Viña 1988: el último Festival bajo alta tensión
En 1988 los temas extraartísticos abrieron el debate mucho antes del "buenas noches, Quinta Vergara" que inaugura el espectáculo.
Un Festival de Viña acechado por la tensión social que late en casi todos los rincones de un país polarizado, en una cita obligada a vetar las pancartas para no inflamar aún más el ambiente, y con las autoridades en alerta sobre lo que pueda suceder arriba y abajo del escenario más popular de Chile, sobre todo a meses de un plebiscito que definirá el destino de una nación. Todo ello parece el retrato más preciso de la trama que rodea la edición 2020 del certamen que parte hoy.
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Pero no. Son los conceptos más abordados por la prensa en la previa del Festival de Viña de 1988, el mismo que antecedió al plebiscito del Sí y del No, y que se convirtió en el último gran evento de la Ciudad Jardín agitado por la contingencia.
Después, con la llegada de la democracia, la agenda país pareció nunca más remecer de forma tan significativa a la Quinta Vergara. Hasta ahora, cuando el estallido ciudadano -y pese a las enormes diferencias con el contexto de hace tres décadas- ha vuelto a girar el foco de la fiesta musical hacia la seguridad, las protestas y las consignas que se puedan lanzar desde su escenario. En pleno siglo XXI, Viña se vuelve a conectar con su genética del siglo XX.
Y tal como hoy, en 1988 los temas extraartísticos abrieron el debate mucho antes del "buenas noches, Quinta Vergara" que inaugura el espectáculo.
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Vamos a decir que no
"Yo me enteré de que me habían descalificado de la competencia cuando llegué al Hotel O'Higgins. Cuando me estaba registrando, llegaron cuatro carabineros, me llevaron donde Carlos Ansaldo (fundador del evento) y me dijeron que yo estaba fuera del Festival por plagio. Fue uno de los momentos más amargos de mi vida, tuve amenazas de muerte y Viña me quitó la comida, la habitación y me maltrató y me difamó. Ahí caí en cuenta que todo era un tema político".
Quien habla para La Tercera es Armando Massé, hoy doctor, pero en esos días era el autor peruano del tema "No vas a hacerme el amor", eliminado a última hora de la competencia internacional -incluso cuando tanto el compositor como su intérprete, Mache, ya estaban en Chile- por plagio, aunque la acusación nunca fue probada. Parte de la prensa postuló a otra tesis: la canción repetía 36 veces la palabra "no" contra un solo "sí". Para la dictadura militar, a meses de la votación del 5 de octubre, permitir ese coro en una Quinta repleta suponía un autogol mayúsculo.
Massé sigue: "Cuando me eliminaron, les dije que entendía la problemática, que no quería molestar a nadie, que si ellos me lo permitían yo podía sacar todas las palabras 'no' de la letra o incluso declarar que la cantante estaba afónica. Podía hacer lo que ellos quisieran si me daban la palabra de que yo al año siguiente podía volver sin problemas. Pero ellos insistieron en decir que yo había plagiado la canción. Cuando les pedí pruebas, solo me mostraron una carta de una señorita llamada Jacqueline Cadet y que decía que tenía una canción igual a la mía. Pero la vida puso en el lugar que corresponde a las personas que levantaron esa patraña".
No fue la única objeción de Viña 88. Álvaro Scaramelli llegó a esa edición como uno de los estandartes del pop chileno ochentero y recuerda: "A mí me censuraron una canción que se llamaba 'Hoy como ayer'. Te hacían hacer el show completo en la prueba de sonido y ahí veían lo que uno iba a presentar. Y ahí me dijeron 'esa canción no la puedes cantar', porque decía 'hoy como ayer no estamos frente a un salvador, ni a una crucifixión', y a ellos les pareció que si yo decía 'frente a un salvador' se iba a interpretar como que estaba cantándole a Salvador Allende. Pero ya me habían censurado otras veces, por lo que tampoco era tema, ya estaba normalizado".
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Al ritmo del verano
Sin embargo, los dos hitos más recordados estallaron con el show ya en marcha. En la segunda jornada, la banda estadounidense Mr. Mister desplegaba su presentación sin contratiempos, hasta que su voz, Richard Page, sacó un papel y leyó: "Un saludo para los actores chilenos amenazados de muerte. Los artistas del mundo estamos con ellos".
Tras el final, Antonio Vodanovic pidió silencio al público y aseguró: "En este escenario solo nos motiva el encuentro con la música y con la amistad, con una juventud que está de vacaciones, que vive al ritmo del verano las ilusiones de su edad". Después, avisó que Page volvería para hacer una aclaración. El vocalista se disculpó: "Yo no soy un político. Solo soy un músico y los amo".
