La ironía literaria de Javier Cercas inspira premiada cinta El Autor
El cineasta español Manuel Martín Cuenca adaptó la novela El móvil, de Cercas, para abordar con un tono satírico la obsesión de algunos aspirantes a escritores por crear "literatura de verdad". La película, nominada a los Goya y ganadora del premio de la crítica en Toronto, se estrena hoy a las 21.30 en el Festival de Cine Las Condes.
El tedio de una oficina gris y abarrotada puede ser inspiración para grandes novelas, como lo probaron Gógol, Melville o Kafka, pero lo cierto es que la mayoría de los mortales no tienen sus talentos para convertir esa pesadilla llamada burocracia en una gran obra literaria. El hecho es que la cultura popular, con su máquina de crear clichés, nos ha vendido la imagen del autor vividor, del artista que, para escribir algo espectacular, tiene que vivir una vida espectacular, a lo Hemingway o a lo Orwell: irse de safari a Africa, ser un trotamundos, haber estado al borde de la muerte o pelear en una guerra ajena son, supuestamente, requisitos para crear "literatura de la verdad". Vaya uno a saber qué significa eso, pero para Alvaro, el protagonista de El autor, del español Manuel Martín Cuenca, vivir -lo que sea, pero vivir- es casi tan importante como la buena ortografía a la hora de narrar.
La película, que se estrena hoy en el Festival de Cine Las Condes, es una adaptación de El móvil, el primer libro de Javier Cercas, uno de los autores más importantes de España y que, en 1987, debutó con esta historia sobre un funcionario jurídico que se toma demasiado en serio el asunto de ser escritor.
"Lo que me interesó fue la ironía con la que Cercas trata el tema de la obsesión creativa -explica Cuenca a La Tercera-. No lo hace de manera cómica, sino en cierto modo satírica: vemos a un personaje que aparentemente no tiene talento y que se dedica a una búsqueda de la escritura, algo que se ha visto antes en el cine, pero en un tono serio. Lo que me atrajo fue la poca seriedad, entre comillas, del acercamiento de Cercas".
Uno de los motores de Alvaro (interpretado por Javier Gutiérrez, actor de Assassin's Creed y La isla mínima) para publicar una "gran novela" es la envidia: su mujer gana un premio literario y se convierte en autora bestseller gracias a un libro de calidad dudosa y vocación masiva. Él, en cambio, lleva años en un taller literario del que, al parecer, no ha sacado nada en limpio. Cuando su profesor le exige "verdad" en sus textos y lo reta a que escriba "con los cojones arriba de la mesa", como se supone que lo hacía Hemingway, el protagonista no sólo se lo toma demasiado a pecho, sino además entiende todo mal: en lugar de aspirar a que la ficción se parezca a la realidad, busca que la realidad se parezca a la ficción. Eso explica que, cuando se le ocurre escribir sobre el edificio en el que vive, se dedique a manipular la vida de sus vecinos.
Así, a falta de creatividad e imaginación, descubre su talento para robar historias y alterar la existencia de los otros. "Hay algún tono de thriller en la película, pero resulta ridículo ver a este personaje que se afana a toda costa, a pesar de los cadáveres que va dejando en el camino, por escribir algo que considera que tiene sentido y verdad, como le dice su profesor", opina el director de la cinta, ganadora del premio Fipresci en el Festival de Toronto y candidata a mejor película en los Goya y en San Sebastián. "Lo ridículo está en que al principio no deja de seguir un carril que le señalan otros. Ese tono de comedia satírica tiene que ver con lo que somos nosotros, cineastas, escritores o pintores: Alvaro está obsesionado por trascender a través del estereotipo del genio creador, pero a lo largo de la película aprende que lo esencial no es tanto eso, sino el hecho de escribir, escribir como sea, y encontrar un lugar siendo escritor, más allá de que te vaya bien o no".
El autor comienza con uno de los clichés más odiosos del universo literario: la figura del autor-gurú que enseña, como un telepredicador revelando una verdad divina, las supuestas fórmulas y secretos para narrar bien una historia y lograr el éxito. "Todo artista se plantea inevitablemente si va a triunfar en algún momento de su carrera. Pero también se pregunta por la pulsión de crear, esa vocación irremediable que impulsa más allá de si se logra la fama o no. Eso, creo, es lo que distingue a un creador verdadero -afirma Cuenca-. La literatura o el cine 'de verdad', es decir, las grandes obras, se materializan porque la crítica, el éxito o los festivales, en el caso del cine, te otorgan ese supuesto estatus. Mi película es una sátira contra ese cliché: ¿qué es hacer literatura de verdad? ¿Qué es hacer cine de verdad?".
Javier Cercas, que participó en la presentación del filme en el Festival de San Sebastián 2017, dijo estar contento con la adaptación de su libro, en parte, porque "(Manuel) ha traicionado la letra de la novela para ser fiel a su espíritu". Aunque no participó en el guión, el cineasta cuenta que lo leyó e intercambió ideas y comentarios con él en el proceso de escritura. "Hablamos mucho de la ambigüedad moral, de si el personaje es realmente un completo idiota o si al final llega a hacer algo bueno. Eso estaba en la esencia de la novela y para mí era muy importante. Cuando vio el resultado, le gustó y fue elogioso. Entendió muy bien que la cinta es otra cosa, que es una interpretación de la novela. No traicioné su esencia, pero no la usé como una biblia: me quedé con lo que me transmitió su lectura".
Cuenca, que ha dirigido thillers como Caníbal (2013) y dramas como La flaqueza del bolchevique (2003), optó por darle un toque de comedia a la película para desdramatizar el asunto de la creación: "Quizás el pecado de los artistas es tomarse demasiado en serio, pero al mismo tiempo, tampoco puede ser de otra forma, porque crear algo es inventar un mundo en los márgenes de la realidad, es ir un poco más allá. Y eso, como le pasa a Alvaro en la película, inevitablemente termina convirtiéndose en una obsesión".
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