The Eddy

10. The Eddy

Netflix hizo el gran anuncio de que fichaba a Damien Chazelle para su primera serie de televisión pero, una vez que se estrenó en la plataforma, en mayo pasado, prácticamente no le hizo promoción a esta serie sobre un club de jazz parisino contemporáneo y los vaivenes de una banda que toca ahí.

En efecto, Chazelle es uno de los productores y dirige con virtuosismo los dos primeros capítulos (imposible no recordar Whiplash), pero en estricto rigor The Eddy es una serie del guionista inglés Jack Thorne y su mano es la que está en esta historia coral donde cada uno de los ocho capítulo es narrado sin prisas por un personaje.

Con una fotografía inmensa y una banda sonora igualmente eficaz a cargo de Glen Ballard (el productor tras numerosos discos importantes, entre ellos Jagged little pill, de Alanis Morissette), la serie cuenta también con actuaciones sobresalientes de André Holland, como el atribulado dueño del bar, que no supera la muerte de su hijo, no es capaz de volver a tocar piano y debe lidiar con su hija adolescente; y Joanna Kulig, como la cantante de la banda y quien realmente interpreta las canciones de una serie atípica para el catálogo de Netflix, probablemente no para no todo público, pero que deslumbra a quien se termina quedando hasta el final.

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After life

9. After life 2

El comediante Ricky Gervais ya había sorprendido por cambiar el registro cuando estrenó esta serie en Netflix, sobre un hombre que acaba de enviudar y no le encuentra mucho sentido a la vida. En su segundo ciclo, decidió extremar la idea y ha hecho la serie más melancólica y triste de la temporada. En seis capítulos de media hora, el personaje principal (Tony) parece comenzar a ver la luz, intenta acercarse más a sus amigos y a tratar de dejar el alcohol. Incluso intenta hacer yoga. La encrucijada llega con la relación que mantiene con la enfermera de su papá.

After life 2 es tan triste que pone a prueba al espectador y lo fuerza a un tono oscuro poco habitual, porque el guion no está dispuesto a hacer concesiones. Pero, lejos de tocar la misma tecla, profundiza la mirada sobre el dolor de perder a alguien y, de manera extraña, lo consigue. Una imperdible de estos meses.

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Unorthodox

8. Poco ortodoxa

Una de las revelaciones de la temporada y basada libremente en la autobiografía de Deborah Feldman, esta miniserie alemana distribuida por Netflix sobre una mujer judía de 19 años que huye desde Brooklyn a Berlín para no tener un matrimonio arreglado pudo ser un dramón de aquellos. Francamente, en el papel prometía poco. Pero en sus cuatro capítulos se las arregla no solo para no caer en el cliché, sino que termina resultando emotiva y muy entretenida.

Poco ortodoxa tiene momentos brillantes (cuando Esty, interpretada notablemente por la actriz israelí Shira Haas, entra al lago y se entiende como un acto de liberación) y también otros que requieren de la buena voluntad del televidente (justo-justo conoce a un músico, cuando la música es su pasión, y se hace inmediatamente amigo de él y de todo el grupo), pero a fin de cuentas esta es una ficción y, cuando suceden situaciones poco creíbles, uno ya está entregado a la miniserie y empatiza con la protagonista pase lo que pase.

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Tiger King

7. Tiger King

El white trash pocas veces había sido mejor retratado que en esta docuserie de Netflix que se convirtió en el hit de la temporada en Estados Unidos (se ha anunciado una serie con Nicolas Cage, en un cast que no puede ser mejor) y también acá, donde esa frase cliché de “cuando la realidad supera a la ficción” se justifica por completo.

