The Society: el Ensayo y el error
A través de la ficción The Society es absolutamente contingente explicando desde el drama fenómenos políticos como el populismo y las consecuencias de la mensajería de odio, a los riesgos de los sistemas autoritarios, y el enfrentamiento de los liderazgos femeninos a un orden patriarcal. Parece denso pero la serie de Netflix también es una trama adolescente.
I.
Las síntesis periodísticas empacan a The Society como una mezcla de la famosa novela El Señor de las moscas de William Golding con la claustrofobia de Lost y el costado sci-fi de Stranger things, en un elenco dominado exclusivamente por jóvenes. Tiene sentido pero a la vez excluye una cualidad tanto o más atractiva de este éxito de Netflix, susceptible de ser devorada en una maratón impúdica aprovechando el frío otoño. A través de la ficción The Society es absolutamente contingente explicando con sutil pedagogía envuelta en drama fenómenos políticos como el populismo y las consecuencias de la mensajería de odio, la vulnerabilidad del capitalismo y el valor simbólico del dinero, los riesgos de los sistemas autoritarios, y el enfrentamiento de los liderazgos femeninos a un orden patriarcal. Parece denso pero The Society también es una trama adolescente. Las hormonas están revueltas. Hay impulsividad, estallidos, sexo intenso, romances, cambiaditas y traiciones.
II.
La historia va así. En el pueblo de West Ham algo huele mal y no es en sentido figurado. Hay un hedor que embarga el ambiente y preocupa a la comunidad. Parecía resuelto pero una noche el olor nauseabundo inunda nuevamente la zona. En la siguiente jornada los padres despiden a los chicos que parten en buses a un campamento de verano. Viajan unas horas y todos, absolutamente todos, se duermen cuando oscurece. De pronto regresan sin razón explícita al pueblo. Muy pronto se dan cuenta que no hay nadie, no funciona Internet ni ninguna otra señal de comunicación excepto el servicio de mensajería en los teléfonos. Luego descubren el bloqueo de las rutas por espesos bosques y que no hay manera de salir de ahí.
III.
Al principio, rocanrol. Los chicos arman fiesta en la iglesia y se dan con todo pero no demoran mucho en comprender que la juerga eterna no funciona. Son las mujeres quienes asumen la necesidad de organizar la convivencia que de inmediato ofrece un escenario inédito: el dinero se desvaloriza por completo y las relaciones sociales prescinden de su estratificación. El mino adinerado, Harry (Alex Fitzalan), pierde todos sus privilegios. En la nueva organización impulsada por Cassandra (Rachel Keller) se distribuyen labores de limpieza, alimentación y orden, y las posesiones personales se convierten en bienes comunitarios.
IV.
Como cualquier líder, Cassandra despierta recelos y resistencia. Un Harry nostálgico de su posición se convierte en antagonista. Algo ebrio en un carrete sugiere que la líder podría desaparecer. Un chico desadaptado decodifica su mensaje de odio y comete un magnicidio en la naciente comunidad. Su hermana Allie (Kathryn Newton) asume el puesto, y ejerce el poder organizando una fuerza policial eminentemente masculina y amedrentadora con los chicos del equipo de fútbol americano. Allie controla las armas, estabiliza a la comunidad y siente que el período de mano dura que incluye el ajusticiamiento del asesino de su hermana, debe ceder a elecciones libres. Para West Ham es el momento de la democracia.
V.
Cuando la líder rodeada de colaboradores y consejeros siente que la situación se maneja a pesar de la candidatura de Harry, que básicamente propone volver al sistema privado e individualista, irrumpe por los palos una tercera postulación, Lexie (Grace Victoria Cox), cuyo perfil es la crítica descarnada hacia ambas posiciones sin ofrecer propuesta a cambio. Se asume como la voz de los sin voz, de los inconformistas, los rezagados, el cable conector al resentimiento en un guiño inequívoco al papel de Donald Trump en la última elección presidencial de EE.UU.
VI.
El final de la primera temporada de The Society deja absolutamente prendado porque el sistema de gobierno registra un nuevo vuelco y sobre ese giro surgen pistas sobre qué ha sucedido, si la novel comunidad de West Ham existe en un mundo paralelo, o habitan un limbo mientras intentan organizarse con la oportunidad única de no cometer los mismos errores de la sociedad tradicional y fundar un nuevo orden.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.