Historia de un matrimonio: la fractura del amor
El divorcio de una pareja es la premisa de la nueva cinta de Netflix, protagonizada brillantemente por Adam Driver y Scarlett Johansson, que se instala dentro de las mejores películas del año.
El momento exacto en que una pareja se rompe, de modo irremediable, es el tema que indaga el director Noah Baumbach (Frances Ha, Greenberg) en Historia de un matrimonio, inspirado en su divorcio con la actriz Jennifer Jason Leigh. ¿El amor por el otro se acaba cuando termina una relación? ¿Basta el amor para sostener un matrimonio?
La película parte con una lista escrita en papel que hacen Charlie (Adam Driver en una actuación inmensa y conmovedora, que seguro lo instalará entre los nominados al Oscar a mejor actor) y Nicole (Scarlett Johansson dando todo de sí y demostrando que es una actriz de peso, aunque la industria la ha subvalorado), donde describen todo lo que les gusta del otro. El tono romántico del inicio, que es arrebatador, es solo un espejismo: están en la consulta de un sicólogo que mediará en su ruptura, porque tienen un hijo que los unirá para siempre y ambos quieren que sea una salida lo menos dolorosa para él.
Para Baumbach, lo fundamental no es tanto cómo se conocieron —él es director y dramaturgo teatral y ella la actriz de sus montajes, el trabajo ha sido uno de sus motores y los egos comienzan a chocar—, sino por qué llegaron al punto en que el amor se fracturó, pese a los "te amo", a la vida conjunta y a la evidente química y comunión que persiste entre ambos. Lo que consigue es la empatía del espectador con ambos personajes, en situaciones de menor o mayor escala, donde hay miradas nerviosas y verdades que van aflorando a medida que avanza el largometraje.
Aunque en el papel podría tener similitudes con Kramer vs. Kramer, en rigor recuerda mucho más a Donde hay cenizas (1982), la dolorosa e imprescindible cinta con Albert Finney y Diane Keaton, que también exploraba el fin de una relación, aunque de modo más duro de lo que lo que lo hace Historia de un matrimonio, que trata a sus protagonistas con delicadeza y cariño, sin juzgarlos y sin dejarlos caer por un precipicio, como si se tratara de alguien que cuenta la historia de dos amigos: la película está del lado de ambos e incluso en los peores momentos de ellos como pareja —hay una escena de pelea que inmensa, pura realidad y grafica muy bien lo que sucede cuando hay un quiebre—, el amor persiste, queda en el aire de manera incluso dulce, probablemente gracias a la ayuda de la estupenda banda sonora que ha creado Randy Newman, compositor de gran parte de las películas de Pixar, y que colabora para que el tono sea esperanzador, pese a la tragedia personal que implica para la pareja la separación.
En lo que podría definirse como una comedia dramática, el costado más liviano corre por cuenta de tres secundarios que ofician como abogados de ambos y que ayudan a que no sea un drama amargo: Laura Dern, Ray Liotta y Alan Alda, brillantes los tres y cada uno con una escena donde se roban la atención, especialmente Dern.
Historia de un matrimonio instala preguntas, pero no se sabe todas las respuestas y eso es uno de sus tantos puntos a favor. No busca aleccionar y la dureza del divorcio es solo una parte de lo que quiere contar el director. Su punto, parece ser, que hay infinitas razones por las que el amor se quiebra. ¿Se rompe del todo? ¿Cómo se sigue adelante? Esas son preguntas que quedan flotando, en un guion brillante y en una cinta adulta, emotiva (es imposible no quebrarse y llorar en algunos momentos) y realista que se instala fácilmente dentro de las mejores películas de este año. Entre las de Scorsese, Tarantino y Almodóvar, la de Noah Baumbach es una imperdible de la temporada y, con seguridad, la más entrañable de todas. Un cine con corazón en tiempos de efectos especiales, superhéroes y villanos.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.