La historia de Joe Exotic, el muy extravagante dueño del zoológico Greater Wynnewood Exotic Animal Park, acusado de abuso animal y de intento de homicidio, es todo lo que está mal y bien al mismo tiempo. Joe Exotic es detestable, hace gala de ello y también de manejar armas, adora las cámaras y esa termina siendo su condena. ¿Por qué uno sigue viendo Tiger King en maratón hasta completar los ocho episodios? Porque es fascinante no solo verlo a él, sino también al otro dueño de un gran zoológico (igual de loco) y porque, incluso, la mujer que pretende defender a los animales (Carole Baskin) tampoco es la “heroína” que parece.

Es una docuserie sensacionalista que no le tiene ningún cariño a su protagonista, pero extrañamente funciona, porque en este documental no hay héroes, sino puros villanos. El gran placer culpable de los últimos seis meses.

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La conjura contra América

6. The Plot against America

El creador de The Wire, The Deuce y Treme, David Simon, siempre llega, estrena una serie, los críticos lo ignoran y poca gente se da cuenta que ha pasado por ahí. Una injusticia para uno de los mejores guionistas de la historia de la televisión estadounidense, que esta vez —y nuevamente de la mano de HBO y Ed Burns— hizo una gran serie, una ucronía ambientada en los 40 y en medio de la Segunda Guerra Mundial. Basada en la novela del mismo nombre de Philip Roth, imagina qué hubiera pasado en Estados Unidos si las elecciones presidenciales las hubiera ganado Charles Lindbergh (simpatizante del nazismo) y no Roosevelt.

La trama le sirve a Simon para hablar de la intolerancia y una evidente lectura de la era Trump, con dos primeros capítulos pausados antes de desatar la trama. La dirección artística es formidable, el in crescendo convierte la miniserie en una imperdible y cuenta con la mejor actuación de Winona Ryder en años. Quizás en décadas, como la mujer que se casa con un rabino que le ayuda y da ideas al presidente para justificar demasiadas cosas injustificables. Junto a ella, e igualmente soberbios, están Zoe Kazan y John Turturro, en un retrato pesadillesco, de esos que tanto gustan a David Simon para romper el “sueño americano”. Un giro hacia el final hace pensar que podría haber segunda temporada.

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I never

5. Yo nunca

Tres adolescentes quieren dejar de ser las pernas del colegio y hacen la promesa de conseguir pololo e ir a una fiesta. Ese resumen recuerda a demasiadas series y películas, pero esta serie de Netflix subvierte todo, al poner como protagonistas a una chica de origen indio, otra asiática y una tercera que es latina. Probablemente lo que hace pocos años ninguna cadena televisiva en EE.UU. habría aceptado.

El casting inclusivo es una de sus gracias, pero la mayor es que probablemente si la empezaste a ver, no pararás hasta el final. Yo nunca es pura entretención, de esa que no abunda mucho en las series de hoy. Es dulce, tiene corazón, el guion ama a sus protagonistas y uno termina amándolas a ellas. Tras su cascarón de serie “para adolescentes” se esconde una ficción sin fisuras, sin trampas, muy divertida y entrañable. Toda una sorpresa (y quizás melancolía de las películas para adolescentes ochenteras).

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I may destroy you

4. I may destroy you

En los resúmenes de 2020, probablemente el nombre de Michaela Coel figurará como la revelación del año. I may destroy you es su serie: la creó, escribió, codirigió, produjo y protagonizó. La historia es absolutamente personal, porque se inspira en un abuso sexual que vivió y denunció hace un par de años. Lo interesante es que el personaje de Arabella —una escritora que gracias a un libro sobre millennials se convierte en una “voz” de su generación y tiene la presión de una segunda novela— hace un largo camino antes de constatar aquella noche en que se fue de carrete y, literalmente, se le apagó la tele.

El tono biográfico y una cámara que a ratos parece documental sumerge al espectador no solo en la protagonista, sino también en sus amigos, con una historia estupendamente bien escrita y que no da tregua. La mejor nueva serie en lo que va del año —que emite HBO— es un prodigio de ficción que atrapa desde el primer minuto porque se siente real y sincera. Y da esperanzas de que Coel siga haciendo tan buena televisión como ésta.

