Versus: ¿Cuál es el mejor disco para mirar el eclipse?
El pronóstico anuncia eclipse total de sol y los críticos de música de Culto, Andrés Panes y Nuno Veloso, escogieron un disco para acompañar el evento en que, al menos por unos minutos, el día será noche. Mientras uno aplaude Space is the place de Sun Ra, el otro elogia Eskimo de The Residents.
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Sun Ra.[/caption]
Space is the place de Sun Ra: la sinceridad del cosmos
Por Andrés Panes
Visionario y excéntrico hombre de jazz, aunque también lo definen palabras como shamán, gurú o profeta, Sun Ra nunca reconoció lo indicado en su acta de nacimiento (22 de mayo de 1914 en Alabama, Estados Unidos) porque aseguraba venir desde Saturno a cumplir una misión: dirigirse a la humanidad a través de su música. En los 79 años que pasó en la Tierra, grabó más de cien discos que recorren desde el swing hasta el avant garde y sentó las bases de la estética y la filosofía que luego conoceríamos como afrofuturismo. Space is the place es una de sus obras fundamentales, acaso el mayor testimonio de la fascinación que sentía por el cosmos, seguramente su forma de escapar de una realidad opresiva. En el Estados Unidos segregado, a Sun Ra le tocó vivir en uno de los epicentros de la discriminación hacia los afroamericanos e incluso estuvo preso por negarse a integrar las filas del ejército alegando motivos religiosos y de salud.
Voy a escuchar Space is the place para el eclipse porque siento que, a nuestra manera, los chilenos en este momento nos parecemos un poco a Sun Ra y su anhelo de ir más allá de lo terrenal para evadir momentáneamente el entorno inmediato. A uno le enseñan desde chico que está bien tener los pies en el suelo y que está mal tener la cabeza en las nubes, pero, de tanto pensar así, acabamos convertidos en esclavos de la rutina y nos olvidamos de la contemplación. En lo personal, y desde lo simbólico, interpreto el eclipse como una oportunidad para desobedecer los mandamientos que nos transforman en autómatas. Que todo el país ande pendiente del cielo, al menos por un rato, me complace porque desafía al orden habitual. Celebro que ocurra, además, justo a la hora en la que se supone que deberíamos estar produciendo para que el sistema siga andando. Alguien podría decir que se parece a lo que pasa con los partidos de la selección, pero no es lo mismo pegarse a una pantalla, como lo hacemos a diario, que admirar un fenómeno astronómico.
El eclipse trae consigo una invitación a superar la estrechez mental de la modernidad, que nos obliga a correr siempre detrás de lo inmediato, y retomar la ancestral costumbre de prestarle atención a un lugar lejano y lleno de misterios donde ocurren sucesos totalmente ajenos a nuestro control. Space is the place es un cómplice perfecto para sumergirse en la aventura de sintonizar otras frecuencias del pensamiento porque escucharlo también acarrea un desafío sensorial: se trata de una reproducción sonora de la vastedad del universo, con todo lo que eso implica, desde interacciones aparentemente contradictorias entre los elementos que lo conforman hasta pasajes desconcertantes en los que prima la incertidumbre acerca del siguiente movimiento. Es un disco que, tal como el eclipse y todo lo relacionado a los cuerpos celestes, me recuerda lo pequeño que es uno ante el cosmos y al mismo tiempo lo grandioso de tener, como dice el profe Maza, un origen estelar.
https://www.youtube.com/watch?v=dokLwszdUgY
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The Residents.[/caption]
Eskimo de The Residents: el festival de la muerte
Por Nuno Veloso
¿Qué habrá pasado por la mente de los primeros humanos al presenciar un eclipse total de sol? Gracias a la ciencia podemos predecir y explicar estos acontecimientos. Pero, en el mundo antiguo, los fenómenos naturales estaban anclados a supersticiones. En los dos minutos que dura este oscurecimiento total del sol, se abre un portal a lo desconocido, a lo sobrenatural.
En su libro Moominland Midwinter, de 1954, Tove Jansson, la finlandesa creadora de los Moomin entregó una de sus historias más oscuras. En ella, los Moomin -criaturas blancas, morfológicamente algo similares a los hipopótamos- se encuentran hibernando profundamente mientras el frío y prolongado invierno nórdico se abre paso entre noviembre y abril. Moomintroll, el pequeño, despierta de improviso e intenta seguir durmiendo, pero no lo consigue. Solo le queda salir y enfrentarse al clima desolado, a la negra noche que todo lo consume y al viento gélido que cada día es más lacerante. Asustado y a la deriva, avanza por la nieve donde todos aquellos lugares que le son familiares parecen irreales, envueltos en nieve y sombra. Es el mundo de siempre pero torcido, irreconocible.
En ese intersticio entre lo familiar y lo enigmático, entre lo lúgubre y lo sobrecogedor existe Eskimo de The Residents. Editado en 1979 y creado por la mente alienada de esta banda de seres anónimos con cabeza de ojo, se trata de una obra inclasificable, un experimento sobre la vida en el ártico que deslumbra al apelar a lo inexpresable y numinoso. Es tal vez la obra conceptual más desconcertante jamás registrada, hecha para habitar fuera del tiempo y fuera del reino de la música, incluso.
Si bien uno podría musicalizar un eclipse de Sol fácilmente con obras como el perturbador A Blaze In The Northern Sky de Darkthrone, o dejarse llevar por el ánimo sacro de Within The Realm of a Dying Sun de Dead Can Dance, Eskimo lo desafía todo pues sónicamente es un manifiesto de lo inasible: aquí no hay canciones de las cuales agarrarse, solo hay pa(i)sajes. Acá despunta el rugir de la ventisca que abre paso al latido de tambores, hay gruñidos ininteligibles, el vaivén del oleaje distante, lamentos de animales salvajes y el aullido de instrumentos de viento que tejen melodías siniestras. Es un álbum que transporta hacia un paraje de noche eterna, donde el pasar del hombre no es más que un murmullo ante la solemne y ensordecedora presencia de la naturaleza. Aquí, la mera existencia del hombre resuena como un misterio. Los cánticos ceremoniales se desvanecen en el entorno, luchando contra las inclemencias del tiempo e intentando comunicarse con los espíritus.
Eskimo es enfrentarse a lo más tenebroso y ancestral: es remover la ilusión de seguridad y certeza que entrega la civilización, la ciencia y la lógica. En el único instante de la placa donde emerge un atisbo de armonía, es en los minutos finales de "The Festival of Death", una suerte de ritual que celebra el fin de seis meses de noche polar.
Más que servir de acompañamiento para la experiencia de un eclipse total de Sol, Eskimo ES un eclipse, una suspensión de la certeza, una alineación que aliena. Escucharlo, cuando sea, en donde sea, con audífonos y a todo volumen, genera una fisura en la realidad, un vórtex que apunta hacia un paraje inhóspito y oscuro, ese vértigo que se revela y se rebela: reconocer la verdadera cara de nuestro Universo, indiferente, fría y negra.
https://www.youtube.com/watch?v=DXcbaNveCZU
*Recuerda seguir la playlist de Culto en Spotify con las canciones que miraron al cielo.
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