El cuarto mundo: la obra perdida de Carlos Ortúzar vuelve a la vida

Desaparecida en 1973 del entonces UNCTAD III, la pieza kinética fue recreada y se reinstala este viernes en el GAM.


La Tercera Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo (UNCTAD III) a realizarse en Chile en 1972 supuso la mayor hazaña constructiva del gobierno de Allende: reclutar a miles de obreros voluntarios y levantar una sede de 13 mil metros cuadrados en sólo 275 días. Para reflejar el carácter artístico que luego tendría el centro, se le encargó al artista Eduardo Martínez Bonati comisionar 35 obras de arte que estuviesen integradas al edificio.

Carlos Ortúzar, amigo y socio de Martínez Bonati en el Taller Diseño Integrado, creó El cuarto mundo: una esfera de acero tridimensional de 3 metros de diámetro, con orificios donde iban otras circunferencias que se  movían con el viento. La pieza aludía al desarrollo que planteaba traer la ONU al Tercer Mundo, para construir un mundo nuevo de mayor igualdad.

Tras el Golpe de Estado, el edificio fue ocupado por la Junta Militar y la escultura de Ortúzar desapareció para siempre. Este viernes, 46 años después, la obra es reinstalada donde estuvo originalmente, en la entrada norte del actual Centro Gabriela Mistral (GAM), con el apoyo del Ministerio de Bienes Nacionales y como parte de la 14 Bienal de Artes Mediales: Cuarto Mundo, que abre el próximo martes.

"La obra es el símbolo de la bienal, que habla de reentender la relación entre humanos y  ecosistema", dice Enrique Rivera, director del evento que tendrá actividades también en sedes como el MAC, Museo de Bellas Artes y el Centro Nacional de Arte Cerrillos. "Lo bonito de recuperar la obra de Ortúzar es que fuimos a la misma fábrica donde se hizo la escultura originalmente y ellos cofinanciaron la elaboración", cuenta Rivera.

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Registro histórico de cómo lucía la obra de Ortúzar en 1972, sobre una pileta de agua.[/caption]

La maestranza JEMO, creada hace 80 años por Juan Enrique Martínez Oyarzún, se dedica hoy a proveer de insumos a otras compañías. "Para nosotros como empresa familiar fue emocionante involucrarnos en este proyecto artístico que en su momento aceptó mi abuelo y fue un desafío porque sólo contábamos con fotos para reproducirla. La fábrica fue intervenida después del 73 y mucho material de archivo se perdió", cuenta Cristian Martínez, heredero de la firma. "En esos años, la escultura de Ortúzar casi no pudo terminarse porque los obreros de JEMO se fueron a huelga; sin embargo cuando supieron que se trataba de una obra de arte para la UNCTAD III, decidieron hacer una excepción y finalizar el trabajo", cuenta el investigador del arte David Maulén y uno de los que más ha indagado en el trabajo de Carlos Ortúzar.

Arte integrado

A fines de los 60, Carlos Ortúzar participaba de la escena local con una mirada vanguardista de lo que debía ser el arte. Con sus socios artistas, Eduardo Martínez Bonati e Iván Vial, fundó en Providencia el Taller DI (Diseño Integrado), que planteaba la idea de un arte integrado a la vida cívica, asequibles a toda la comunidad. Juntos ganaron el concurso público para el mural del  paso bajo nivel del Cerro Santa Lucía.

En este sentido, la obra de Ortúzar bebía del movimiento minimal de EEUU y del enfoque del diseño industrial que tenía del  apoyo que recibió de un ex Bauhaus, Gyorgy Kepes, desde el centro de investigaciones visuales del MIT, que apelaban a la masividad del arte y a la unión de las disciplinas.

"Habían otros grupos (en ese momento) como Forma y Espacio de Gustavo Poblete que también iban en esa dirección. El artista debía usar la tecnología de la época, hacer un arte semi industrial que llegara a mucha gente y que permitiera trabajar con la percepción de las personas sobre el espacio, los sonidos y el entorno. Ortúzar creía que el arte debía insertarse en el proceso social y técnico de la época y por eso también estuvo involucrado en las reformas universitarias de esos años", dice Maulén.

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La nueva versión de la obra de Ortúzar trabajada en la maestranza JEMO. Foto: Benjamin Matte[/caption]

El investigador entrevistó a uno de los arquitectos del edificio UNCTAD, Sergio González, quien le relató cómo se percató de la desaparición de la escultura de Ortúzar. "Me dijo que llegó al edificio el mismo 12 de septiembre y le preguntó a un militar joven que estaba de guardia qué había pasado con la escultura y éste le dijo que ' a mi general no le gustó la obra, pero no se preocupe porque la desarmamos, la envolvimos en papel mantequilla y la guardamos en el subterráneo'. A las horas, otro grupo de militares fue a la casa de González y lo detuvieron", cuenta Maulén.

El destino de las obras de la UNCTAD fue dispar. Más de la mitad desapareció, entre ellas una intervención de cerámicas de Nemesio Antúnez, un mural de José Balmes, unos murales de madera de Mario Toral y otro de Mario Carreño. "Lo curioso por ejemplo es que a Pinochet le encantó la pintura de José Venturelli, que era un comunista acérrimo y esa sobrevivió", comenta Maulén.

Desde su apertura bajo el nombre de Centro Gabriela Mistral, se han recuperado 14 obras, entre ellas piezas de Sergio Castillo, Sergio Mallol, un conjunto de Federico Assler. "Además, se está creando un archivo digital sobre la arquitectura y arte del edificio para el 2020. El trabajo, que contemplará planos, maquetas, videos y más de 3 mil imágenes sobre el edificio, está a cargo de Paulina Varas, académica e investigadora del Campus Creativo de la UNAB. También en la Segunda Etapa del edificio se recuperará una escultura de Félix Maruenda y un mural de Santos Chávez", dice Felipe Mella, director del GAM.

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