Taylor Swift: cara a cara con la mayor estrella del planeta

Foto: Getty Images.

¿Cómo es ver en vivo a la máxima figura del pop actual, la artista que más discos vende (incluso físicos) y la estrella que hasta ha obligado a la Casa Blanca a responder algunos de sus dichos? Un periodista de Culto estuvo en un concierto privado que la estadounidense dio en Francia y comprobó que su figura solitaria en escena es inversamente proporcional al éxito gigantesco de su fenómeno. Una experiencia que podría llegar a Chile en 2020.


Ni la euforia de los cientos de fanáticos que lograron entrar, ni tampoco la atenta mirada de la prensa internacional que fue citada a asistir a la primera presentación en vivo de sus nuevas canciones, el pasado lunes 9 de septiembre. Nada la perturba.

En la mitad de su show, las luces, los colores e incluso los diez músicos abandonan el escenario luego de una estridente primera media hora. "La mayoría de las nuevas canciones jamás las he tocado en vivo", señala mientras se cuelga su guitarra acústica y solo un foco la ilumina. "Estaba pensando que la mejor forma de hacerlo sería tocarlas en formato acústico, tal como fueron creadas", suelta después, iniciando así un bloque de 30 minutos donde intercala en solitario -entre el piano y la guitarra- composiciones confesionales que hablan sobre depresión, sexismo y borracheras.

A pesar de que las entradas para este show exclusivo para 2.000 personas no estaban a la venta, centenares de swifties (como se hacen llamar los fanáticos de la cantante) se acumulan en la entrada del histórico L'Olympia de París. El legendario teatro que en los 60 albergó las primeras actuaciones en el extranjero de The Beatles y The Rolling Stones, que atestiguó el estreno de Non, je ne regrette rien, de Edith Piaf, o que marcó el inicio del exilio de Quilapayún cuatro días después del Golpe Militar, hoy está teñido de adolescentes vestidos de rosa y brillantinas que esperan ansiosos ver de lejos a su ídola. Quienes sí pudieron entrar fueron devotos de 37 países que obtuvieron una invitación a través de las redes sociales de la cantante o mediante concursos.

La expectación era enorme. No solo iba a tocar por primera vez los tracks de Lover, su séptimo disco y uno de los más exitosos de la temporada, sino que era su primer concierto en 10 meses y el regreso a Francia luego de ocho años. Banderas de México, Brasil, Inglaterra, Japón y Australia, y carteles en distintos idiomas, evidencian parte del arrastre del mayor fenómeno del pop actual.

Al interior, una intimista Swift hace su show más pequeño en años: al parecer, su puesta en escena más austera es inversamente proporcional a la maquinaria gigantesca que funciona tras su presente. Aun así, el coro del público en cada canción, incluso en las que debutaban en vivo, es estridente. Taylor Swift aprovecha cada pausa con sus swifties, ya sea para comunicarse amablemente con ellos o también para crear un momento de frenesí mirándolos fijamente en silencio.

Su solitaria figura, acompañada solo por su guitarra, por momentos es el vivo recuerdo de una niña de 12 años que viajaba constantemente 1.300 kilómetros con su madre a probar suerte a una esquiva Nashville, la capital del country. Esa misma madre la miraba esta noche de septiembre con orgullo desde la platea, desde donde fue ovacionada cuando ingresó. El público está conmovido por la conocida batalla contra el cáncer de Andrea Finlay, de 61 años, y de cómo eso ha afectado la vida personal y profesional de su hija. Se sacan fotos con ella, la aplauden y le dan ánimo. Esa es la cercanía que despierta Taylor Swift en sus fans: su familia también es parte de su historia y de su carisma.

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Foto: Getty Images[/caption]

Una musa contra Trump

Aun así, pese a la química y la confianza con sus seguidores, Swift sabe que cada movimiento y palabra suya es seguida atentamente por millones de personas. Es más, tres veces (2010, 2015 y 2019) ha sido seleccionada por la revista Time en su lista de las 100 personas más influyentes del mundo. Taylor es recatada, quizás en exceso, y eso le generó numerosas críticas debido no solo a su silencio en las últimas elecciones presidenciales de EE.UU., sino que también a su mutismo en torno a otras coyunturas que han afectado a su país. Hasta ahora.

En la última edición de los MTV Video Music Awards del 26 de agosto, donde ganó en la principal categoría, la artista aprovechó esa vitrina para interpelar a Donald Trump. "La petición para la Ley de Igualdad cuenta ahora con medio millón de firmas, cinco veces más de lo necesario para justificar una respuesta de la Casa Blanca", disparó, aludiendo a una campaña que la misma cantante lanzó durante junio, en el mes del orgullo gay, a través del portal Change.org.