Décadas más tarde, en 2018, el propio blog del desaparecido conjunto reveló la trastienda: "Amnistía Internacional se había acercado a Richard con la idea de decir algo en nombre de los artistas perseguidos por Pinochet. Cuando estaba en el hotel en Viña, un hombre vestido con un disfraz (bigote falso, peluca y caminando con un bastón) se juntó con Richard y le pasó este papel. Cuando lo leyó en el festival, eso no salió como se esperaba. El espectáculo se detuvo, Richard fue escoltado por un pasillo lleno de soldados con armas automáticas y entró a una pieza donde un productor de TV le dijo: '¡Te invito a cenar a mi casa y te cagas en mi mesa!'. Richard le respondió: 'En mi país decimos lo que queremos', a lo que el hombre le dijo: '¡Este no es tu mierda de país!'. Después, cuando Mr. Mister volvió al hotel, pensaron que nunca más podrían salir de Chile".
El grupo tocó nuevamente al día siguiente, aunque luego de comprometerse con la alcaldesa Eugenia Garrido a no hablar de política. "En realidad, tuvieron que dejarlos tocar, porque no tenían otro grupo y los fanáticos se habrían amotinado. Pinochet salió un año después del poder y a uno le gustaría pensar que la denuncia de Mr. Mister tuvo algo que ver", concluye el texto de la web.
Al respecto, hoy Vodanovic rememora: "Yo no me metía con la organización directa, yo no contrataba a los artistas, yo era un simple animador, no iba a sacarlo del escenario. Si un artista está contratado se merece que haga su pega. No supe más detalles. Sí sé que hubo una reunión y por alguna u otra razón pidió disculpas".
Consultado por este medio, el cantante venezolano Carlos Mata, jurado de ese año, se suma: "(Ese Viña) fue un momento crucial desde el punto de vista político e incluso se manifestó con una banda que amo, Mr. Mister, a quienes les dieron una especie de comunicado por parte de la gente. Era inevitable que en ese momento hubiese una división y Chile se polarizara".
Horacio Saavedra, director de la orquesta de la cita en esos días, profundiza: "Soy un enemigo de que se mezcle la música con la política. Como cuando estuvieron Los Prisioneros, fue terrible e incómodo para todo el mundo. Yo estuve en Dichato el sábado pasado, con los viejos de la Nueva Ola, y después de nosotros iba un grupo que se llama La Moral Distraída, y lo primero que hacen al salir al escenario es empezar a gritar cosas políticas, y la gente los reprobó y la televisión tuvo que irse a comerciales. Los festivales son para hacer música, no para hacer socialismo ni incentivar mal a la gente".
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Pero la última noche de Viña 88 tenía guardado un trance aún más duro. Luego de 45 minutos de show, el "monstruo" empezó a pedir la Gaviota para José Luis "Puma" Rodríguez, premio que solo estaba destinado a la competencia. El venezolano se resistía a volver a cantar, silenció varias veces a la orquesta, seguía oyendo el rugido de la audiencia, obligó a Vodanovic a bajar a platea para negociar con la alcaldesa -que finalmente cedió a entregarle el galardón- y luego despachó para la eternidad su frase legendaria: "A veces hay que escuchar la voz del pueblo".
Alberto Plaza cantó esa misma noche y precisa: "Fue una intervención sorpresiva, nadie iba a esperar que el 'Puma' hiciera una observación así, que caló profundo en el alma de Chile. Él no generaba la expectativa de algo político".
Horacio Saavedra no lo pasó nada de bien: "Antonio (Vodanovic) estuvo enojado conmigo mucho tiempo, porque él descansaba mucho en mí y esa vez yo dirigía al 'Puma' en la orquesta, pero él había traído a sus cuatro músicos base, yo agregaba aquí todo el resto. Entonces, para que la actuación siguiera, Antonio me decía '¡música, maestro!', y yo marcaba y trataba de seguir, pero los músicos del 'Puma' nunca entraban y nunca me siguieron. Y Antonio creyó que yo lo había tratado de perjudicar. Me costó años explicarle lo que pasó".
Vodanovic tampoco terminó el día en paz: "Yo me peleé con el 'Puma'; éramos íntimos, pero le dije: 'Ayúdame, me estoy yendo a la cresta si no quieres cantar'. Después lo conversamos. Fueron momentos difíciles". Vaya que sí: el último Festival de la agitación fracturó confianzas tanto abajo como arriba del escenario.
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