Sergio Pizzorno, guitarrista de Kasabian: "Hay momentos en que tenemos que darle esperanza a la gente"

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Antes de su regreso a Chile, el líder del cuarteto inglés habla de su último álbum, de triunfos futbolísticos y alegría en días de Brexit.


Su título hace referencia a una típica expresión inglesa para demostrar irritación o enojo, y su carátula tiene como protagonista al viejo roadie Rick Graham rodeado por lágrimas añadidas digitalmente. Pero For crying out loud, el último álbum de Kasabian, tiene poco de malestar o tristeza. Por el contrario, sus doce canciones están entre las más festivas y encendidas de todo el catálogo del cuarteto desde su irrupción en la escena rockera inglesa a comienzos de este siglo, cuando la prensa de su país los convirtió en banda sensación y vio en su fórmula -a medio camino entre Primal Scream, Oasis y The Stone Roses- la salvación del ya entonces alicaído rock británico.

"For crying out loud fue un disco que terminamos muy rápido y esa siempre fue la idea: hacer las cosas de manera espontánea, sin darle muchas vueltas y ver simplemente qué salía en el estudio. Fue una experiencia muy estimulante", cuenta Sergio "Serge" Pizzorno, guitarrista, vocalista ocasional y productor del conjunto de Leicester, que a mediados de 2016, poco antes de entrar a grabar su sexto álbum, vio cómo el equipo de fútbol de su ciudad, el humilde Leicester City F.C., pasó de candidato al descenso a quedarse sorpresivamente con su primer título de la Premier League inglesa. Kasabian, como buenos héroes locales, fueron los encargados de animar la fiesta.

"Sería un poco reduccionista si digo que fue sólo el fútbol. Tiene más bien que ver con todo lo que pasó en la ciudad, había algo mágico en el aire, se sentía como un lugar maravilloso en el que estar en ese momento. El fútbol fue la raíz de todo eso, claro, pero dio pie a un momento mágico en la ciudad donde he vivido toda mi vida", explica Pizzorno sobre la sensación ambiente que rodeó a la creación de su último LP, cargado a los coros festivaleros, las guitarras eléctricas -versus la exploración bailable de su antecesor, 48:13 (2014)- y la habitual lírica del grupo, poco dado a las letras sesudas o a la observación social.

Es con este disco que la banda regresará a Chile el próximo 24 de mayo, a tres años de su actuación en la edición local de Lollapalooza. En el Teatro Caupolicán, la banda que completan el vocalista Tom Meighan, el bajista Chris Edwards y el baterista Ian Matthews dará su primer concierto en solitario en el país, luego que en 2012 cancelaran un concierto ya agendado por enfermedad de Pizzorno. "Será la película completa, los seis discos", adelanta éste último sobre el recital.

En tiempos en que el rock parece invisible a nivel masivo, su último disco llegó al número 1 de los ránkings británicos homenajeando a la guitarra eléctrica y los códigos del género. ¿Qué explicación la da a eso?

Bueno, al menos en mi caso, el rock no fue mi origen en la música. Los primeros instrumentos que tuve fueron un sampler y una tornamesa, ese es el mundo del que vengo. Pero tiempo después llegué a la guitarra de una manera muy natural y estimulante, buscando reinventar su uso. Para mí, lo interesante de este disco es que gira en torno a las canciones, logra capturar el sonido de una banda. Finalmente la buena música no importa si está hecha con un pedazo de madera, un violín o una máquina, lo esencial no tiene que ver con la producción.

- ¿Es osado sacar un disco festivo en medio de un clima tan agitado en lo político y social en su país?

- Absolutamente. Pero creo que hay momentos en que tienes que mirarte al espejo y analizar en qué te equivocaste, y hay otros en que tienes que darle esperanza a la gente, una retribución quizás o una alegría en medio de tanta negatividad.

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