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The last dance

3. The last dance

La docuserie producida por ESPN y emitida también por Netflix parecía hecha exclusivamente para fanáticos de los Chicago Bulls. Y unos nostálgicos, porque se centra en la temporada 1997-98, la última de Michael Jordan en el equipo de Illinois. Pero en sus 10 capítulos ha logrado lo más cercano a la perfección de un documental televisivo. Un ejercicio vivaz que sigue dos líneas temporales (una de la temporada 97-98) y otras con los inicios de Jordan en la universidad, donde se muestra parte que ya conocemos del ídolo, pero también otra más sombría (superdotado como deportista, arrogante y abusivo fuera de la cancha), no solo de él, sino también de su equipo y del entrenador, que funciona como perfecto antagonista.

El montaje es veloz, la docuserie entretiene, cuenta con una cantidad apabullante de testimonios, imágenes e historias desconocidas, además de grandes momentos: todos los de Dennis Rodman, la entrevista a Kobe Bryant una semana antes de que muriera, la filmación de Space Jam, el llanto de MJ por la copa y el asesinato de su padre. Y los muchos momentos de Jerry Krause. El último baile es mucho más que un retrato deportivo. Es un lujo televisivo. Realmente sorprendente.

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BoJack Horseman. Ilustración: Leo Camus

2. BoJack Horseman 6, segunda parte

La serie animada para adultos, emitida por Netflix, llegó a su final con una temporada partida en dos. La segunda, que llegó este verano, terminó en lo alto en términos narrativos y convertida en una serie de culto.

En seis años su creador, Raphael Bob-Waksberg, rompió moldes con la historia de un caballo antropomorfo que fue exitoso en los años 90 con una serie de televisión y hoy vive en la decadencia absoluta, pero en Hollywood. BoJack es egoísta, alcohólico, mujeriego y a menudo insoportable. Pero también es dulce, necesitado de afecto y muy fracturado como para lograr recomponerse. Un antihéroe más cercano a Walter White que a Homero Simpson.

Con conflictos que muy rara vez se ven en una serie animada (acá nadie es tan bueno ni malo y los personajes tienen varias capas), su sexta temporada tomó un camino difícil, que no fue la redención del personaje —habría sido demasiado falso para alguien constantemente deprimido— y sus últimos dos capítulos hay que contarlos dentro de lo mejor del año. Un final que solo hace justicia a la enorme serie que es.

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Better call Saul

1. Better call Saul 5

La mejor serie estadounidense de la actualidad ha ido entregando, año a año, cada vez mejores temporadas. Tomando en cuenta que su estreno ya había superado por mucho el ser una precuela de Breaking bad, es asombroso que su calidad no merme y siga una curva creciente. En su temporada quinta —justo antes de la anunciada sexta y final—, la inevitable transformación de Jimmy en Saul Goodman (Bob Odenkirk siempre sublime), un abogado al borde del precipicio ético, moral y del descarrilamiento de su vida, va tomando cada vez más forma, pese a momentos de vulnerabilidad que el guion sabe equilibrar muy bien. Pero no hay duda que el personaje de Kim ha equiparado en importancia y es un enigma qué sucederá con ella: inicialmente era poco más que un complemento del protagonista, pero en la serie se ha vuelto entrañable, gracias al guion y a la actuación de Rhea Seehorn, quien inexplicablemente no ha sido nominada en los Emmys en todos estos años.

Better call Saul es el drama de un antihéroe, pero también un regalo para los fans de Breaking bad, por la cantidad de personajes de ella que han reaparecido con sus historias previas a Walter White y Jesse. Es también la prueba de que una segunda parte puede ser tan buena como su serie madre. Y es también una fortuna para Netflix, quien la tiene en su catálogo, aunque se trata de una serie original del canal AMC. En tiempos de cuarentena, y porque probablemente es una serie que exige concentración, este es el momento para ponerse al día: es LA serie que no hay que perderse.

Better call Saul

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