El Presidente Brad Pitt contra el coronavirus

Presidente Brad Pitt.

¿Cómo será la película o serie que en un par de años reimaginará al mundo bajo la amenaza del Covid-19? Culto convocó a un grupo de destacados guionistas para que fantasearan con la historia que convertirá en entretención nuestros miedos actuales. Y ahí aparece desde un nuevo Chernobyl hasta Brad Pitt como el mandatario de EE.UU. que enfrenta la debacle.


Pablo Illanes (Perdona nuestros pecados, Prófugos)

Pedro Pascal en un país sin nombre

Me imagino una serie de 13 capítulos basada no tanto en el avance del virus sino en el despertar de lo peor de la naturaleza humana: la forma en que afloran los egoísmos individuales y colectivos, la necesidad de figuración, el deseo urgente de protagonismo y la macabra desigualdad como triste escenario de fondo.

El protagonista es un político sin ideas en un país sin nombre, un tipo dispuesto a todo con tal de aprovecharse de las circunstancias. Al final lo logra. Actúan Pedro Pascal como el político y Paulina Urrutia como su vocera de gobierno, que es fanática de Hello Kitty. No es una comedia.

Pablo Paredes (El reemplazante, Los fusileros)

Hemos sobrevivido a dos pandemias

Creo que a la hora de pensar todo esto desde el cine o las series, no va a haber ninguna posibilidad, seria al menos, de separar pandemia y estallido social. Todo se va ir mezclando. Todo, finalmente, se va a tratar de lo mismo. Creo también que en medio del peak del coronavirus vamos -nosotros y los personajes- a estar pensando en nuevas tragedias posibles. Nuestros protagonistas van a tener una especie de religión fundada en la tragedia y la esperanza permanente. Van a ser religiosos sin saberlo. Esta religión, o nueva sensibilidad, se me ocurre va a funcionar como una mezcla de protesta, placas tectónicas y enfermedades. Eso sí, no hay curas ni pastores, quizás ni hay Dios.

Jugando un poco, pienso en un inicio con un texto como de un episodio de Star Wars, pero ciudadano. El texto es la introducción de la nueva constitución: “Hemos sobrevivido a dos pandemias, a la de la segregación y a la del virus. Hemos sobrevivido a los dos peores terremotos de la historia y a nuestros volcanes tan hermosos como peligrosos. Es momento de dejar atrás los tiempos de la sobrevivencia y asegurar el buen vivir”. Después de la intro, un Chile recibiendo a cientos de miles de españoles y ecuatorianos. Encabezando el país, está la primera ministra más joven del continente, y la única de ascendencia indígena, que debe decidir si reabrir o no los aeropuertos de Chiloé, Tierra del Fuego y Rapa Nui tras la pandemia. Hay que empezar otro país, hay que intentarlo sin muertos, sin segregación, respetando a los pueblos originarios y abrazando a la nueva migración. El problema ya no es el neoliberalismo. El problema para Chile, y para la primera ministra, son ciertas voces xenófobas que estaban muy cómodas y ganaron mucha fuerza durante el largo periodo de cierre de fronteras.

Paula del Fierro (La jauría, Sitiados)

Entre Blade Runner y el amor

Estoy imaginando dos películas. La primera es una película de ciencia ficción existencialista del tipo de Blade Runner donde en un oscuro futuro próximo seguimos el peregrinaje de los que quedaron, los sobrevivientes a la crisis y cómo tristemente ninguna lección fue aprendida. Seguimos destruyendo el planeta, seguimos individualistas y seguimos ciegos.

La otra película es más luminosa. Una comedia romántica independiente del tipo de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos. En un futuro próximo, luego de la era del virus, la humanidad tuvo que cambiar su forma de vivir y de relacionarse. El aislamiento es un estilo de vida, el teletrabajo es pan de cada día, todos sabemos cocinar y bien y ya nadie usa los dedos para nada. A pesar de las necesarias pero a ratos algo ridículas restricciones, nuevos hábitos y medidas de higiene con las que debemos vivir, el amor sigue ocurriendo una y otra vez. Porque claro, es inevitable. Yo personalmente podría disfrutar estas dos películas, pero pongo mis fichas en la segunda.

