Versus: ¿Cuál es el mejor disco de Depeche Mode?

DEPECHE MODE
Depeche Mode.

Los críticos de música de Culto, Andrés Panes y Nuno Veloso, enfrentan sus lecturas del que aseguran es el mejor disco de los ingleses. Mientras uno aplaude Songs of faith and devotion, el otro elogia Ultra.


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Andy Fletcher, Dave Gahan y Martin Gore en 1985. Foto: David Redfern/Redferns/Getty Images.[/caption]

Songs of Faith and Devotion: ¿Es la simplicidad lo mejor, o simplemente lo más fácil?

Por Nuno Veloso

Y pensar que, cuando yo estaba en el colegio, DM significaba Depeche Mode y nada más. Décadas antes de los direct messages, las nuevas se esparcían por el mundo de otra forma: fue gracias a un amigo del colegio -y a su hermano, ambos fans- que me adentré en el mundo de los de Basildon. A cambio de mis CDs de The Cure, conocí el Music for the Masses, el Violator, el Singles 81-85 y el Black Celebration.

Al escuchar los primeros minutos de Music for the Masses, quedé asombrado por la vibra densa de "Never let me down again". Era un sonido titánico, irresistible. Pero lo que me vendió el paquete completo fue la forma en que la canción –a medida que avanzaba- se iba contaminando, dejando envolver por una atmósfera oscura y épica. El final, con el sonido de la ventisca, despejando el paso a "The Things you said" inmediatamente me trajo a los oídos a Pink Floyd. Pensaba, qué increíble que también se atrevan a ligar las canciones entre sí, a conectar distintas escenas. Había un ánimo de inquietud que yacía por debajo del disco, en canciones como "To have and to hold", "Nothing" y "Little 15", y que me hizo querer escuchar más de ellos. Y así fue. Incluso, muchas de las primeras canciones que logré sacar en teclado fueron del A Broken Frame ("The Sun and the Rainfall"), del Black Celebration ("Sometimes"), de Some Great Reward ("Somebody") y, por supuesto, del espectacular Violator ("Blue Dress").

https://www.youtube.com/watch?v=GrC_yuzO-Ss

Recuerdo haber escuchado el Songs of Faith and Devotion apenas salió, en 1993, y quedar maravillado por la forma en que decidieron comenzar el álbum: ese violento chirrido como de una aguja rasgando un vinilo y esa guitarra blusera con la voz de Gahan en primer plano sobre una atmósfera gospel, cargada de intensidad. Depeche Mode estaba dejando de lado el énfasis en los teclados, y el sonido de una batería en vivo tocada por Alan Wilder lo confirmaba. Aquella oscuridad siempre presente en la música de la banda, y que me había cautivado en un comienzo, se estaba manifestando ahora de forma tormentosa. Y me encantó. Me recordó mucho al movimiento dado por The Cure un año antes, en el Wish, cuando la asfixia de Disintegration la trasladaron a un terreno más incandescente, en canciones como "Cut", "End" y "Open".

Es cierto que Songs of Faith and Devotion fue el disco que casi destruyó a Depeche Mode. Fue el disco donde Alan Wilder -el hombre que ayudó a edificar el sonido más industrial, ese que partió en Construction Time Again- terminó dejando el puesto, dejando la banda tal como estaba después de la salida de Vince Clarke. Fue el disco que casi mata a Gahan de una sobredosis. Fue el disco que los instaló en el puesto número 1 tanto en Estados Unidos como en Reino Unido. Fue el disco donde lo perverso y lo sacro, esas dos obsesiones que siempre atormentaron a Gore, se depuraron y se entregaron al servicio de verdaderos himnos -gospels- cargados de ansiedad, como "Condemnation", "Walking In My Shoes" y "Higher Love".

