Tokyo Ska Paradise Orchestra para un principiante
La emblemática banda japonesa desató una verdadera fiesta en la primera jornada de Lollapalooza. En el Lotus Stage, a la misma hora que muchos fanáticos lamentaban los problemas técnicos en la presentación de Lenny Kravitz, Skapara demostró haber aprobado unas cuantas asignaturas en el difícil arte de entretener.
Todo partió con la pregunta de mi editor. Fue el miércoles, dos días antes de la presentación, durante la tarde, un par de horas después de que la repartija de grupos y cobertura se hiciera efectiva:
—¿Y si vai a ver a Tokyo Ska Paradise Orchestra?
Seguramente debí decir que no. Sinceré que no los conocía, le dije que no soy muy de escuchar ska, pero me fui convenciendo, me fue convenciendo, no quedaba otra: había llegado tarde.
—Dale, poh. Son buenos —insistió.
Ok. Lo primero que hice después de salir de esa suerte de reunión fue googlear a la banda, estudiarlos, escucharlos en YouTube: me llamó la atención, primero, que se formó en 1985 y que tenían, al menos, 21 discos. ¿Cómo entonces no los conocía? Traté de justificarme —nuevamente— y de autoconvencerme que no soy un tipo asiduo al ska, que no debían ser muy escuchados en Chile. También, me pareció curioso que tuvieran un feat. con Los Auténticos Decadentes. Y que efectivamente tocaran ska: nunca había imaginado a un grupo japonés tocando ska.
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Son las 20.15, ya de camino al Lotus Stage, Tokyo Ska Paradise Orchestra será precisamente el plato fuerte de este viernes en ese escenario, acaso el más apartado y acaso el más íntimo que ofrece el festival. Pero, mientras camino, en mi cabeza solo pienso ¿cuánta gente los irá a ver? Mi duda pasa principalmente por el horario: las 20.45, su inicio, se topa con uno de los pesopesados de esta edición, Lenny Kravitz, y los problemas técnicos que obligaron a detener su show y mantienen en vilo a sus fanáticos complican aún más la situación. No sólo eso. Su final, fijado para las 21.45, también se topa con el estelar del VTR Stage, Kendrick Lamar.
Un amigo, más familiarizado a la música japonesa, un rato antes, en la zona de prensa, hizo sus apuestas: me dijo que era una gran banda, que me iba a gustar y que tenía su público, que no había de qué preocuparse.
A falta de quince minutos, el Lotus Stage suma una buena cantidad de fanáticos pegados al escenario y otros tantos, en su mayoría parejas, sentados al fondo, en el poco pasto que ofrece el sector. De a poco, y a medida que se acerca la hora de la presentación, las dudas se esfuman: Tokyo Ska Paradise Orchestra, Skapara como los simplifican cariñosamente, tocará frente a un Lotus Stage prácticamente lleno.
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En distintas entrevistas, los miembros de Tokyo Ska Paradise Orchestra le han atribuido gran importancia a Latinoamérica en el desarrollo su carrera. Identifican como un antes y un después el 2011: fueron invitados al Vive Latino realizado en México, una primera visita que los dejó con positivas sensaciones y que representó una suerte de "salto". La región rápidamente les abrió puertas que en su natal Japón les costó un poco más: la escena del ska en el país nipón, dicen, sigue siendo considerada más underground. Desde entonces pudieron sumar colaboraciones con distintos artistas —como Los Auténticos Decadentes, el brasileño Emicida y la puertorriqueña iLe— y también realizaron giras por Sudamérica. En Chile, sin ir más lejos, se presentaron en agosto del año pasado, en el Club Chocolate.
En conversación con Publimetro, precisamente, hablaron sobre ese concierto:
—Nos recordó mucho cuando empezamos. Ver esa pasión del público se sintió mucho en el escenario. Me sentí algo nostálgico —dijo Atsushi Yanaka, saxofonista de la agrupación.
—La gente trataba de subirse al escenario. Es algo que no se da en Japón, así que fue muy interesante —sostuvo, por su parte, Masahiko Kitahara, trombonista.
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El reloj ya marca las 20.45, pero no hay señal de los músicos orientales. Faltan aún cerca de seis minutos para que entren en escena y, mientras sus colaboradores agilizan las pruebas de sonido, un par de espectadores comentan lo que pasó recién con Lenny Kravitz, que aún no regresa al Banco de Chile Stage. "No la vayan a cagar éstos igual, poh", le dice uno a su compañero. El temor es válido a esta altura: Vicentico durante la tarde y ahora el compositor estadounidense sufrieron con los problemas técnicos. Sin embargo, tras un par de intercambios con los encargados de la mesa de sonido, a las 20.51, los japoneses realizan su entrada triunfal:
—Somos Tokyo Ska Paradise Orchestra —se presentan—. ¿Están listos? ¡Vamossss Chileee!
Y parten con todo. Desde un inicio sale a la luz el virtuosismo de sus integrantes con solos de guitarra, bronces, batería y teclado. También, con rapidez, exhiben su capacidad como entertainers: todos los integrantes vestidos de traje, de color vino, parecen sacar turno para mantener animado al público, se mueven por todo el escenario, ensayan coreografías con los tradicionales pasos del baile ska. Se esfuerzan por hablar en español para pedir la reacción de su gente: "¿La vamos a pasar bien? ¡Queremos escucharlos, necesitamos de su energía!", grita Yanaka.
En su música destaca un sonido muy propio, fuertes rasgos del género parido en Jamaica pero también compases que evocan a un rock más pesado y, cómo no, un poco de jazz.
Promediando el concierto, que intercala varios temas instrumentales, los japoneses invitan al escenario al brasileño Emicida. El público, como durante toda la presentación, se entrega a la banda: bailan, cantan, saltan y responden a cada una de las interacciones que les proponen.
Sobre el final, la guinda de la torta:
—¡Atención, chilenos de corazón! ¡C-H-I! —arengan los orientales al público, que continuó con el grito ya patentado. Le siguió una última batería de temas que incluyó la canción principal de The Godfather.
El público, para despedirse, coreó un clásico: "Olé, olé, olé, olé, Tokyo, Tokyo".
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Habrá sido una hora, hora y fracción tras el show de Skapara. Abro Instagram, veo las historias de mis contactos, lo que pensaba: la mayoría de los asistentes, en Lenny o Kendrick, pero de pronto, contra mis pronósticos, uno había estado allí, en el Lotus Stage, con los japoneses. A juzgar por la foto, sólo un par de metros delante de mí.
—Oye, que estuvieron buenos, hueón oh. No los conocía, pero cracks totales —le dije.
—Bailé demasiado. No puedo mover —me respondió.
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