"Está bien, congas, tocas esta vez", sonó la voz, profunda y con algo de modorra de Phil Spector desde el fondo de los auriculares. El joven percusionista, Phil Collins, escuchó atento la indicación. Dio un breve respiro. Preparó sus manos para atacar el instrumento. Pero en ese momento, reparó en un detalle: el micrófono que lo registraba estaba apagado.
Collins decidió tocar de todas formas. “Justo después de eso, todos en el estudio desaparecieron. Alguien dijo que estaban viendo televisión o algo así y me dijeron que me podía ir”, recuerda en una reciente entrevista en Loudersound, en que repasó algunas historias de su carrera.
Era 1970. Un poco antes de sumarse a la sofisticada imaginería progresiva de Genesis, el futuro hit maker ochentero estaba a cargo de las baquetas en una banda de sonoridad psicodélica y espacial llamada Flaming Youth, cuyo primer disco —y a la postre el único—, inspirado en la era de los cohetes y el alunizaje, fue un fiasco de ventas. Al poco tiempo, las recriminaciones y la frustración acabaron el proyecto.
En esos días aciagos, el teléfono sonó en la casa de Collins. Al otro lado de la línea estaba el mánager de los Flaming Youth. "Él recibió una llamada del chofer de Ringo Starr, quien le dijo que necesitaban un percusionista para una grabación, y me sugirió", cuenta el artista.
No era cualquier trabajo. Se trataba de una sesión para "All things must pass", el tema que daba nombre al primer álbum en solitario firmado por George Harrison, tras la comentada separación de los Beatles ese mismo año. Era una canción creada durante las caóticas jornadas de Let it be, que incluso se ensayó. Pero como aconteció por entonces con las creaciones del guitarrista, finalmente el peso de Lennon y McCartney acabó por dejarla a un lado. Tal como había sucedido con muchas que el músico había compuesto desde mediados de la década. Por ello, su primer trabajo sonaba a una liberación; a una celebración de su talento mal apreciado; un agradecimiento a Krishna por el favor concedido.
Todos juntos
Así, casi por casualidad, el músico de una banda al borde del colapso y poco conocida, se hizo de la oportunidad de tocar en el estudio Abbey Road con tipos que estaban en las portadas de las revistas y en los inlays de los discos que de verdad se vendían.
"Harrison estaba allí. También Ringo, Billy Preston, Klaus Voormann y Phil Spector —recuerda Collins—. Nadie me dijo lo que tenía que tocar, y cada vez que comenzaron la canción, Spector decía: 'Escuchemos la guitarra y la batería', o 'escuchemos el bajo y la batería'. Yo no soy un intérprete habitual de congas, así que mis manos están empezando a sangrar. Además debí apartar los cigarrillos de Ringo. Ni siquiera fumo, me sentía nervioso".
El baterista de The Beatles fue uno más de los muchos convocados a participar en el disco. "La banda principal era Clapton, Carl Radle, Jim Gordon y Bobby Whitlock, quienes estaban en proceso de convertirse en Derek & The Dominos. Alrededor de ese núcleo, un autobús lleno de invitados entró y salió de Abbey Road —explica Graeme Thomson en la biografía del guitarrista, Behind the locked door (2013, Omnibus Press)—. Los músicos que aparecieron en el álbum, acreditados o de otra manera, incluyeron a todos los Badfinger, Billy Preston, Ringo Starr, Peter Frampton, Klaus Voormann, Alan White, Ginger Baker, Tony Ashton, Dave Mason, Bobby Keys y Jim Price, Gary Wright, Gary Brooker, Chris Thomas y Pete Drake".
La necesidad de tener tal cantidad de instrumentistas, era construir el sonido denso requerido para levantar el legendario wall of sound, la técnica de grabación que definía el sello autoral de Spector como productor y que Harrison consideró para su debut.
“Varios músicos tocando las mismas partes simples al unísono fue un componente clave en la pared de sonido de Phil Spector, y en All things must pass fue más lejos que nunca —explica Thomson—. Después de pasar por ‘Wah wah’, la primera canción que grabaron para el álbum, Harrison estaba realmente horrorizado por los efectos que Spector había agregado cuando lo reprodujo en la sala de control. Rápidamente llegó a disfrutar, sin embargo, el poder exagerado y la excentricidad del sonido. Era la marca registrada del productor, pero también era una red de seguridad auditiva para un hombre que hacía su primer disco y no estaba muy seguro de por dónde empezar o detenerse”.
