Alfredo Castro: “Pedro Lemebel era crítico con los burgueses de derecha e izquierda”

Alfredo Castro
Alfredo Castro en la película Tengo Miedo Torero. Foto: Sebastián Utreras.

Ambientada en el año 1986, el del atentado a Pinochet y su comitiva, la novela Tengo Miedo Torero, del ex integrante de las Yeguas del Apocalipsis es la crónica de un travesti de pocos recursos y buen corazón, conocido como la Loca del Frente.


Esta historia se ha contado muchas veces, pero el mismo actor Alfredo Castro reconoce que vale la pena recordarla una vez más. Tiene el carácter de palabra sagrada, pues implica la voluntad última del escritor Pedro Lemebel quien en el año 2005 invitó al actor a un bar del barrio Lastarria para pedirle que protagonizara la versión cinematográfica de su novela Tengo miedo torero. En ese momento la iba a dirigir el italiano Vanni Gandolfo y el escritor le dijo a Castro: “El personaje de la Loca del Frente es tuyo y no quiero que nadie más lo haga”.

El proyecto se esfumó en el aire como suele pasar con tantos planes cinematográficos, pero las palabras de Lemebel siguieron vivas como una suerte de ley no escrita. Diez años después de aquel encuentro, el autor de Loco afán moriría de un cáncer de laringe a los 62 años, pero el mandato otorgado a Alfredo Castro seguía respirando. Finalmente, en julio del 2019, Tengo miedo torero comenzó a ser filmada en las calles de Santiago, entre las avenidas y casas de los barrios Matta, Yungay, Santiago Centro y Recoleta, pero también en Cartagena y el Cajón del Maipo.

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Alfredo Castro es el protagonista de Tengo Miedo Torero.

El tráiler de la película dirigida y adaptada por Rodrigo Sepúlveda (Aurora, Padre nuestro) se lanzó el viernes pasado con el objetivo de calentar un estreno en el segundo semestre si es que las condiciones sanitarias lo avalan. Aunque la pandemia de Covid-19 mantiene a los chilenos sin posibilidades cercanas de retornar a las salas de cine, ese adelanto online encendió el interés y el recuerdo por la figura de Pedro Lemebel de forma inesperada, con 110 mil visitas al tráiler de youtube en una semana y 250 mil al instagram de la película en 24 horas.

“No lo esperaba realmente. Además este tipo de efectos se magnifican con un país en medio de una pandemia”, dice Alfredo Castro sobre la recepción online. Aunque en la película también están el mexicano Leonardo Ortizgris en el rol del frentista Carlos, la argentina Julieta Zylberberg como su novia y actores chilenos del calibre de Amparo Noguera y Luis Gnecco, el filme es básicamente Castro. O, al menos, el tráiler lo es, con frases infalibles en sus labios, empezando por “Yo no tengo amigos, cariño. Tengo amores”, expresión utilizada por el propio Lemebel en una de sus entrevistas.

Ambientada en el año 1986, el del atentado a Pinochet y su comitiva, la novela del ex integrante de las Yeguas del Apocalipsis es la crónica de un travesti de pocos recursos y buen corazón, conocido como la Loca del Frente. Su vida adquiere un nuevo giro cuando conoce a Carlos, joven militante del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, del que tiene la mala fortuna de enamorarse. Desde ahí en adelante se sucede una vorágine de emociones, acciones y causas ganadas y perdidas.

Castro y Zylbergberg
Alfredo Castro y Julieta Zylbergberg en Tengo Miedo Torero.

-¿Cómo se acercó al personaje de la Loca del Frente?

-He leído la novela muchas veces e hice lo mismo con el guión de Rodrigo Sepúlveda, donde se contextualiza mucho más la época, que es la de los meses previos al atentado de Pinochet. El personaje mismo de la Loca del Frente es tremendamente emotivo y eso se debe a muchas razones: su vulnerabilidad, su pobreza y porque es muy inteligente. Con esto último me refiero a la inteligencia de la fragilidad, del sentido común y de las pulsiones cotidianas.

-Muchos confunden al personaje con el propio Lemebel, ¿por qué?

-Es curioso. Se tiende a pensar a veces que la película puede ser un biopic de Pedro Lemebel, pero no es así. Obviamente hay cuestiones en común, porque un creador siempre va a estar ligado a la obra y a sus personajes, pero si uno lee la novela se da cuenta de que no es un retrato de él. La Loca es vieja, sin dientes, flaca, con el pelo mal teñido y muy pobre. No, no es Lemebel. Antes de hacer la película me preocupé de hablar con sus amigos y cercanos para ver las coincidencias entre lo que se contaba en la novela y la propia vida de Pedro. Una pregunta era si él “mariconeaba mucho”, si “mujereaba mucho” o si “hablaba mucho como loca” y la respuesta fue que no. Por lo tanto, creo que estamos lejos de hacer una caricatura en la película. Lo otro que consulté es si en la novela estaba reflejado el auténtico Pedro Lemebel y la respuesta fue que parcialmente. Finalmente pregunté si su hablar tendía a ser muy popular, muy de barrio o carcelario y me dijeron que en ningún caso.

