“Nadie necesita mi libro”, afirma el director Woody Allen, acaso como un juego de palabras con el título de sus memorias, A propósito de nada (Alianza Editorial, 2020), publicadas en marzo. Relatar mi historia no es relevante ni importante. Tal vez pueda ser de interés para algunas personas, o tal vez no”.
El libro tuvo especial atención debido a que en principio, la casa editorial que iba a publicarlo, Hachette, echó pie atrás (“pero 15 minutos después tenía otra que estaba dispuesta a publicarlo”, asegura). El motivo fue la denuncia por abuso sexual que levantó la hija adoptiva del director, Dylan, y que motivó un cruce al interior de la familia Allen-Farrow; mientras Ronan, otro de sus hijos, apoyó a su hermana, el director fue respaldado por Moses, otro de sus hijos y también psiquiatra.
Por años, el director de Manhattan evitó referirse al tema. La razón, afirma, es que no lo necesitaba. “Cuando eres inocente, esas cosas no te importan. No quise perder el tiempo pensando en eso. No sentí que le debiera una explicación a nadie -dijo el cineasta en conversación con El País-. La investigación concluyó que no había hecho nada, así que me centré en mi trabajo y en mi familia. Pensé que era una pérdida de tiempo dar entrevistas en televisión o escribir artículos”.
Sin embargo, en el texto vuelve a afirmar que es inocente de cualquier acusación y relata que en realidad esta deriva de un episodio en que-asegura- de manera accidental apoyó su cabeza en el regazo de Dylan, entonces de siete años. Por tal razón, en la entrevista dice que no le interesa volver sobre el asunto.
“Quiero aclarar que no tengo la sensación de haberme defendido -continúa Allen-. No necesitaba ninguna defensa. Escribí la historia con objetividad. He usado citas de otras personas: los investigadores, los médicos, los jueces, los testigos. Nunca me incluí a mí mismo. Al sentir que no necesitaba una defensa, quise escribir la historia”.
“Era un sinsentido que alguien creyera que había hecho algo así a mi hija de 7 años, que hubiera podido abusar de ella de cualquier forma -agrega-. La idea era tan absurda que nunca hablé de ello. Trabajé y seguí trabajando, y nunca me importó. Era solo cosa de los tabloides, que en el fondo viven de eso…”
De todas formas reconoce que su silencio frente a dicha acusación, sumado al hecho de contraer matrimonio con Soon-Yi, la hija adoptiva de su exesposa, Mïa Farrow (con quien tiene 29 años de diferencia), le dieron una mala fama. “Era la hija de Mia y luego terminé siendo falsamente acusado. Me ha dado una mala imagen, pero eso no significa nada para mí. Tengo una relación maravillosa con Soon-Yi y no la cambiaría por nada”.
“Si todos los hombres se hubieran comportado como yo, el Me Too ya habría alcanzado sus objetivos”
La denuncia de Dylan llegó en un momento en que la atención del mundo del espectáculo se ha centrado en los abusos, tal como ocurrió con las acusaciones al exproductor de Hollywood, Harvey Weinstein, quien en marzo fue condenado a 23 años de prisión al ser declarado culpable por dos casos de violación y abuso sexual. Esos casos originaron al movimiento #MeToo.
El asunto motivó reacciones de la industria en todos sus niveles. Algunos actores (Michael Caine, Mira Sorvino, Colin Forth, entre otros) manifestaron públicamente su decisión de no volver a trabajar con el director, aunque otros (Jeff Goldblum, Scarlett Johansson, Alec Badlwin), lo defendieron. Además, Amazon había cancelado un acuerdo de distribución por cuatro películas lo que derivó en una intrincada batalla legal, resulta con un acuerdo.
Pero el cineasta ganador de tres Oscar afirma que el rechazo no significado gran cosa para su agenda laboral. “Si nadie quisiera trabajar conmigo y nadie quisiera ver mis películas, tal vez me afectaría. Pero eso no es lo que ha sucedido…”.
Y aunque Allen, de 84 años, ha sido cuestionado por grupos feministas (incluso algunas de ellas han organizado protestas en sus conciertos de jazz), él ha señalado que respalda las demandas de igualdad salarial y respeto a la mujer. Incluso en junio de 2018, originó una airada reacción en su contra al declarar, con su habitual parsimonia, que él debía ser “el rostro masculino” del #MeToo. Pese a estas palabras, consideradas una provocación por las feministas, él se mantiene en sus trece.
“Encarno todo lo que el #MeToo quiere conseguir”, afirma. “He empleado a cientos de mujeres delante y detrás de la cámara [según detalla en su libro, a 106 actrices en papeles protagonistas y 230 en labores técnicas]. Siempre he pagado exactamente lo mismo a hombres y mujeres”.
“En más de 50 años, ni una sola actriz o miembro de uno de mis equipos ha dicho una sola palabra negativa sobre mí -se defiende el director-. No he recibido una sola acusación de discriminación o de acoso de cualquier tipo. Si todos los hombres se hubieran comportado como yo, el movimiento ya habría alcanzado sus objetivos…”.
El director también fue consultado por el tema del momento: las protestas que denuncian el racismo contra los afroamericanos, a propósito del asesinato de George Floyd por parte de un oficial de policía, y de Rayshard Brooks, abatido a balazos por agentes policiales, presuntamente por resistirse a una detención, lo que motivó la renuncia de la jefa de policía de la ciudad de Atlanta.
“Con los años he recibido algunas críticas respecto al hecho de que no hay actores afroamericanos en mis películas”, afirma. Pero Allen dice considerarse “liberal e incluso radical”, respecto a los derechos de la población negra. Es más, asegura que participó en manifestaciones de Martin Luther King, en Washington, y que los nombres de sus hijos se deben a destacados afroamericanos . “Cuando Ronan nació, le puse el nombre de Satchel por [el jugador de béisbol] Satchel Paige. A las dos niñas que adopté con SoonYi las bauticé como Bechet, en honor al gran virtuoso del jazz Sidney Bechet, y Manzie, por su baterista, Manzie Johnson”.
“Cuando me muera, no podré preocuparme por esas cosas. Si alguien quiere pensar que soy la peor persona sobre la faz de la tierra, será irrelevante, porque ya habré sido desterrado de la existencia -señala el hombre a cargo de cintas como Stardust Memories-. Lo que piensen los demás no tiene mucha importancia”.