Carta a García Márquez

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Gabriel García Márquez murió el 17 de abril de 2014; su libro El amor en los tiempos del cólera aumentó sus ventas en EE.UU. producto de la pandemia.

El cineasta Rodrigo García escribió una carta a su padre en el sexto año de su muerte. Publicada por The New York Times, ofrecemos un extracto.


“Gabo,

el 17 de abril fue el sexto aniversario de tu muerte, y en gran medida el mundo ha seguido como siempre, con el ser humano comportándose con crueldad creativa y asombrosa, con generosidad y sacrificio sublimes y con todo lo que hay en medio.

“Una cosa es nueva: una pandemia. Se originó, hasta donde sabemos, en un mercado, donde un virus brincó de un animal a una persona. Un pequeño paso para un virus, pero un gran salto para su especie (...).

“No paso un solo día sin cruzarme con una referencia a tu novela El amor en los tiempos del cólera o a una variante de su título o a la peste del insomnio en Cien años de soledad. Es imposible no especular sobre qué te habría parecido todo esto. Siempre te fascinaron las plagas, reales o literarias, así como las cosas y las personas que retornan (...).

“Dos de los países que más querías, España e Italia, se encuentran entre los más afectados. Algunos de tus amigos más antiguos y queridos en Barcelona, Madrid y Milán están sobrellevando la pandemia lo mejor que pueden en los mismos pisos que tú y Mercedes visitaron innumerables veces durante décadas. He escuchado a varias personas de esa generación decir que están decididas a sobrevivir, aunque sea solo por evitar caer víctimas de una maldita gripe después de décadas de sobrevivir a cánceres, tiranos, trabajos, matrimonios y responsabilidades.

“La muerte no es lo único que nos aterroriza, sino las circunstancias. Una salida final sin despedidas, atendidos por extraños disfrazados de extraterrestres, máquinas pitando despiadadamente, rodeados de otras personas en situaciones similares, pero lejos de nuestra gente. Es lo que tú más temías, la soledad.

“A menudo decías que Diario del año de la peste de Daniel Defoe fue una de tus mayores influencias, pero hasta ayer yo había olvidado que incluso tu historia favorita, Edipo rey, giraba alrededor de los esfuerzos de un rey por acabar con una plaga. Yo recordaba sobre todo la trágica ironía del destino del rey, pero fue la peste lo que desató las fuerzas que precipitaron su caída. Tú dijiste una vez que lo que nos atormenta de las epidemias es que son un recordatorio del destino personal. A pesar de las precauciones, la atención médica, la edad o la riqueza, cualquiera puede sacar el número perdedor. Destino y muerte: temas muy queridos de muchos escritores.

“Creo que si estuvieras aquí ahora, estarías fascinado por el hombre. El término “hombre” no suele usarse como antes, pero haré una excepción, no como un guiño al patriarcado que detestabas, sino porque resonará en los oídos del joven y escritor aspirante que fuiste, con más sensibilidad e ideas de las que sabías expresar, y con una fuerte convicción de que la suerte está echada, incluso para una criatura a imagen de Dios y condenada al libre albedrío. Te compadecerías de nuestra fragilidad; te maravillarías de nuestra interconexión, te entristecería el sufrimiento, te enfurecería la insensibilidad de algunos líderes y te conmovería el heroísmo de las personas en los frentes de batalla. Y estarías ansioso por saber cómo los amantes desafían cada obstáculo, incluido el riesgo de muerte, para estar juntos. Por encima de todo, estarías tan embelesado con los seres humanos como siempre (...).

“Muchos están seguros de que la vida ya nunca será la misma. Es probable que algunos hagamos grandes cambios, y otros hagamos pequeños cambios, pero sospecho que la mayoría volverá al baile. ¿No sería un buen punto argumentar que la pandemia es una prueba más de que la vida se desvanece de la manera más inesperada y que debemos vivir en grande, y vivir en el aquí y el ahora? Uno de tus propios nietos ha expresado esa opinión (...).

“Mientras tanto, el planeta sigue girando y la vida sigue siendo misteriosa, poderosa y sorprendente. O, como solías decir tú con menos adjetivos y más poesía, nadie le enseña nada a la vida”.

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