Imagen lemebel
Pedro Lemebel

-¿La Loca es tal vez más decadente o desvalida?

-No me gusta usar esas palabras. Son términos muy morales. Yo creo que es un personaje pobre, si es que vamos a usar una expresión. Es un hombre gay viejo, muy pobre y muy vulnerable que no tiene dónde vivir y está de allegado. Es una persona frágil en el amor, pero no en la vida. Al respecto hay un texto muy lindo que escribió Lemebel y que me acompañó durante todo el rodaje de la película. Dice: “La pasión me ha calado hasta los huesos, pero si hay algo que me va a quedar debiendo la vida, es el amor que inventó para otros”. Es una de las pocas confesiones de él. La otra es la frase con que comienza el trailer de la película: “Yo no tengo amigos, yo tengo amores”.

-No hay ninguna media tinta en esa expresión.

-Lo tiene súper claro. Cuando vives en una condición de tanta pobreza, lo único que te queda es ser muy preciso y transparente en la utilización del lenguaje. Lo mismo pasa con la posición política de la Loca. Es una persona de derecha, partidaria de Pinochet y que borda manteles para las esposas de militares. Pero luego se produce un cambio ideológico muy importante en la novela.

-¿Intimidan las expectativas del público considerando la importancia de Lemebel?

-Cuando uno trabaja con una obra que es parte de la historia de Chile, sabe que se mete a jugar con nuestro pasado, con esa misma historia. No exagero si digo que hay millones de lectores que admiran muchísimo a Lemebel y, en ese sentido, la película es un desafío histórico. No es algo inocente. Ahora bien, todo trabajo creativo es subjetivo, por definición. Por lo tanto esta película tampoco es un papel calco de la novela ni de la historia.

-¿Cómo fue la relación de Pedro Lemebel con el Partido Comunista?

-Hay una entrevista de Francisco Casas, que fue su gran compañero en las Yeguas del Apocalipsis, donde dice claramente que Pedro nunca militó en el Partido Comunista. Otra cosa es que se le rindieran honores de aquella colectividad en su festival y que haya sido muy amigo de Gladys Marín.

-La postura del PC con respecto a la comunidad gay no era muy abierta en los años 80.

-No, en ningún caso. Es decir, todo el mundo sabe que en Cuba hubo en algún momento cárcel para varios homosexuales. Ellos mismos han pedido perdón por ese hecho tan espantoso. Pero el conflicto de Pedro en ese sentido puede haber sido con toda la izquierda y centro-izquierda. Yo vi cuando Patricio Aylwin fue proclamado y entró él con sus tacos al escenario, provocando la sorpresa de varios líderes y próceres del momento a los que la historia dejó atrás. No solamente hay homofobia en la derecha. La izquierda fue lo más homofóbica que hay en el mundo y en Chile también. Para qué hablar de militantes gay: quedaban totalmente rechazados. En ese sentido, Lemebel llenó un vacío y ocupó un lugar en la izquierda. Para hacer eso, soportó mucho maltrato. De la derecha y de la izquierda.

-¿Le gustaba provocar a los políticos?

-Los molestaba y les hacía mostrar sus verdaderas caras. Decía que sus tacos eran sus armas. Fue transversalmente crítico con la burguesía, de izquierda o de derecha. Una de las cosas bellas de la novela y también de la película es como este muchacho radical y burgués del Frente, Carlos, cae en la seducción de la Loca. Es seducido por su simpatía, su afecto, su cuidado, en su sentido del humor y en lo loca que era no en el sentido de sexo, sino de su cabecita medio desquiciada. En la película está particularmente bien retratado el odio y los celos que provoca la Loca en la pareja de Carlos que es tan burguesa como él. Estamos hablando de un muchacho sano, guapo, bien alimentado, que se deja seducir por una mujer de cuerpo callejero, angurriento, flaco y sin dientes.

-¿Se muestra el clasismo chileno en la película?

-Lo que pasa es que todo parte de la novela, que es bien política y exhibe el viaje ideológico de la Loca, que parte como pinochetista. Pertenece al proletariado pinochetista, el facho pobre como se ha dicho.

-¿Se puede hablar de la comunidad gay en Chile antes y después de Lemebel?

-El hizo una irrupción con su cuerpo, con su pelo, con sus tacos y con su organismo en un Chile increíblemente discriminador y homofóbico. Fue el primero en exponer su cuerpo en la lucha del movimiento gay en Chile y le dio visibilidad al movimiento. Eso es algo que nadie nunca debe olvidar. Si los chicos gay pueden hoy en Chile besarse y abrazarse con cierta tranquilidad en las calles, es gracias a que Pedro abrió el camino.

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