Diego Ayala (Luis Miguel, la serie, Sin filtro)

Codi y Eladio: quiero ser una estrella

Me imagino una serie de humor negro animada para adultos, muy al estilo de BoJack Horseman o Rick and Morty, en donde se puedan tocar temas políticamente incorrectos sobre la pandemia y nuestro doble estándar como sociedad. La serie jugaría con el micro mundo de los “virus”, donde los virus primogénitos de todas las familias deben buscar un portador humano para matarlo como parte de un sádico ritual de iniciación.

Es aquí cuando conocemos a Codi, un pacífico y optimista virus de Covid-19, quien lo único que quiere es escapar de su parásita familia asesina para convertirse en un cantante de música pop. En el fondo, Codi quiere ser reconocido mundialmente por su talento, no por su letalidad como especie. Es debido a esto, que Codi decide hacer un extraño “pacto” con un amargado abuelo llamado Eladio. El trato es simple, si el abuelo lo ayuda a componer, crear y sacar a la luz su primer álbum como solista, él, a cambio, promete no matarlo con su enfermedad. Eladio, quien en su pasado fue un gran productor musical, decide ayudarlo con la condición de que, en vez de dejarlo vivir, algo que francamente le da lo mismo, que mejor asesine a las personas responsables de que él este en ese asilo abandonado… su familia. Sin muchas opciones Codi acepta y juntos se embarcan en una extraña y violenta relación codependiente en busca de ser, por primera vez, aceptados por esta sociedad.

Enrique Videla (La cacería, Dignidad)

Una nueva Chernobyl

Creo que al ver lo que ocurre, a muchos se nos viene a la cabeza algo como la serie Chernobyl. El horror, el monstruo que crece y se expande y la cadena de errores que parecen inverosímiles, pero son absolutamente reales. Naturalmente, habría un gran adversario que es la pandemia, un monstruo que debe ser detenido, pero para mí la base de la intriga estaría en el choque entre el monstruo y los distintos gobiernos. Una crisis que va develando las virtudes y los demonios de los distintos países que la enfrentan. Corea del Sur es una realidad, China es otra, Italia, Inglaterra, Chile.

Capítulo a capítulo se va pasando por distintas realidades, a medida que va escalando la amenaza. Como telón de fondo, estaría la intriga del poder y el liderazgo en tiempos de posverdad y fake news. La pandemia coexistiendo con el auge de líderes autoritarios, muy enemigos de la verdad, muy enemigos del pensamiento crítico, que sobreviven a través de la mentira y la especulación. Los Trump, los Bolsonaro. Me imagino que gran parte del drama es explicarles a estos individuos lo grave de la situación y ver cómo niegan compulsivamente la realidad. Un poco como el alcalde de Tiburón que no quería cerrar la playa para no arriesgar los dólares veraniegos, aun sabiendo que había un tiburón gigante comiendo bañistas.

Ahí deberían surgir protagonistas que, volviendo al ejemplo de Chernobyl, cumplirían el rol del personaje de Legasov, interpretado por Jared Harris (o algún miembro del Colegio Médico cualquiera ante un presidente especulador e inescrupuloso), representando la razón e intentando infructuosamente explicar a los líderes que esta tormenta que no se puede detener con la mentira y la manipulación. Finalmente, más que la historia de un monstruo, la serie contaría el choque de dos monstruos, Covid y populismo de derecha, el meteorito y el dinosaurio, enfrentados pero a la vez unidos en su irracionalidad y capacidad de destrucción.

Lucio A. Rojas (Sendero, Trauma)

Brad Pitt junto a los chinos

Pues ya en plena pandemia están saliendo películas, imaginemos en un futuro muy cercano. En unos cinco o seis años más, será una serie de Netflix, sin duda. Una versión aleccionadora y unificadora de la humanidad. En esta serie, con un EE.UU. reinante y activo, resolutivo, no con el presidente desesperado como el de ahora. Probablemente, sea Brad Pitt, por lo que no se verá desesperado, solo inquieto. Y claro, siempre guapo, con una coqueta sonrisa y siempre pero siempre con decisión. No culpará a los chinos, trabajará en conjunto a ellos y siempre (no olvidar) con una sonrisa en su rostro. Y claro, el secretario de Estado será Keanu Reeves, obvio, hay que traer tranquilidad al mundo. Habrá perdido a su mujer, madre, suegra e hija en la pandemia. Pero cuando pierde a su perrita, queda la grande y deja todo por la humanidad.

