Las memorias de Pimpinela
A 36 años de su debut en Viña del Mar como una joven dupla, Lucía y Joaquín Galán retornan al certamen veraniego con un lugar asegurado en nuestra cultura pop y el peso de una historia que cuentan juntos, pero no revueltos, en un libro que habla de amor tóxico, alcoholismo y de la pelea que casi los separó a fines de los noventa.
Por sus canciones dialogadas y su teatral puesta en escena, Pimpinela forma parte de la memoria colectiva, pero sus apariciones en el Festival de Viña no reflejan su estatus. La de este año será recién la segunda presentación de la dupla de hermanos, cuyo debut ocurrió en 1984, cuando su carrera ya cercana a las cuatro décadas estaba en pleno ascenso. El show fue un éxito, premiado con una antorcha de plata en una época en la que el trofeo todavía representaba la aprobación transversal y efusiva del público. Sin embargo, los argentinos recién ahora volverán a pisar la Quinta Vergara, luego de incluso juguetear con la idea de ser personas no gratas para la organización. "Hay alguien que no quiere que estemos en el Festival de Viña", decía Lucía Galán en 2013, consultada sobre su ausencia en el evento.
Más allá de la cantidad de invitaciones a Viña, el arrastre de Pimpinela es incuestionable. Desde que salió "Olvídame y pega la vuelta", parte del homónimo segundo disco que publicaron en 1982 y hasta hoy la canción estrella de su melodramático repertorio, los Galán le han puesto música a los problemas del corazón de millones de personas. De su fama se desprenden postales memorables como su aparición junto a Diego Armando Maradona cantando "Querida amiga", una canción que el 10 le dedicó a su madre, Doña Tota, o el video de culto para el single "Heroína solitaria", la historia de una secretaria enamorada de un jefe que resulta ser nada más y nada menos que Christopher Reeve.
El actoral estilo de Pimpinela es una marca registrada, admirado por sus fans, imitado en karaokes y parodiado hasta el cansancio, pero sobre todo una influencia para varios dúos vocales conformados por un hombre y una mujer. Cuando apareció el grupo Miranda!, las comparaciones no se dejaron esperar y terminaron acercándolos tanto en vivo como en el estudio, donde registraron la canción "Cena para cuatro" (2018). Su impacto traspasa las fronteras argentinas, con Jennifer Lopez y Marc Anthony evocando a los bonaerenses en su propia versión de "Olvídame y pega la vuelta", que hace cosa de días fue parte de un sketch en la TV española, rebautizada como "Vete con Greta" para hablar del cambio climático.
Brindo por la familia
La fórmula Pimpinela se desarrolló en el living de los Galán, donde Lucía y Joaquín crecieron escuchando tonadas en la voz de su padre asturiano. También española, su madre los alentaba a cantar juntos, pero cada uno tenía su propio rumbo. Seis años mayor, Joaquín quería ser rockero y tocaba temas de los Beatles con un grupo llamado Luna de Cristal. Para Lucía, la meta era convertirse en actriz. Cuando ella llegaba de sus clases de teatro, canturreaba con su hermano como jugando, aunque en paralelo mantenía una carrera como corista de la cantante Manuela Bravo, en cuya banda también militó alguna vez Gustavo Cerati.
La intimidad familiar en que nació el dúo se hizo pública el 2017 con la edición de "Hermanos: la verdadera historia", un libro autobiográfico que mantiene su costumbre de hablar sin pelos en la lengua. Recordemos que en el cancionero de Pimpinela hay letras sobre hombres abusadores, los sacrificios de los inmigrantes y el amor homosexual, y que Lucía Galán en especial está siempre dando material para titulares con sus declaraciones acerca del romance que tuvo con Maradona el 82 o su supuesta capacidad para hablar con los muertos.
Las memorias de Pimpinela, como era de esperar, contienen revelaciones de un calibre similar a las historias de sus letras. Lucía y Joaquín, cada uno por su lado, construyen sus propios relatos y abordan temas como, por ejemplo, el alcoholismo de su padre. Para ella, la enfermedad de su padre fue un dolor que dejó profundas cicatrices en su vida personal. Para él, la enfermedad tendría motivos culturales porque en Asturias era común pasarse al bar luego de un día con el ganado y luego en Argentina el desarraigo habría acentuado esa inclinación al alcohol. Ambos coinciden en que Joaquín trató de llenar el vacío paterno.
Más confesiones: a los 18 años, en lo que describe como "un estado de vulnerabilidad emocional" a causa de la situación en casa, Lucía Galán conoció a su primer marido, al que acusa de ser "un psicópata". Su relación fue tóxica: "Ese hombre se apoderó completamente de mi persona. Logró, sin que yo me diera cuenta, hacerme un lavado de cerebro para que solo respondiera a sus mandatos (...) Con este personaje siniestro, que consiguió enfrentarme a mi familia, tuve mi primera relación sexual, que terminó convirtiéndose en un trauma". Sin mencionar al individuo, aunque da una pista indicando que su nombre aparece en los créditos del disco debut de Pimpinela, "Las primeras golondrinas" (1981), Lucía Galán cuenta que fue Joaquín, en su rol de protector, quien lo alejó finalmente de su vida.
Como es normal entre hermanos, la dupla no siempre está en buenos términos. En su libro, confiesan que por un momento estuvieron a punto de disolverse. Fue cuando nació Rocío, la única hija de Lucía, ahora de 22 años. Para Joaquín, ver cómo su hermana priorizaba la familia sobre la música, en vez de equilibrar ambas cosas como lo había hecho él desde el inicio de su carrera, fue un punto de conflicto que casi termina con Pimpinela. Hoy admiten que solucionaron todo a punta de terapia. La muerte de su madre en enero, a los 96 años producto de un ACV, los tiene más unidos que nunca mientras preparan una gira por Estados Unidos para después de Viña, bajo el título de "Yo que soy".
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