Bodyguard, sí señora
"Fui un soldado.. todo eso ¿Por qué? Por políticos y mentirosos". La ficción, que hoy es candidata a mejor serie dramática y mejor guión de drama, da cuenta de los trucos y engaños al interior de la política británica para lograr propósitos propios con el bien de la nación' como excusa. Las persecuciones, tiroteos y ataque terroristas dan las dosis de acción y los giros dramáticos propios de la historia, mantienen al espectador dudando de quién es quién.
Jed Mercurio, acostumbrado a las series policiales y médicas, quería crear un drama político que no demandara demasiados conocimientos de política, que fuera lo más masivo posible, pero que aun así, fuera impredecible.
El resultado fue Bodyguard, que hoy postula a mejor serie dramática y mejor guión de drama, compitiendo con Succession, Game of Thrones, Killing Eve y Better Call Saul, entre otras.
Los primeros 15 minutos de la serie son pura tensión. David Budd (Richard Madden, acento escocés incluido), un veterano de Afghanistan que salió de la guerra físicamente ileso pero aturdido por el estrés postraumático, se da cuenta de una pareja de pasajeros que viaja en el mismo tren que él y sus hijos, actúa de manera sospechosa. Su instinto entrenado para la guerra le dice que si no actúa rápido, todos morirán víctimas de un ataque terrorista.
De vuelta en Londres, lo asignan como guardaespaldas de Julia Montague (Keeley Hawes), la ministra del interior del gobierno Inglés y miembro del partido conservador. Julia tiene fama de fría y calculadora. Está a favor de la guerra y promueve una ley antiterrorista que fomenta la vigilancia gubernamental a los ciudadanos. David, en la otra esquina, tiene una visión política completamente opuesta, pero es su trabajo protegerla, y responder a todas sus órdenes con un "Sí, señora" (Yes ma'am).
La serie, disponible en Netflix, tiene seis capítulos de drama político encubierto en las vidas de David y Julia. En la primera mitad de la serie, uno se hace la idea de quienes son estas personas y en la segunda mitad, cuando la violencia y la tragedia golpean la trama, cualquier percepción que se pueda haber formado de los personajes empieza a tambalear. Asumir cosas de la gente puede tener consecuencias.
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