"Cuando empecé con Los Prisioneros, dejé de ser niño recién": Jorge González y un recorrido por su infancia
La relación con su madre, hermanos y abuelas. Su gusto por el fútbol y la historia del piano que le permitió explorar sus inquietudes musicales, son parte del registro en que la agencia Felicidad Pública indaga en aspectos desconocidos de la infancia del líder de Los Prisioneros.
La infancia suele ser un período poco referido en las biografías de los artistas, salvo casos en que esta sea significativa en la trayectoria posterior. Pero conocer los rincones que sirvieron de patio de juegos, los pequeños momentos que fueron definiendo el carácter y la relación con padres y hermanos, nos proporciona una imagen del sujeto inmerso en su tiempo, antes de su conversión a figura de dominio público.
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La agencia Felicidad Pública ha trabajado ese concepto en la serie Prehistoria. Se trata de indagar en la niñez de personajes relevantes antes de que su nombre saliera de su círculo inmediato. Así hay cápsulas dedicadas a Mariana di Girólamo, Álvaro Díaz, Héctor Noguera, Raúl Zurita, Paloma Salas y Mauricio Garrido. Un capítulo recién estrenado está dedicado a la infancia de Jorge González, el líder de Los Prisioneros.
El clip fue dirigido por Piedad Rivadeneira, exdirectora de arte de revista Paula y también exdirectora creativa de revista Fibra. En la edición estuvo la fotógrafa Andrea Moletto.
En el video de poco más de cuatro minutos, González se explaya sobre su niñez en el paradero 16 de ochagavía, en el vecindario de la Gran Avenida. "¿Mi barrio? era lindo. No era muy pobre, era clase media. Podíamos jugar en la calle antes y en la casa, una casa grande con patio jardín que parecía selva. Muy bonita. Todavía está ahí". Fue en su hogar, en que Los Prisioneros comenzaron sus ensayos, en la sala donde la madre de Jorge hacía sus labores de costura. Años después, grabaría allí su tercer disco solista Mi destino: Confesiones de una estrella de rock.
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Mami
En esa casa de patio grande, en donde se abrazaban San Miguel y La Cisterna, el artista creció con sus padres y hermanos. "Mi mamá muy linda, me quería mucho -cuenta en el video-. Muy cariñosa. Sí, muy cariñosa mi mamá. Me hacía la ropa, todo eso. Celeste entero", comenta sobre Ida Ríos. Sobre su padre, con quien comparte el nombre, afirma: "Mi papá. Buena onda, jugaba mucho. Lo quería mucho a mi papá. Salía mucho a pasear con él".
"Siempre le tuve fe a la capacidad de Jorge, aunque debo reconocer que al comienzo no entendía mucho lo que significaba su música -dijo González padre, "Koke Rey", a Súper Rock en 1987- Pero después me di cuenta de que había bastantes cosas en las letras, y ahí me percaté de que realmente tenía futuro lo que estaba haciendo con Miguel y Claudio".
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Justamente, fue a través de sus progenitores que González se acercó a la música. Por su padre, conoció la dinámica de gente que se junta a tocar música en alguna tarde perdida en los recuerdos. "Tenía un grupo folclórico, el Ministerio de Tineo y lo pasaba muy bien. De ahí me quedó gustando, la verdad. Yo creo, con mi papá y mi mamá también que era fanática de Elvis. De la época de ella, Adamo, Raphael, Leonardo Favio, Camilo Sesto. En fin, música en español". Ese bagaje, descrito en muchas oportunidades fue decisivo para el trabajo del músico.
La madre es una figura que ha surgido en otros momentos. Como un recuerdo que se rebobina en la memoria. "La quiero ene. Además de que soy un privilegiado por tener una mamá que haya dejado meter la batería en mi pieza y ensayar en la casa -dijo González a sueter.net cuando el nuevo milenio solo llevaba unos meses-. El apoyo que me han dado mis papás o mi familia para poder ser la persona que soy ha hecho la mitad de mi carrera fácil. Hay mucha gente que tiene talento, pero ya cuando empiezan a hacer música o quieren meter un poco de bulla en la casa, los van cortando. Sobretodo en mi caso, que por mi capacidad intelectual podía seguir otras carreras que no fueran la música –entre paréntesis- que podían ser más rentables".
