable: "proyecté este volumen que encierra algo, entendiéndolo como un capullo, un punto de partida", explica.
Cuerpo y materia es la primera de tres exposiciones que se exhibirán casi de manera simultánea, todas curadas por Carlos Navarrete, quien las bautizó como Trilogía Andina, "juntas pretenden enarbolar una mirada panorámica a esta naturaleza de un Chile amarrado al macizo andino, que ha determinado una forma de ver y hacer el arte", explica. Las otras dos muestras corresponden a José Balmes/Volver a Chile en el Centro Cultural el Tranque de Lo Barnechea y a Instropecciones. Paisaje, ciudad y aislamiento en Matucana 100. Cuerpo y Materia se extenderá hasta el 14 de julio en la Sala Gasco y la entrada es liberada.
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