A pesar de los años relegado a la orilla, la recepción positiva de sus composiciones para el álbum Abbey Road ("Something" y "Here comes the sun"), le había entregado a Harrison una renovada confianza en sí mismo. Liberado de ser un Beatle, por primera vez se encontraba con el espacio suficiente que demandaba su talento. Su creatividad estaba en alza. "Fue el momento más fantástico", afirma Pattie Boyd, su entonces esposa, en Behind the locked door. "Ahora era libre y se dio cuenta de que la libertad le estaba trayendo mucha felicidad y alegría. Podía elegir los músicos que quería para el álbum. Era como un niño con todos estos grandes intérpretes, y estaban encantados de participar. Fue maravilloso".
A partir de su propia experiencia, a la sombra de Lennon y McCartney, el guitarrista tuvo un enfoque diferente para sus invitados. "Nadie fue tratado como músico de sesión —recuerda Peter Frampton, quien grabó guitarra acústica—. George no estaba envuelto en una cuestión de yo-yo-yo, sabía lo que podía hacer y lo que no podía hacer. No tenía ego, lo cual era extraño porque era un Beatle, ¡o tal vez por eso! Los buenos intérpretes suelen ser inseguros, así es como uno mejora y él floreció, como músico y como compositor".
"En muchos sentidos, fue una transición perfecta de Beatle a solista —afirma Thomson—. El drama de la división estaba ocurriendo en Savile Row, en las oficinas de sus abogados y en los periódicos, donde cada miembro tenía su opinión y a menudo criticaba los comentarios del otro en entrevistas o ridiculizaba casualmente su trabajo en solitario. Pero en términos de hacer música, Harrison continuó tal como lo había hecho durante los últimos dos años: escribiendo canciones, tocando con sus amigos, conservando su toque personal".
Expulsado por un Beatle
Apenas salió a la venta, Phil Collins fue hasta la tienda de discos y adquirió una copia de All Things Must Pass. Ansioso, buscó su nombre en la lista del personal que participó en la grabación. "Miro las notas de la portada y no estoy allí. Y me quedé pensando: '¡debe haber algún error!' pero me dí cuenta que era una versión diferente de la canción, y yo no estaba en esa".
Años después, el músico se enteraría del resto de los detalles. "Compré la casa de Jackie Stewart [ex piloto de F1]. Harrison era su amigo, entonces Jackie me dijo que George estaba remezclando All Things Must Pass, y me preguntó: 'Tú estuviste en eso, ¿no es así?' Y yo le respondí: "Bueno, sí, yo estuve allí". Dos días después, George Harrison me entregó una cinta con una nota que decía: '¿Podrías ser tú?'".
Intrigado, el baterista fue hasta su casa para escuchar la cinta. Allí estaba la verdad sobre su participación en el álbum.
"Me apresuro, lo escucho, y de inmediato lo reconozco. De repente entran las congas, demasiado ruidosas y terribles —recuerda en la entrevista—. Y al final de la cinta escuchas a Harrison diciendo: "Oye, Phil, ¿podemos probar con otro sin la conga?". Así que ahora sé que no fueron a ver la televisión, fueron a alguna parte y dijeron: 'Deshazte de él', porque estaba estaba tocando muy mal".
Al rato, sonó el teléfono en la residencia de Collins. Era Stewart. Le dijo que Harrison quería hablar con él. Según el baterista, el autor de “Taxman” le preguntó: “¿Recibiste la cinta?”. Su respuesta: ‘Sí, ahora me doy cuenta de que un Beatle me despidió’. “‘No te preocupes, solo te estaba tomando el pelo. Al final conseguí a Ray Cooper, le pedimos que tocara realmente mal y lo doblamos ¡pensé que te gustaría!‘”, remató el guitarrista. En ese momento, el hombre de Genesis comprendió la chanza. “Solo le pude responder: ‘¡Maldito bastardo!’”.