Amores perros: 20 años de un clásico latinoamericano
La película que dio a conocer a Gael García Bernal y fue premiada en Cannes retrató con ferocidad animal la vida de Ciudad de México. En medio de la pandemia, su director, Alejandro González Iñárritu, anuncia el estreno de una copia restaurada en el Zócalo de la urbe azteca.
El cine latinoamericano no ha tenido suerte en el Festival de Cannes. Catedral del cine para algunos y circo del esnobismo intelectual para otros, el mayor encuentro fílmico del mundo empezó a premiar con cierta frecuencia las películas de nuestro subcontinente sólo hace 20 años. La primera elegida fue la obra de un debutante cuya experiencia previa era ser locutor de radio: en el año 2000, el mexicano Alejandro González Iñárritu llegó a una sección paralela con Amores perros y la ganó. El resto es historia conocida, con dos Oscar seguidos a Mejor Director por Birdman y El renacido en los años 2015 y 2016.
A 20 años del estreno de la cinta que llevó a la Costa Azul mediterránea las historias urgentes de Latinoamérica a través de un prisma enérgico y al mismo tiempo estilizado, su director estrenará una versión restaurada. Durante una conferencia por zoom que la semana pasada mantuvo con un grupo de periodistas mexicanos, González Iñárritu anunció que la copia remasterizada y remezclada se exhibirá en diciembre de este año en Ciudad de México, concretamente en el amplio espacio público conocido como Zócalo.
“Quiero que las nuevas generaciones contemplen la película en las mejores condiciones, tal como fue hecha, en cine, con todo lo que eso significa”, sostuvo en la conversación a la que La Tercera tuvo acceso. Pero, además, lanzó un llamado de utilidad pública. “Por favor, no vean la copia antigua ahora. Fue un trabajo pésimamente hecho: los antiguos contrastes y las tonalidades negras a las que tanto cariño le pusimos el director de fotografía, Rodrigo Prieto, y yo, simplemente desaparecieron. Lo único que hay son unos matices amarillos bastante falsos y cálidos”.
Iñárritu también dijo que el plan es presentar la nueva versión junto al músico argentino Gustavo Santaolalla, autor de la banda sonora original. “Él se presentará en vivo, mientras se proyecta la película”, especificó el realizador de Babel.
Escrita originalmente por Guillermo Arriaga, Amores perros mezcla tres historias de Ciudad de México cuyo eje en común es un accidente de tráfico. El amor, el crimen y la tragedia se unen en tres retazos de vida localizados en diferentes estratos sociales. En el rol del joven buscavidas Octavio, el actor Gael García Bernal encontró su debut en el cine.
A continuación presentamos extractos de la conversación que el realizador mexicano mantuvo con los medios.
El estreno
“Estrenamos Amores perros un día 13 de mayo en el Festival de Cannes. Llegamos gracias a que nos seleccionó el curador español José María Riba (recientemente fallecido) para la sección Semana de la Crítica. No entramos a la Selección Oficial, porque en ese tiempo era muy difícil lograr eso para las películas de nuestro continente. Me acuerdo que en la primera función, la mitad de la gente se salió de la sala. Yo estaba tan nervioso que me fumé toda una cajetilla de cigarros. Luego llegué con un cigarro en una mano y todo sudado a una comida con el director Bernardo Bertolucci, que era el presidente del jurado de la muestra en que yo competía. Le dije que lo envidiaba, porque ya era un cineasta consagrado, y me respondió algo que nunca olvidaré, sobre todo porque es real: “No es así. Disfruta este momento, porque de aquí en adelante todo será aún peor”.
El rodaje
“No me arrepiento de casi nada. Lo único que no haría de nuevo sería meterme a buscar locaciones en barrios de Ciudad de México que no conozco. Cuando lo hicimos, terminamos con una pistola en la cabeza. Me robaron una cámara de medio de millón de dólares y después tuvimos que regresar a filmar ahí mismo. Estaba la misma banda que nos atacó, pero ahora nos acogieron y terminaron siendo parte de la película. Aprendí que aunque tengas mucha pasión, no puedes poner en riesgo a todo tu equipo. Todo lo demás, lo volvería hacer”.
Gael García Bernal
“Siempre quise que Gael García Bernal estuviera en la película. Yo había trabajado con él en un comercial anterior que consistía en pequeñas cápsulas de 10 segundos. Eran 15 en total. Ahí me dije: “El día que haga una película, la voy a hacer con este chavo”. Me pareció que compartía muchas de las cualidades de Alain Delon en la gran pantalla. Si ven El samurái (1967) de Jean-Pierre Melville se van a dar cuenta de eso: hay muchas similitudes entre ambos”.
El cine
“El cine no se va a acabar, a pesar de todo lo que digan. La dieta del cine es muy diferente a la de la televisión. Es otra cosa, es poesía. Lo otro es entretenimiento. La conversación cultural que se produce en una sala es irreemplazable. Creo que cuando se acabe algún día esta pandemia, se va a producir una suerte de venganza del público, que va a acudir en masa a los cines, verán las películas como deben ser vistas y se abrazarán entre ellos”.
Una buena película
“Creo que hacer una película no es algo tan difícil. Lo que es difícil es que esa película sea buena: eso requiere casi un milagro, una especie de sincronización de los dioses. Es como cuando alguien hace un gol justo desde el ángulo indicado. En el cine todos salimos a la cancha queriendo hacer lo mejor, pero no siempre convertimos”.
La modernidad
“Los jóvenes de ahora tienen un acceso a la cinematografía que yo jamás soñé. Es decir, el buen cine que podíamos ver Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro y yo era en gran parte el que estaba en la Cineteca Nacional. El resto se repartía entre alguna sala que daba cine francés o italiano y videos de contrabando. En ese tiempo, atender a una clase maestra de Werner Herzog era como ir a ver al Papa. Ahora, haces un clic en tu computador y ya tienes a Herzog en la pantalla, en tu propia casa”.
Dieta
“Sé que estamos viviendo un momento difícil y que las prioridades son los alimentos y las medicinas, pero no tengo la menor duda de que la dieta de muchas personas que ahora están en cuarentena han sido el cine, la música y la literatura. De lo contrario, probablemente nos habríamos pegado un tiro”.
Derecho a fallar
“No sé si soy mejor o peor cineasta que antes, pero si sé que evolucioné, que cambié. Mis intereses de hoy no son los de hace 20 años. Por esa razón es la que decidí salir de México también. Quería aprender del mundo y retratarlo. Me encanta la otredad, me llena. Algunos dirán que Amores perros fue tal vez mi mejor película y que de ahí en adelante todo fue hacia abajo, pero nadie puede afirmar que seguí haciendo siempre el mismo cine. Yo defiendo a muerte el derecho a fallar”.
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