Bowie a través de la experiencia de un filósofo
El inglés Simon Critchley publicó un ensayo donde se acerca al hombre-que-cambió-una-y-otra-vez-su-imagen-y-sonido a través de la filosofía.
El niño mira extasiado una versión de "Starman" por televisión. Se trata de la icónica presentación del 6 de julio de 1972 en la BBC, cuando David Bowie brilló en Top of the pops con su guitarra acústica azul, un traje espacial arcoiris y el pelo carmesí:
https://www.youtube.com/watch?v=sI66hcu9fIs
El niño es una abstracción del filósofo y periodista inglés Simon Critchley aprendiendo una nueva forma de entender la realidad: "No era una estrella de rock cualquiera, ni una colección de clichés mediáticos e insulsos sobre la sexualidad y bares de Berlín. Fue alguien que hizo de la vida algo menos trivial durante un periodo tremendamente largo", escribe en el breve Bowie (Sexto Piso, 2016), el libro donde el hombre de The Guardian y The New York Times elabora una lectura personal de Bowie —mezcla de obra y artista—, con una particular tesis: la verdad del arte está lejos de la autenticidad; y la hace conversar con algunas ideas de Pound, Artaud y Hölderin, entre otros varios pensadores. Libre de datos cronológicos, discográficos y mitos creados por la prensa, Bowie es el relato en primera persona de un oyente de su música y de un lector de sus letras; alguien que habla de su propia vida a través de la escucha de sus canciones alcanzando, por así decirlo, la verdadera experiencia de la música: esa que únicamente cada quien puede percibir desde su propia vivencia. Así asistimos al Critchley hijo, estudiante y padre, resolviendo un ensayo que alterna impecables ilustraciones de Eric Hanson con la traducción de Inga Pellisa. Tal y como Bowie cambió una y otra vez su propia imagen y sonido, Critchley apunta a la nada como expresión y concepto de su música: nothing es una de las palabras más presentes en sus letras, incluida la de "Heroes", que reza: "Somos nada y nada puede ayudarnos", dice el escritor. Como dato, la edición disponible en Chile (a través de la tienda de Liberalia) fue ampliada luego de la muerte de Bowie, cuando Critchley buscó los mensajes ocultos en su disco póstumo Blackstar (2016), para dar con una bifurcación semántica que iba a funcionar tanto si el músico superaba su enfermedad como si finalmente moría.
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