"Mami, mi puente desde dios/fluye en mi camino desde tus ojos hacia donde el sol/cielo despejado/guía de esta increíble reencarnación", canta Jorge en "Mami", la canción que le dedica en el disco homónimo de Los Prisioneros, aquel que lanzaron en 2003, tras su retorno a los escenarios. "No hay vida/no hay muerte", remata, en una letra que deja su habitual filo directo para ensayar una lírica más basada en imágenes que en una narración ingeniosa. Como si quisiera conservar para sí parte de los recuerdos. Como si no bastara solo una canción.
https://www.youtube.com/watch?v=ctHu1so7nkE
"Oye, es en gran parte a lo que vine"
Se sabe que en la casa de San Miguel había un piano. El músico ha contado en otras ocasiones que fue el primer instrumento al que tuvo acceso. Posiblemente allí surgió el interés por los teclados que luego plasmó en trabajos posteriores. Lo interesante es que en el registro desarrolla la historia del cordófono en cuestión. "Ahí me escondía, en el piano. Un piano vertical que mi papá había comprado en una iglesia que lo quería vender. Y me gustó mucho el piano. Sí, aprendí solo. Eso es lo que yo sabía de teoría musical, lo del piano. Jugaba mucho con el piano, le sacaba la caja, lo grababa de distintas maneras. Me encantaba escribir y hacer música. Nota a nota".
No solo tocando la guitarra o el piano. También en sus días en el Liceo 6 comenzó a cantar junto a Miguel Tapia. "El canto, definitivamente. Forzado, porque tenía que haber un cantante y yo me ofrecí. Soñaba con tocar en un parque, en un lugar abierto. Se cumplió mucho después".
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Sobre sus hermanos, Marco y Verónica, también se explaya. Sobre ella, la menor de la familia, cuenta que "era chiquitita y yo la quería mucho, era la guagua. Que pedía pasear '¿vamos? no', decía. Se respondía sola".
En la relación con Marco explora su gusto por el fútbol. "Tengo un hermano. Jugaba mucho con él a la pelota en la calle, a perseguirse, todas esas cosas de niño. Lo que más me gustaba era jugar al fútbol. Me gustaba mucho la pelota. No me aburría mucho la verdad". Más adelante detalla que en su pieza de adolescente tenía posters de cantantes y equipos como "la Unión [Española] campeona del 72' y del Colo subcampeón de ese año". Ese gusto, colado en pocos momentos de la obra del artista, se plasma en la canción "Caszely", una canción con sabor a electrónica arrabalera que cierra Mi Destino.
https://youtu.be/Rgp4AO-Evts
"Observar la propia vida"
A la manera de una oda a su familia, González también comenta el vínculo con su abuela. "Me acuerdo de ella, mucho. Me quería mucho mi abuelita, que era madrina también, así que le decíamos 'ina', por madrina. Me llevaba a pasear. Fuimos a Villa Alegre adonde era ella, cuando yo tenía como 11 años y me encantaba. Era buena onda conmigo la señora".
Como en muchos hogares, en la casa de los González Ríos había mascotas. "La Mona, una perrita que teníamos y la atropellaron. Pero era muy querida. Tuvo muchas veces cachorritos. Tenía un esposo en la casa, Lassie. Y los dos tenían hijos todas las temporadas que podían. Qué lindo".
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Por cierto, hubo tiempo para perfilar algunas ideas y creencias. "Cuando chico creí en Dios. Se me pasó rápido". También su gusto por la lectura. "Me contaban cuentos, todavía me cuentan cuentos. Caperucita Roja y el señor lobo, ese me contaban, el patito feo, yo le contaba a mi hijo, Pulgarcito, todas esas historias de los hermanos Grimm. Bueno para leer Quimantú, que en esa época era muy popular. Historietas argentinas como Patoruzito, Isidoro, buenas cosas".
La madre ya lo ratificaba a Súper Rock, en el 86', el año decisivo. "Choche siempre ha sido intelectualmente inquieto. Se devoraba los libros y no sólo aquellos que por obligación hay que leer en el colegio".
"Cuando empecé con Los Prisioneros, ahí creo que dejé de ser niño recién -afirma González en el registro-. En verdad tengo esa sensación. Cuando tengo que escribir voy en el recuerdo, me sirve mucho observar la propia vida".
https://twitter.com/jgonzalezmusico/status/1192049229130326016
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