Yo, Tonya: problemática comedia negra
La mayor interrogante que entrega una película como esta, es el porqué se quiere contar en tono de comedia una historia tan patética. El tono es tan errado, como las decisiones que todos los personajes toman en sus vidas.
Aprincipios de los 90 Tonya Harding fue protagonista de uno de los mayores escándalos deportivos de la historia norteamericana. Harding se había convertido en una de las más prometedoras patinadoras artísticas sobre hielo. Comenzando desde pequeña, bajo la tutela de su violenta madre, Harding fue ascendiendo en las ligas del patinaje hasta lograr llegar a las primeras divisiones de su disciplina. Su mejor momento fue cuando realizó con éxito el denominado Triple Axel, consistente en tres giros y medio en el aire; fue la primera norteamericana en lograrlo. Desde ese punto el universo parecía el límite. Luego vino el escándalo.
En busca del éxito, su marido, Stan, contrató a un matón para que le rompiera la pierna a la rival más fuerte de Harding. Incompetentes hasta la médula, pronto los responsables fueron descubiertos, llegó el FBI, la prensa, los juicios, las demandas y el fin de una carrera que prometía.
Protagonizada por Margot Robbie en el rol titular, Allison Janney como su disfuncional madre -rol por el cual ganó el Oscar como actriz de reparto - y Sebastian Stan como su marido, Yo, Tonya es una cinta biográfica bañada con los ingredientes de una comedia muy negra. Su director, Craig Gillespie (Horas contadas) construye su relato alejado de la forma más clásica del llamado biopic, permitiéndose un formato más relajado, mezclando entrevistas con los principales protagonistas de la historia, además de constantes acotaciones realizadas a cámara por los actores.
Profundizando en el personaje de Harding, su pobre educación, su nulo apoyo familiar y la violencia inherente en su vida, Gillespie también da cuenta del clasismo y el culto a la imagen reinante en el mundo al que la patinadora quería pertenecer. Todos elementos más que atendibles y que podrían hacer una historia tan alucinante como despiadada en su crítica cultural. Pero a Gillespie se le escapa tanto la forma como el fondo, y a la larga entrega una historia que es un desorden descomunal, con un tono poco consistente y a ratos exasperante. Lo que salva -en parte- a esta historia, son los ocasionales momentos de empatía que logra, además de las actuaciones de ambas protagonistas, muy superiores al resultado final de este tinglado.
La mayor interrogante que entrega una película como esta, es el porqué se quiere contar en tono de comedia una historia tan patética. El tono es tan errado, como las decisiones que todos los personajes toman en sus vidas. Si no fuera por Robbie y Janey, esta cinta sería para romperle una pierna.
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