Debajo de los sintetizadores, durante años el rock tuvo un lugar en el imaginario de Depeche Mode, y Gore coqueteó con él en la época de Music for the Masses, tanto en su versión de "Route 66", como en "Pleasure Little Treasure" y luego en "Personal Jesus", de Violator. Sin embargo, es en este disco en donde Depeche Mode tuvo la osadía de convertirse realemente en una banda de rock, con el triunfo asociado y debiendo pagar a cambio el precio correspondiente por tamaño riesgo, como penitencia. Por ello es el álbum que mejor condensa el espíritu de Depeche Mode, reflejo de la dualidad que palpita en cada uno de nosotros: lo terrenal ("In Your Room", "One Caress") y la búsqueda de lo trascendente ("Mercy In You", "Get Right With Me"). En la canción "Judas" -uno de los momentos más hipnóticos del disco- Gore pregunta: "¿Es la simplicidad lo mejor, o simplemente lo más fácil". Pues bien, aunque lo parezca a simple vista: este disco no es ni simple ni fácil. Es el mejor. El sendero más angosto es siempre el más sagrado.

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Martin Gore, Dave Gahan y Andy Fletcher en 2013. Foto: Jason Merritt/Getty Images for Press Here.[/caption]

Ultra: la suma de todas las crisis

Por Andrés Panes

La mera existencia de Ultra me resulta fascinante porque rema contra toda lógica. Depeche Mode era una banda en ruinas en los años previos a su salida. La gira de Songs of faith and devotion, si bien había sido la más grande de su carrera, redujo al cuarteto a un trío. Alan Wilder, fundamental para su dirección musical, abandonó exhausto el buque tras el último de los 159 shows que dieron. Para colmo, cada uno de los que siguieron a bordo vivía su propio infierno: Dave Gahan era un muerto en vida por culpa de las drogas, a Martin Gore lo perseguía el alcoholismo y Andy Fletcher experimentaba problemas nerviosos. Las relaciones dentro de la banda llegaron a un punto crítico durante el tour. En los hoteles pedían habitaciones en pisos distintos para no toparse e incluso daban entrevistas por separado. El único lugar donde se veían era el escenario, donde el debilitado Gahan solamente podía subirse a cantar si le inyectaban una dosis de cortisona.

Tomando en cuenta la situación, me parece loable que Gore y Fletcher aun así tuvieran la iniciativa de seguir adelante y darle forma a un disco nuevo. Sobre todo pensando que al mismo tiempo Gahan hacía lo posible por borrarse: el 95 se cortó las venas mientras hablaba con su madre por teléfono y al año siguiente pasó dos minutos clínicamente muerto por abusar del speedball, una mezcla de cocaína y heroína que se consume de forma intravenosa. Por lo que han confesado después, Gore y Fletcher vivían con el miedo de que en cualquier momento los llamaran para anunciarles la muerte de Gahan. Sentían preocupación, pero al mismo tiempo resentían el daño que sus adicciones le causaban al grupo. En ese momento, la continuidad de Depeche Mode peligró más que nunca. Como si fuese poco, las primeras sesiones de grabación fueron un asco. El vocalista no daba la talla y tuvo que entrar a rehabilitación para volver en sí. Curiosamente, el solitario testimonio de aquel delicado momento es una de las mejores canciones del disco, "Sister of night", aunque la versión final es un collage armado con distintas tomas de voz.

https://www.youtube.com/watch?v=V7GCrTFCXYo

Gran parte de la prensa hizo el intento de farandulizar la travesía de Gahan y Depeche Mode, buscando titulares escandalosos e interpretando erróneamente sus letras, pero lo cierto es que Ultra no tiene nada de trivial. Es de vida o muerte, es aletear o hundirse. En el libro Dave Gahan: Depeche Mode and the Second Coming, el autor Trevor Barker plantea que es un disco de espíritu country porque equivaldría musicalmente a sentarse en un porche a contemplar la propia mortalidad. El aspecto de Gahan en el video de "Barrel of a gun" es precisamente el de un hombre que recién le vio la cara a la parca. "Esa canción no trata sobre mi intento de suicidio, pero todas las demás canciones del disco hablan acerca de morir", dijo alguna vez el frontman. Cabe recordar que el fallecimiento del papá de Gore también incidió anímicamente en Ultra, que en lo musical es una secuela de Violator más que del rockero Songs of faith and devotion, aunque con su propio sello, muy influenciado atmosféricamente por Massive Attack. A mí, que me gustan las historias de redención más que las de ascenso, se me hacen irresistibles estos Depeche Mode con abolladuras, humanos a más no poder. Tienes que pegarte un par de buenos tropezones para poder escribir una maravilla como "Home".

https://open.spotify.com/album/0OWIVcNE4aItrlRvMUVueO?si=waCy_rzoTLCrTaLPnZVzSg

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