Echarle la culpa al empedrado
El show de Jani Dueñas no funcionó para nadie. Y la culpa no fue de la gente.
No vamos a descubrir, luego de 60 versiones del Festival, que el público asistente se comporta como si estuviera en un circo romano. A algunos les podrá parecer grosero el acto de pifiar, pero se trata de un ejercicio válido y nadie que se sube a la Quinta lo hace obligado, saben a lo que van.
"Claramente este no era mi público", dijo Jani Dueñas en la conferencia que dio apenas bajó de su fallido show. Que habían ido a ver a Marc Anthony y David Bisbal, no a ella, agregó. Hay que conceder que tras un fracaso, es difícil que la comediante tenga un análisis claro a minutos de salir del escenario. Pero sus palabras dieron pie a que aparecieran desde teorías conspirativas como la del diputado Florcita Motuda ("creo que fuiste objeto de la ultraderecha, coordinada con Bisbal"), hasta la reprimenda al público del escritor Rafael Gumucio ("qué se puede esperar de un monstruo que se ríe con los chistes reciclados mil veces de Gordillo").
El público de Viña no es una masa homogénea sino diversa en gustos. Pretender creer que a los que gusta la salsa no sabrán valorar una rutina de stand up es ir demasiado lejos. Se suele utilizar a Arjona como ejemplo de mala música, pero algo debe tener para que agote las entradas a sus conciertos cada vez que viene a Chile. Asumir que alguien es "tonto" por escucharlo y sacar una radiografía de la persona, a partir de ese dato, es banalizar algo donde no vamos a poder ponernos de acuerdo: lo que a mí me gusta no tiene por qué gustarle a otro. La presentación de Dino Gordillo fue un festival de chistes repetidos y machistas, pero la gente en la Quinta se rió y empatizó con su show extra artístico que incluyó llanto y petición de matrimonio. Creer que esas personas que se rieron son "tontas" y llevarlo incluso al plano político (si a alguien le gustó, es de derecha; si no lo hizo, de izquierda) rebaja la discusión y habla peor de quien piensa así. Habría que concordar que no les importó que les contaran los mismos chistes, pero sobre gustos no hay nada escrito.
Echarle la culpa al empedrado es fácil, pero cuesta pensar en un escenario artístico más democrático que el de Viña, donde han pasado todos los humoristas de cierta relevancia. Y, sí, desde esta columna de opinión uno puede lamentar tantos shows chabacanos, homofóbicos, machistas o mal elaborados que han triunfado en ese escenario a lo largo de los años. Pero también hay que celebrar varios que sí han acertado (la primera vez de Kramer, Natalia Valdebenito, Felipe Avello ahora, por nombrar tres recientes). El de Jani Dueñas no entra en ninguna de las dos categorías, sino en una más simple: no funcionó para nadie. Y la culpa no fue de la gente.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.