Viña tiene un estallido

La imagen de Karen Doggenweiler, en 2016, tapándole la boca a una mujer que criticaba en vivo a la entonces Presidenta Bachelet, está muy presente para todos los que trabajan en televisión. Como una advertencia, como un trauma, por esos segundos que sepultaron por años la carrera de la periodista. Una imagen que se recuerda a horas de que parta una nueva edición del Festival de Viña del Mar, donde animadores, artistas, comediantes y canales de televisión se juegan mucho más que su paso por un show de verano.

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Parte importante del interés que despierta el Festival de Viña se genera de lo impredecible del evento. Entre los años 70 y 90 hubo innumerables momentos -varios de ellos con tintes políticos, en plena dictadura- y en las últimas dos décadas eso ha bajado: más allá de la tensión de si pifian o no a un comediante, el certamen se fue rigidizando, intentando que todo se ciña a un libreto.

Por eso Viña 2020 se siente más similar a sus ediciones del siglo pasado que de este. Tras el estallido social, es una incógnita lo que pueda pasar con el evento no deportivo de mayor rating del año, amplificado por la transmisión de dos canales de señal abierta.

El año pasado, en el discurso de obertura, Martín Cárcamo hizo una explícita referencia a la situación política de Venezuela y uno esperaría que mañana hiciera lo mismo sobre lo que sucede en Chile, y que a él se sumara María Luisa Godoy. Ambos presentarán un festival que canceló su Gala, todos sus eventos previos, que limitó las apariciones de los conductores en la prensa y que ha reforzado la seguridad en la Quinta Vergara, incluyendo una inédita participación del gobierno para ello. Los animadores han practicado en estos meses "manejo de crisis", pero también se espera que ellos tengan opinión sobre el escenario de la Ciudad Jardín.

Los canales a cargo de la organización también debieran de dar luces en Viña de que están a la altura de emitir un evento en vivo bajo las actuales circunstancias. La televisión chilena ha sido particularmente criticada post 18 de octubre y buena parte de esas voces se han alzado en contra de Canal 13, por la línea editorial que ha escogido para cubrir el estallido social, más oficialista que la de TVN. Para dos estaciones que se disputan el tercer lugar de sintonía (son superados por Mega y CHV en el rating general), puede ser una oportunidad para retomar la conexión perdida con la audiencia.

Y para los artistas también es un año clave. Una de las imitaciones características de Stefan Kramer es el presidente Sebastián Piñera y en sus últimas presentaciones la ha realizado. Más allá de la controversia que pudiera originar, la gente espera que no se autocensure y siga mostrando esa y otras caracterizaciones a políticos.

Distinto es el caso de Ernesto Belloni, perteneciente a un tipo de humor que hoy está en tela de juicio. En Iquique fue abucheado por el público y es una incógnita si la gente le pasará la cuenta o no por ser parte de Morandé con compañía, parte de ese humor de vieja guardia y que hace algunas semanas significó que a Kike Morandé también lo pifiaran en un evento público.

A la inversa de Paul Vásquez, un comediante que con su ONG "Voluntad pura" ha estado como rescatista en las manifestaciones sociales en Plaza Italia: de él uno sí espera alusiones de actualidad que no serán impostadas. Algo similar a lo que ocurre con Mon Laferte, una de las voces más visibles pro manifestaciones y cuyo show, reconocen en la organización del Festival, es el que más tensión interna provoca. Justamente, lo que el público espera también ver y comentar.

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