Seven Deadly Sins: el animé más visto de Netflix no brilla como debería

Seven Deadly Sins

Cuanto el sistema de streaming reveló las series más maratoneadas, esta animación figuraba liderando en el ránking en Chile y en el Mundo. ¿Y cómo es?


No debería sorprender a nadie que Chile es uno de los países de la región que más consume animé. Prueba de ello son los re estrenos de películas del género que ha hecho Cinemark y que lugares como el Portal Lyon o el Eurocentro se sigan manteniendo vigentes, lo mismo con los distintos puestos del persa dedicados al género o los muchos jóvenes que dedican sus tardes a bailar kpop en el GAM, muchos fanáticos del animé al igual que de la música coreana.

Lo que pasa es que lo olvidamos, y luego, cuando Netflix da a conocer las series más maratoneadas en este país, nos sorprendemos al ver que una serie de animé está en segundo lugar, sólo detrás de la nueva de Marvel, The Defenders.

La serie en cuestión es The Seven Deadly Sins (Los Siete Pecados Capitales), basada en el manga Nanatsu No Taizai.

¿Qué es lo que hace que esta serie sea tan vista? Seven Deadly Sins es un animé de estructura clásica, con personajes clásicos y conflictos clásicos.

A saber, la serie trata sobre la búsqueda que tiene que hacer la Princesa Elizabeth de los Siete Pecados Capitales, cuya orden estuvo formada alguna vez por los peores criminales del reino. Como el palacio cayó frente a un golpe de estado que realizaron los Caballeros Sacro, la princesa se ve en la obligación de ir en búsqueda de los pecados para poder hacerle frente a los caballeros. Los Pecados están escondidos, muertos o encarcelados ya que fueron culpados de la muerte de un gran caballero sacro años antes de que ocurra la serie. La princesa, muy torpe, logra encontrar al Pecado de la Ira, Meliodas, quien a pesar de ser adulto está atrapado en el cuerpo de un adolescente, que se hace acompañar además por un cerdo que habla. Tenemos desde ya la princesa que necesita ayuda, el antihéroe salvador y su compañero fiel.

Fórmula replicada millones de veces, la serie de animé más vista de Chile carece de, como diría Gary Medel, la chispeza necesaria para convertirla en un clásico. Si bien tiene la mitología y el mistisismo de series como Los Caballeros del Zodiaco, se quedan en las trivialidades, más allá de dejar a los caballeros sacros como los malos y a los siete pecados como los buenos, tergiversando obviamente la historia religiosa común.

La serie no logra cerrarse, con esos elementos al debe de los tiempos. La princesa es muy torpe, tímida y peca de inocente constantemente. A veces tiene momentos heroicos que no dejan de ser estúpidos, sin el heroísmo que podría tener por ejemplo, Atenea, en Los Caballeros del Zodíaco. Meliodas se comporta la mayor parte del tiempo como niño juguetón, exceptuando cuando tiene que luchar o cuando se vuelve un pervertido y toquetea a la princesa, algo que en Happosai, el viejo que coleccionaba calzones en Ranma ½, pudimos pasar por alto, casi como algo divertido, pero en el año 2017, incomoda.

Volviendo a la historia, juntos van en búsqueda de los Pecados restantes, luchando poco a poco con distintos Caballeros Sacro que van apareciendo, a los cuales hay que decirlo: les falta maldad, de esa maldad silenciosa que tenía Freezer, bien homenajeada con el villano de Hunter X Hunter, Meruem. Acá los caballeros sacros parecen villanos de Power Ranger, con el respeto que merece esa serie.

Seven Deadly Sins puede que sea la serie de animé más maratoneada de Netflix, pero nunca va a ser un clásico porque aunque tiene todos los elementos para triunfar: una princesa, un antihéroe, una lucha milenaria, un villano místico, un grupo de villanos a los que ir eliminando, un contexto medieval, todos éstos quedan al debe. Al debe de ser más que una cita, más que una fórmula y de proponer algo más, algo nuevo.

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