Ernesto Ottone, subdirector de Cultura de la Unesco: “En América Latina, la pandemia hace más visible la precariedad del sector cultural”

Ernesto Ottone
Ernesto Ottone.

Desde París, y con cifras, el ex ministro analiza la crisis. “Necesitamos políticas públicas fuertes y permanentes para la cultura”, enfatiza.


Ernesto Ottone Ramírez (1972) volvió hace dos semanas a su oficina con vista a la Torre Eiffel. “La vida cambió. Hoy en día en París tú no ves turistas y solo un tercio de los museos está abriendo, de manera progresiva”, comenta a Culto. De hecho, el 80% de los funcionarios de la Unesco sigue en teletrabajo.

Él estuvo dos meses y medio confinado. “No había trabajado tanto desde la época del ministerio. Eran 24 horas al día, porque tuve que hacer de profesor de mis tres niñitas”, cuenta Ottone, quien hace dos años asumió como subdirector de Cultura de la Unesco, tras haber sido ministro de Cultura (2015-2018), y director del CEAC de la Universidad de Chile, del Museo de la Solidaridad y de Matucana 100.

“Estoy muy preocupado por el mundo de la cultura, que está viviendo un momento crítico; uno habla con amigos creadores de muchos países y lo están pasando muy mal. Hay gente que no está teniendo ingresos, y eso es porque el sistema no funciona en tiempos críticos como el actual”, asegura.

Las cifras de la Unesco son elocuentes: el 81% de los sitios Patrimonio de la Humanidad siguen cerrados, y se dejó de practicar el 96% de las manifestaciones inscritas como Patrimonio Inmaterial. “Una sociedad que no puede expresarse a través de su patrimonio inmaterial, que no puede ingresar a sus sitios de patrimonio, que sus instituciones culturales están cerradas y que tiene problemas de brechas digitales, porque hemos constatado que el 50% del mundo no tiene acceso a internet, es una sociedad donde se está coartando el acceso a la cultura”, enfatiza.

Ante la pandemia, Ottone convocó el 22 de abril a una reunión virtual en la que participaron 130 ministros de Cultura, incluyendo a la chilena Consuelo Valdés. “Fue una maratón de siete horas y media, y los ministros compartieron las primeras medidas que habían tomado”, describe.

“Países como Alemania, Suecia, Noruega y Finlandia buscaron soluciones integrales, apoyando a las instituciones y a los individuos. No toman fondos y los transforman en otra cosa, sino que mantienen los fondos de apoyo a la creación, pero crean nuevos fondos de subsistencia. También hay propuestas interesantes en Corea, Japón y en algunos países africanos. Estos ejemplos de buenas prácticas los estamos estudiando para traspasarlos, de manera que cada región pueda adaptarlos a su realidad”, explica Ottone.

En paralelo, la Unesco convocó también a la sociedad civil, al lanzar el 15 de abril el movimiento ResiliArt, que consiste en debates online sobre la crisis, con artistas y gestores, información que traspasarán a los gobiernos. Ya han realizado 92 encuentros en 65 países, y tienen agendados 120 más. “Va a ser evidente que muchas veces las soluciones vienen desde los creadores y no solo desde las instituciones”, apunta Ottone.

A mediados de mayo una encuesta de la Unesco y el Consejo Internacional de Museos (ICOM) constató que el 12,8% creía que iba a cerrar de manera definitiva, y un 19,2% dudaba poder reanudar su actividad. “Un estudio alerta que un tercio de los museos del mundo corre el riesgo de cerrar definitivamente”, tituló diez días después El País.

El diagnóstico del subdirector de Cultura de la Unesco, en cambio, tiene matices: “Cerca del 13% decía no saber si van a poder volver a abrir. Pero hay otros museos que van a abrir en condiciones distintas. Te doy un ejemplo: la subdirectora de El Prado nos decía que dependen entre un 70 y un 75% del ticket que pagan los turistas. Entonces, no tendrán los recursos para hacer grandes exposiciones internacionales de aquí a un año y medio. Sin embargo, eso tiene un aspecto positivo; generalmente los museos exhiben entre el 5% y el 9% de sus colecciones, y ahora tendrán que enfocarse en ese acervo. Son distintas complejidades que hay que resolver”.

-En abril, usted declaró que los artistas estaban jugando un rol muy importante en la pandemia. Pero muchos están hoy sin ingresos.

-Exacto. Hay que tomar conciencia de la situación de los creadores. La pandemia ha hecho evidentes todas las falencias que tienen nuestras legislaciones, partiendo por los sistemas previsionales que no toman en cuenta que el trabajo del artista es esporádico. Entonces los países que está mejor preparados son los que tienen seguro social para estas profesiones que son inestables y que en un 90% son informales. Si no se ataca este problema no habrá creación artística.

-¿No teme que el sector cultural no se recupere por completo?

-Esta crisis no va a acabar con parte del mundo de la cultura, porque este se ha reinventado desde que existe la humanidad. Sí tenemos que reinventar la forma como entendíamos las instituciones culturales y su financiamiento. Hay que avanzar en una agenda política y legislativa donde efectivamente tú ya no puedes pretender que el mundo de la cultura autogenere sus recursos porque si sólo sobreviven las instituciones más grandes, ya no habrá diversidad cultural en el territorio. Necesitamos políticas públicas fuertes, que vayan de la mano con el sector privado, pero que sean permanentes y no dependan de los gobiernos de turno. Para eso se necesita legislar y también se necesita empatía y solidaridad; que la gente se ponga en el lugar de ese artista cada vez que acude a internet para un libro, una visita virtual a un museo o un concierto. Esa creación alguien la hace y debemos buscar formas de que sea remunerada justamente.

-¿Cómo ve la situación de América Latina?

-La pandemia hace más visible la precariedad del sector cultural en América Latina, porque pocos países de la región tienen un sistema de seguridad social para los artistas. Es una situación muy compleja. Afortunadamente, hay países como Uruguay, México y Costa Rica, que ya están proponiendo revisiones legislativas al respecto. También estamos discutiendo el financiamiento de los museos a través de Ibermuseos y del mundo editorial con Cerlalc (Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe).

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