En busca de la obra de Caravaggio, un pintor "feroz y emocional"
Una exposición en Utrecht, que incluye préstamos del Vaticano y obras del español José de Ribera, relata la aventura en la que se embarcaron tres pintores holandeses hacia la Roma del siglo XVII en busca de la obra del artista italiano.
"El escritor flamenco Karel van Mander escribió en 1604 en su libro de pintores sobre un artista llamado Caravaggio que hacía cosas milagrosas en Roma, diciendo que los más jóvenes debían inspirarse en él. Eso les empujó a viajar hacia el sur, hacia Italia", explicó a EFE la encargada de la exposición, Liesbeth Helmus.
En contra de la idea general que existe entre los holandeses, los caravaggistas de Utrecht "no son meros seguidores" del arte del romano sino que "son muy individualistas y tienen su propia interpretación" y estilo narrativo a la hora de inspirarse y darle forma a sus cuadros, pero lo hacen "influenciados" por el artista italiano.
La pintura de Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571 y 1610) llegó a oídos de los artistas holandeses Hendrick ter Brugghen, Gerard van Honthorst y Dirck van Baburen a principios del siglo XVII y ello les llevó a dirigirse a Roma, hacia lo lejano y desconocido, para conocer a un ídolo, "un hombre feroz y emocional, un exaltado", en palabra de Helmus.
Roma era el lugar para que un joven artista terminara su educación, especialmente de arte de la antigüedad y el renacimiento, y los que viajaban desde el norte de Europa, tenían que cruzar los Alpes con una guía en mano y, después de 333 horas a pie, entrar a Roma por la puerta grande de la ciudad, la basílica de Santa María del Popolo.
El resultado de su viaje, su aprendizaje, sus historias y su inspiración en la fealdad reflejada luego en sus cuadros con tubérculos de narices, dientes podridos y uñas sucias se puede ver hasta el próximo 24 de marzo en la exposición de Utrecht, que recoge el caravaggismo internacional de los jóvenes que acudieron hasta Roma para inspirarse en el artista italiano.
Los tres muchachos de Utrecht, los "expatriados" en Italia, dice Helmus, llegaron a Roma y se llevaron una gran decepción: Caravaggio se había ido de allí.
Sin embargo, encontraron consuelo en su legado y admiraron sus obras en capillas y colecciones privadas, mientras compartían piso con otros artistas jóvenes que habían llegado desde Flandes, Francia y España.
Ninguno hacía ese viaje tan largo para quedarse tan solo unas semanas, los artistas permanecían en Roma durante meses o años: cual nativos romanos, vivieron allí, visitaron posadas, burdeles y fiestas privadas, e incluso llegaron a envejecer y morir en la capital italiana, sin volver jamás a su país de origen.
El arte de los otros jóvenes aventureros también llegó a Utrecht con setenta préstamos internacionales de pintores barrocos y caravaggistas como el dibujante español José de Ribera (1591-1652), el francés Valentin de Boulogne (1591-1632), y los flamencos Gerard Seghers (1591-1651) y Theodoor Rombouts (1597-1637).
Como pintor, Caravaggio se convirtió en un maestro de escenas fotográficas realistas sobre lienzo que mezclaban un contraste claro de oscuridad y luz, la firma "chiaroscuro" que caracteriza al pintor italiano y la esencia que le permitió crear imágenes entre dramáticas y enigmáticas.
El cuadro perfecto que refleja estas claves que tanto destacaron a Caravaggio es "El Santo Entierro" (hacia 1602-1604), de tres por cuatro metros, el préstamo estrella de esta exhibición que viajó desde la Pinacoteca Vaticana hasta Utrecht y que en verano de 2011 también estuvo expuesto en el Museo del Prado de Madrid.
Esta obra barroca, también conocida como "Preparación de Cristo muerto sobre la piedra de unción", muestra el cuerpo pálido de Jesús en el centro de la atención y las miradas de tres mujeres en duelo, entre ellas la virgen María, mientras Juan y Nicodemo lo llevan a la tumba.
Por primera vez en la historia del Centraal Museum de Utrecht, muchas pinturas de sus tres hijos predilectos -Ter Brugghen, Van Honthorst y Van Baburen- vuelven a su ciudad natal para revivir la crueldad y la lujuria del arte de la Edad de Oro más allá de Rembrandt, Vermeer y Frans Hals.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.