Lo achinarán un poco, para que Jason Momoa sea el primer ministro chino, y Tom Hardy, especialista en apocalipsis, será el primer ministro del Reino Unido y Scarlett Johansson la canciller de Alemania. Pues claro, hay que darle tranquilidad al mundo con estas cosas y la serie tendrá un final abierto. “¿El mundo habrá aprendido algo de todo esto?”, se preguntará Morgan Freeman con su profunda voz en el capítulo. En Chile, se estudiará ILL. Final contagium, film realizado (por mala suerte, por mí) en conjunto con Italia y Alemania, sobre un virus que un científico desarrolla en el país. Se transmite por vía aérea y por el dinero, son demasiadas las similitudes con la realidad. Invitan a su director a programas de TV, los fanáticos de las fuentes científicas de YouTube verán en él un gurú y formarán una secta. La Secta se llamará, no hay que presumir dicen. Mañalich, en sus memorias, no cree que es una ficción, insiste en que es un documental realista.

Simón Soto (Secretos en el jardín, Matadero Franklin)

Toda ficción fallará

Para mí, el único relato posible de esta situación es uno que la obvie, que la narre en sordina, soterradamente, utilizándola como un fondo silenciado, latente. A corto plazo, cualquier forma de narración que quiera valerse del coronavirus y todo lo que ha sucedido, irremediablemente va a fallar. Son procesos complejos, difíciles de comprender y más aún de convertir en material literario. No puedo dejar de pensar en aquellos que aseguraban que sus libros de ficción habían anticipado el estallido social, intentando sacar migajas de la crisis. Es un supuesto estúpido y torpe. Para poder utilizar todo aquello que ocurrió a partir de octubre, falta primero la distancia, que los hechos y la experiencia cuajen, para luego transmitirlo a la materia de la ficción.

Lo mismo me ocurre con esto. Piensa que alguien dijo en una entrevista que había hecho una predicción de la cuarentena por utilizar a un personaje encerrado en su última novela. Así de triste y decadente es nuestra mirada y nuestro análisis de la contingencia y de su posible uso en la ficción.

Marcelo Castañón (Soltera otra vez, Un diablo con ángel)

Un amor zoom

Como es una noticia (lamentable) en desarrollo, siento que es muy pronto aún para ficcionar desde la certeza absoluta. Por ahora, prefiero salir del estilo clásico que implicaría una película o serie tipo Guerra mundial Z, Epidemia, Soy leyenda o incluso Kingdom (que Netflix por estos días me sugiere con insistencia), pues imagino que ya hay mentes diseñando obras similares en este momento.

Por ahora, voy por un dramedy, serie de 8 capítulos de media hora cada uno, que en su primera escena tendría a su protagonista hablando a cámara, mientras prepara unos pobres tallarines con salsa: “Yo no sabía hasta ese momento qué diablos significaba zoombombing. Por supuesto, esta historia podría ser contada al ritmo de la canción de Soda. Pregúntenles a sus padres, malditos centennials. Porque al final todos somos adictos al amor. Y ella entró a la conferencia por error, después me dijo. ¿Pero el insulto al Ministro entonces, de dónde salió? ¿Fue improvisado? ¿Se le ocurrió cuando lo vio hablando? Hackié sus datos y me conseguí su celu. Le escribí. No te conozco, me respondió. Qué me ha dicho. Fui a su casa. Me mantuve a dos metros, porque eso decía la norma (que terminó siendo completamente inútil por lo que todos sabemos). Desde ese momento la vi todos los días. Por Zoom, en directo, por videollamada. Aislado hasta decir basta. No di más. Sí, rompí la cuarentena. Y hasta que llegó la policía, que oficialmente nunca encontró su cuerpo contaminado, fue la comedia romántica más torpe, idiota y bella de mi vida…”.

Corte A: dos años antes. Marzo de 2020.

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