Animal: qué viva la desgracia
Decir que una película como Animal es un desastre en su totalidad, es un error. Quizás debido a una alienación planetaria o porque el productor tuvo buen tino, la cinta está protagonizada por ese actor argentino que uno siempre se alegra de ver cuando Ricardo Darín no está disponible: Guillermo Francella.
Para muchos, el sufrimiento en el cine es sinónimo de una historia importante y humana. La miseria de espíritu sirve como una capa de superhéroe -por ende falsa -, que entrega poder para transformar una historia común en algo trascendental. Desde su primer guion, Biutiful (González Iñarritu, 2010) el argentino Armando Bo ha demostrado que sus sinapsis se disparan cuando huele fatalidad y dolor.
Decir que una película como Animal es un desastre en su totalidad, es un error. Quizás debido a una alienación planetaria o porque el productor tuvo buen tino, la cinta está protagonizada por ese actor argentino que uno siempre se alegra de ver cuando Ricardo Darín no está disponible: Guillermo Francella (El secreto de sus ojos), quien logra insuflar algo de vida a este collage de miseria; lo mismo ocurre con Federico Salles y Mercedes de Santis. En el área técnica y montaje las cosas también funcionan. Es en el guion donde exclamamos ¿¡Pero qué es esto?!
Esta es la historia de Antonio (Francella) un gran marido, un mejor padre de familia, un trabajador esforzado que cuenta con un buen pasar. Un día descubre que necesita un trasplante de riñón, por lo que la tranquilidad se va por el garete. Los donantes no llegan y su desesperación aumenta con los años de espera, por lo que decide acudir a Internet y comprar un riñón en el mercado negro. ¿Qué puede salir mal? En especial cuando elige a Elías (Salles), un alcohólico que vive junto a su novia embarazada, Lucy (de Santis), en una suerte de casa okupa. El trato es un riñón a cambio de una casa para la pareja. Pero nada puede ser tan fácil.
Bo (El Último Elvis) ataca de nuevo sus temas favoritos: la desdicha humana y el descenso del hombre común al infierno en la tierra. Los matices no son algo que le preocupen. Tampoco la lógica o presentar algún personaje que no sea una alegoría de una rama de estupidez, maldad o bondad.
Para él ese Animal del título somos todos nosotros
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