Las historias y mitos alrededor de figuras del rock and roll abundan. El retiro dorado de Elvis en una isla; el pacto con el diablo que proporcionó habilidad como intérprete al bluesman Robert Johnson; la muerte de Paul McCartney y su reemplazo por un doble en la filas de los Beatles, son historias que de cuando en cuando suman nuevos capítulos apócrifos.
Precisamente, sobre los Fab Four circula en las marismas de las redes sociales, la historia de una supuesta visita desconocida de los Beatles a México. O al menos, de dos de ellos.
Las versiones coinciden, grosso modo, en que el viaje habría ocurrido hacia finales de la década. Probablemente coincidiendo con la etapa final del cuarteto, en que registraron las tormentosas sesiones de Get Back (luego publicadas bajo el nombre de Let it Be) y el álbum Abbey Road, el último trabajo de los cuatro integrantes originales.
Los protagonistas de la aventura, que más parece circular en el terreno de la ficción, fueron George Harrison y John Lennon. Ambos músicos cruzaron el Atlántico hacia las tierras calurosas de México con un objetivo. Nada de visitar las pirámides aztecas o alguna atracción turística; lo de los ingleses era dar con una chamana.
La mujer en cuestión era María Sabina Magdalena García. Una oriunda del estado de Oaxaca, descendiente de la etnia mazateca, quien conocía las antiguas prácticas rituales de consumo de hongos curativos. Su nombre se hizo conocido gracias a la publicación del libro El hongo maravilloso: Teonanácatl Micolatría en Mesoamérica (1968), de Robert Gordon Wasson, quien pasó varias veladas consumiendo hongos con Sabina.
A partir de ese momento toda clase de turistas, hippies y aventureros pasaban a Oaxaca solo para conocer a la mujer y tener alguna clase de experiencia psicodélica con los hongos (los “niños” como les llamaba). Una situación que a ella, con los años, la acabó por fastidiar. Siempre le preguntaban lo mismo y sentía que simplemente querían aprovecharse de su amabilidad y conocimiento ancestral. Probablemente, debido a ese deambular es que surgió el relato de la visita de Lennon y Harrison.
Incluso hay quienes aseguran haberlos visto. El músico local José M. Silva, relató haber visto a los integrantes del conjunto inglés mientras comían algunas de las especialidades locales: mole, pulque, nopales y totopos. Un dato curioso es que él lideró una banda tributo a los Beatles llamada La Banda Plástica de Tepetlixpa, quienes en 1917 editaron su álbum tributo Adiós a los Beatles, en que hacen versiones de diez canciones del grupo con arreglos de banda para metales.
Según sus propios testimonios, Harrison y Lennon compartieron sus primeras experiencias consumiendo LSD, a mediados de los sesentas. Ambos fueron entusiastas del ácido, al menos hasta 1968, cuando viajaron a la India. También habían consumido marihuana -gracias a los oficios de Bob Dylan- y para 1969, Lennon se había vuelto adicto a la heroína, según dijo a Jann Wenner, debido al trato que el resto del grupo le dio a su pareja, la artista japonesa Yoko Ono. Le costó trabajo, pero la dejó al año siguiente.
Aunque diluida entre los nubarrones del mito urbano, esta historia no es la única que vincula a los Beatles con el país azteca. Según El Universal el grupo se iba a presentar en Ciudad de México, en agosto de 1965. Sin embargo, no se concretó debido a la oposición de Ernesto P. Uruchurtu, el entonces regente del D.F quien se opuso alegando, supuestamente, que los de Liverpool eran “un mal ejemplo para la juventud”. Algo así como lo hecho por el cardenal Jorge Medina al impedir la entrada de Iron Maiden a Chile.
De todas formas, por separado, los Beatles sí anduvieron por México algunos años después. George Harrison -quien se casó con la mexicana Olivia Arias en 1978- vacacionaba en Acapulco, Paul McCartney alguna vez tomó el sol en Puerto Vallarta -y tocó por primera vez en 1993-, y Ringo Starr filmó El Cavernícola (1981) en Estudios Churubusco. Probablemente, sí probaron mole, pulque, nopales y totopos.