Alain Delambre tiene su orgullo. Trabajó durante años como jefe de recursos humanos, recibió un buen sueldo, le pagó a su hija la universidad y al cumplir los 50 prescindieron de sus servicios. Hoy, tratando de mantener la cabeza en alto, se emplea en lo que puede, desde la limpieza de edificios hasta el etiquetado de remedios en un depósito. Un mal día, el capataz de este recinto se pasa de la raya y lo agrede físicamente. No sabe con quien se mete: Delambre mide un metro 90 y lo manda al hospital.

Otra vez en su vida quedará sin trabajo. Este es uno de los indicios de la serie francesa Recursos inhumanos, disponible en Netflix y producida por ARTE. Se basa en la novela homónima de Pierre Lemaitre (1951), uno de los escritores galos más destacados de los últimos años y ganador del premio Gouncourt 2013.

El mismo Lemaitre escribió el guión,radiografía de un sistema y de un personaje con sangre caliente. Es el mundo de las grandes corporaciones y del irascible Alain Delambre, dispuesto a cualquier cosa para recuperar su lugar en la escala social.

En el rol protagónico está el ex futbolista francés y figura del Manchester United Éric Cantona, quien desde hace años tiene una segunda vida profesional como actor. Conocido por su carácter algo indómito en la cancha, Cantona fue contactado por el propio director de la serie, el libanés Ziad Doueiri (1963).

El cineasta lleva años en el camino del drama y del registro con aristas sociales. Sin ir más lejos, su cinta El insulto (2017), nominada al Oscar a Mejor filme extranjero, se basaba en un caso real sobre los conflictos entre libaneses cristianos y palestinos.

¿Qué le atrajo de la novela de Pierre Lemaitre?

Me llamó la atención la posibilidad de trabajar con un personaje que se encuentra en el abismo, pero que al mismo tiempo se puede convertir en alguien manipulador y cruel. Me atrajeron las transformaciones que puede experimentar Alain Delambre. La historia, por lo demás, es capaz de mezclar la psicología, la acción, los temas sociales y el suspenso de una manera creativa. Son las ideas que también se mueven dentro del libro: desocupación, pobreza, las grandes empresas. La novela de Pierre Lemaitre, lo sabemos, es muy universal. Cualquier persona en cualquier país puede entenderla e identificarse.

¿Cómo fue la experiencia de trabajo con Éric Cantona?

Aunque no lo crean, yo no lo conocía. No veo fútbol. Estábamos buscando a alguien para interpretar el personaje principal y un día vi la foto de Éric Cantona en una revista. Le pregunté al jefe de casting quién era y me respondió que había sido un futbolista muy famoso y que también actuaba desde hace unos años. Me dijo que algunos lo amaban y otros lo odiaban. Arreglamos una reunión: tomé el tren, fui hasta el sur de Francia, él me fue a buscar a la estación y luego condujo su auto. Fue un gran encuentro. No me pareció que encajaba totalmente con lo que me habían descrito. Fue humilde y a veces incluso se mostró inseguro. Es un tipo muy disciplinado y jamás tuve que darle una instrucción sobre cómo actuar. Se deja guiar por sus instintos y es capaz de mostrar muy bien su costado frágil cuando actúa.

¿La serie es más pertinente en medio de la crisis económica desatada por el coronavirus?

Mire, tal vez puede ser interpretada de esa manera ahora, pero cuando la rodamos no había coronavirus. La dirigí porque me pareció que los conflictos sociales mostrados en esta historia eran muy poderosos y efectivos dramáticamente. Yo sé que a la gente le gusta encontrar mensajes sociales, pero esa no es mi forma de trabajar: las conclusiones quedan a la interpretación del público. Ahora bien, obviamente esta serie llamó la atención sobre todo en Francia pues llega en un período de agitación, poco después de las manifestaciones de los chalecos amarillos.

¿La novela podría haber sido una buena película?

Siempre me hago ese tipo de preguntas. Hasta hace unos años era reticente a las series, pero ahora la televisión asume muchos riesgos y siempre hay un público. En fin, se ha transformado en un medio muy confiable. Pero si debo escoger, todavía prefiero el cine: me gustan las historias que duran dos horas y que se acaban. No tengo concentración para ver diez temporadas.

¿El cine puede sacar la peor parte tras la pandemia?

El cine no será reemplazado por la televisión. La gente dijo que el digital reemplazaría a los 35 milímetros, pero cada vez hay más cineastas retornando al formato Kodak en 35 mm. La gente dijo que los vinilos iban a desapareccer, pero hay un repunte en las ventas de vinilos. El público siempre querrá ir a una sala de cine. En el primer minuto que se abra una sala, voy a poner un pie en ella. Claro, en este momento Netflix y YouTube tienen millones de suscriptores y visitas, pero la razón de eso es clara y se llama coronavirus. No, el cine no desaparecerá.