Memorias de un amnésico: la jornada del músico
Multifacético y revolucionario, Erik Satie irrumpió en la música a principios del siglo XX con una sutileza inesperada. Creó piezas para piano, música de mobiliario, para películas mudas y cabarets; solo una arista de su amplia reflexión como compositor. Además, escribió sobre la crítica y los críticos, de sus contemporáneos y de la música. Algunas de esas reflexiones, cargadas con un irónico sentido del humor y su personalidad libre de toda regla, fueron publicadas en revistas de la época como fragmentos que parecieron nunca completar una obra en su totalidad. Ordenados temáticamente, el volumen Sobre música, músicos y otras memorias (La Pollera) reúne textos provenientes de columnas que Satie tituló Memorias de un amnésico, Cuadernos de un mamífero, Observaciones de un imbécil (yo) y Crónica musical, entre otros escritos diversos.
la jornada del músico
Un artista debe regular su vida.
He aquí el horario preciso de mis actividades diarias:
Me levanto: a las 7:18; inspirado: de 10:23 a 11:47. Desayuno a las 12:11 y levanto la mesa a las 12:14.
Saludable paseo a caballo, en el fondo de mi parque: de 13:19 a 14:53. Otra inspiración: de 15:12 a 16:07.
Ocupaciones diversas (esgrima, reflexiones, inactividad, visitas, contemplación, habilidades, natación, etc…): de 16:21 a 18:47.
La cena servida a las 19:16 y terminada a las 19:20. Proceden las lecturas sinfónicas, en voz alta: de 20:09 a 21:59.
Me voy a la cama regularmente a las 22:37. Semanalmente, despierto sobresaltado a las 3:19 (los martes).
Solamente como alimentos blancos: huevo, azúcar, huesos rallados; grasa de animal muerto; ternera, coco, pollo cocido a baño maría; mohos de fruta, arroz, nabos; budín de alcanfor, paté, queso (blanco), ensalada de verduras y ciertos pescados (sin la piel).
Hiervo mi vino, que bebo frío con jugo de Fuchsia. Tengo buen apetito; y no hablo jamás mientras como, por miedo a atorarme.
Respiro con cuidado (poco a la vez). Bailo muy raramente. Al caminar, aprieto mis costillas y miro fijamente detrás de mí.
De aspecto muy serio, rio, sin hacerlo de adrede. Me excuso siempre y con afabilidad.
Duermo con un ojo abierto; mi sueño es muy pesado. Mi cama es circular, con un agujero en la almohada. Todas las veces, un criado me toma la temperatura y me alcanza otra.
Desde hace mucho tiempo, estoy suscrito a un periódico de moda. Visto un bonete blanco, medias blancas y un chaleco blanco.
Mi médico siempre me ha dicho que fume. Explaya sus consejos:
—Fume, mi amigo: sino, algún otro fumará en su lugar.
Publicado originalmente en "Memorias de un amnésico" de Revue musicale S.I.M., número 2 de 1913. (Ver libro)
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.