La respuesta llegó de parte de la consejera del presidente, Kellyanne Conway, a través de Fox News. "Creo que cuando en Hollywood los cantantes se politizan, en el momento justo, hacen mucho ruido. Pero hemos visto tantas veces que eso podía volverse contra ellos y explotarles en la cara". Y Conway terminó su declaración con un pequeño consejo para la cantante, citando el título de uno de sus singles: You need to calm down (Necesitas calmarte). Más allá del enfrentamiento, Swift consiguió remecer a la Casa Blanca y que la administración Trump responda sus alusiones: a ese nivel llega su influencia global.

Lover en la ciudad del amor

"Con este disco quiero explorar las distintas facetas del amor, tomar una especie de Snapchat de las emociones", señaló en el concierto, haciendo mención a una de las redes sociales preferidas por los adolescentes. "Cada canción es una instantánea que me permite revivir esos momentos". Todo está bien controlado en su performance, quizás en exceso. A diferencia de la grandilocuencia escénica y coreográfica de sus giras anteriores, Taylor ahora es pausada y cuida cada movimiento con sensual delicadeza.

Si bien Reputation (2017) había anunciado la adultez de la artista, en Lover (2019) se desprende de todo prejuicio y retoma parte de los colores de sus precedentes en clave electropop y con una bien lograda estética synth-pop ochentera, que van desde la cándida Paper rings hasta la intensidad de The archer, el punto más alto del disco.

En esta "carta de amor al amor", como ella misma describe a estas 18 nuevas canciones que también compuso, Swift aborda los altibajos de sus experiencias sentimentales, pero intercalando mensajes antisexistas ("estoy tan cansada de correr tan rápido como pueda/ preguntándome si llegaría más rápido si fuera un hombre", canta en The man); o directamente dirigiéndose a sus críticos ("preparaste palomitas de maíz/apenas mi reputación comenzó a irse abajo", es parte de I forgot that you existed); o apuntando en contra de la homofobia ("el sol brilla en la calle en la marcha del orgullo gay/ pero tú prefieres estar en la oscuridad/ Hacer ese cartel/ te debe haber tomado toda la noche", en You need to calm down).

Al igual que sus anteriores trabajos, Lover fue un éxito casi inmediato, se convirtió en su sexto disco consecutivo en el primer lugar del Billboard y sus tres singles (Me!, You need to calm down y Lover) alcanzaron el top 10 del mismo ránking. El álbum, que cuenta además con la colaboración de artistas como Dixie Chicks y Brendon Urie de Panic! at the Disco, vendió el equivalente a tres millones de ejemplares en su primera semana y se convirtió en la artista mejor pagada de 2019, según la revista Forbes.

A diferencia de sus contemporáneos, Swift aún insiste en el formato físico, dándole prioridad en sus lanzamientos. Según un estudio de la revista Variety, es la artista actual que más discos físicos vende. En 2017, su penúltima entrega, Reputation, logró despachar más de un millón de copias en su primera semana, duplicando al segundo lugar de los más vendidos de ese año (Divide de Ed Sheeran). Este mes, la misma revista reportó que Lover alcanzó esa cifra en la etapa de preventa, es decir, antes de que el disco saliera publicado.

¿No más estadios? ¿A Chile?

Último bloque del show y vuelven los colores, las luces y los músicos. El público estalla y se encienden las pulseras que cada asistente tiene en sus muñecas, en sincronía con los beats de sus clásicos Style y Shake it off, de 2014, los que intercala con You need to calm down y Lover, dos singles de su último disco.

Misma respuesta eufórica y mismo canto cerrado para singles que no tienen más de un mes, dejando de manifiesto que Taylor es la gran propietaria de los himnos pop de la presente década.

En una reciente entrevista con Rolling Stone señaló la posibilidad que la gira de Lover no contemple grandes escenarios, como lo ha venido haciendo de manera sistemática desde 2012. ¿La razón? Ella cree que las canciones de este disco se viven mejor en una experiencia más íntima.

Una promesa que, eso sí, tuvo un vuelco inmediato: en la última semana se anunciaron las primeras fechas de su tour mundial para 2020, el que pasará por grandes festivales y recintos multitudinarios, como el estadio Allianz Parque de Sao Paulo, espectáculo pactado para el 18 de julio. De hecho, desde hace meses que se negocia su debut en Santiago para el próximo año y en el Estadio Nacional, único lugar posible que hoy la podría recibir en la capital.

Sería el primer gran cara a cara con una amplia fanaticada local que, igual que en el resto del mundo, la observa como la figura mayúscula de los tiempos que corren. Una divinidad del pop corporativo en el siglo XXI. Aunque ella se empeñe en demostrar lo contrario.

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