La beca de Sebastián Vinet

Foto: Paulo García

Uno de los bailarines más destacados de Chile generó una oportunidad inédita: seleccionará a seis niños de distintas escuelas del país para que puedan aprender con los maestros de tres prestigiosas academias internacionales. Las clases, los ensayos y las audiciones serán por Zoom. Es así como busca reinventarse en medio de la cuarentena.


Sebastián Vinet viene escapando del coronavirus desde hace meses. El experimentado bailarín de ballet partió en 2020 de gira por el mundo. El periplo fue así: en enero estaba en una ciudad cercana a Wuhan, en China; luego, en febrero, pasó por Europa y viajó directamente a Nueva York, en Estados Unidos, donde alcanzó a hacer sus últimas presentaciones antes del confinamiento mundial.

Nunca se sintió enfermo. Recién en marzo pudo regresar a Ciudad de México, su hogar desde hace 16 años, para hacer cuarentena.

“Creo que lo que más me ha afectado es la incertidumbre”, dice con un ritmo veloz y un acento particular, que mezcla tonos chilenos y mexicanos. “Nadie sabe lo que va a pasar y cuándo vamos a poder retomar las actividades. Y artísticamente, desde la segunda semana de marzo, cuando me empecé a encerrar por voluntad propia, empecé a cancelar todas mis funciones. Tenía presentaciones en Canadá, China y Francia”,

Vinet es de los mayores exponentes nacionales del ballet, con una trayectoria que ha sido reconocida en todos lados. Actualmente, tiene una gran presencia internacional, ha participado de compañías como el San Francisco Ballet, el Ballet de Santiago y la Compañía Nacional de Danza en México, con las cuales se ha presentado alrededor de todo el mundo.

En 2009 fue el primer chileno en ser jurado en el Prix De Lausanne y luego lo invitaron como bailarín especial a los Grammy Latino, realizados en Houston. Su relación con el país, sin embargo, es compleja. “Con Chile tengo sentimientos encontrados. Soy chileno de corazón, pero me fui hace mucho. Fue súper difícil avanzar en Santiago”, comenta.

Antes de la pandemia, trabajaba de manera independiente; ahora, en cuarentena, se ha visto obligado a pensar en el futuro. El panorama no es claro. Cancelaron todas las presentaciones que tenía agendadas hasta diciembre y se estima que recién para el próximo año podrían volver a abrirse los teatros con cierta normalidad. En este contexto, varias compañías están luchando para sobrevivir. Incluso, una gran organización, como Cirque du Soleil, por ejemplo, tuvo que anunciar esta semana que está en quiebra y que despedirá a 3.840 empleados por la crisis.

Mientras no se retome algún tipo de normalidad, la salvación parece estar en internet. Algo impensado para una disciplina clásica como el ballet.

“Ahora que podemos conectarnos por Zoom o por Facetime y que no tenemos nada más que hacer, para mantener el arte vivo se ha generado una conectividad que no existía antes, en la que todo el mundo está tratando de colaborar, todo el mundo dancístico está tratando de crear oportunidad para quedar vivos y activos. Es algo muy bueno de la pandemia y ojalá se pueda mantener en el futuro”, comenta.

El sábado 20, por primera vez en su carrera, Vinet realizó una clase magistral por Zoom. Fue una sesión gratuita, de la cual participaron 280 personas. Se conectó desde su casa y empezó a bailar frente al computador, mientras decenas de pequeñas caras proyectadas en su pantalla lo seguían. Cuenta que fue extraño, como una película de ciencia ficción, pero que resultó bien. Después de las clases se quedó pensando: ¿Cómo capitalizar el creciente interés que había por su arte en tiempos de pandemia? ¿Cómo seguir aprovechando internet? Entonces empezó a imaginar una beca de verano online para bailarines chilenos. Que pudieran aprender de grandes escuelas del mundo desde sus casas.

Sebastián se contactó directamente con los maestros de distintas academias del mundo para coordinar la idea. Las interesadas fueron The Washington School of Ballet en Estados Unidos, Institute of Dance and Arts Centre (Idac) en Guadalajara, México, y del Ballet West en Escocia. En total, becarán a seis estudiantes chilenos, entre 13 y 17 años (dependiendo el lugar que elijan), para tomar clases por internet durante julio y agosto. El valor de estos cursos, habitualmente, es de 7.000 dólares, pero en este caso será gratuito.

Las audiciones se realizarían en dos tandas, con un costo de seis mil pesos como inscripción. Se esperaba que se conectaran unos 50 jóvenes. Como casi toda iniciativa en tiempos de pandemia, la dinámica sería inédita: Vinet haría una clase de ballet online y los postulantes tendrían que seguir sus pasos. Cinco jurados evaluarían la técnica, condiciones físicas, coordinación y concentración de cada postulante con un puntaje de 1 a 10.

“Me acuerdo de que hace cuatro años estaba conversando con un bailarín que contaba sobre esta nueva modalidad que se estaba haciendo en Asia de dar clases en línea. Y toda la mesa dijimos: ‘¿Pero cómo? ¿Dónde queda la conectividad entre maestro y alumno? ¿Cómo puedes hacer esto si en tu casa no tienes el piso apropiado?’. Pero bueno, ahora no nos queda de otra”, recuerda Vinet.

Cuatro academias chilenas se interesaron en inscribir a sus estudiantes en las postulaciones para la beca: la Escuela de Ballet Andrea Aedo, en Reñaca; el Estudio de Danza de Hugo Zárate, en Chillán; el Ballet Danceworks de Lucas Siquiera, en Providencia, y Studios Ballet de Cecilia Arrua, en Colina. Todos son maestros que pasaron por el Teatro Municipal y que valoraron la propuesta. “En nuestro país no tenemos cursos de esta envergadura, en donde los alumnos no solamente tienen la posibilidad de tomar un gran número de clases en muy pocos días y con grandes maestros, sino que también pueden compartir, aunque sea virtualmente, con alumnos de muy buen nivel técnico y de distintas partes del mundo”, opina Andrea Aedo.

“Sebastián es muy conocido a nivel internacional y se maneja con grandes escuelas y compañías del mundo, así que nos pareció maravilloso su proyecto y además nos sentimos muy halagados por haber confiado en nosotros”, agrega Cecilia Arrua.

Los niños, dicen sus profesores, se emocionaron al preparar las audiciones. Saben que es una oportunidad única. Muchos tienen el sueño de dedicarse profesionalmente al ballet. El entrenamiento es difícil en estas condiciones: diariamente deben ensayar frente a sus computadores para recibir comentarios. Las clases se realizan por Zoom y ahí deben enfrentar una serie de inconvenientes. Acomodar los muebles de la casa para tener espacio, instalar barras especiales y saltar sobre pisos no aptos para bailar. Acostumbrarse no es fácil.

Victoria Keilhold, de 13 años, es de Chillán y alumna del Estudio de Danza de Hugo Zárate. Esta sería su primera audición tras años de clases. Baila desde los dos años. “Para mí, el ballet me ha ayudado a pasar la cuarentena sin aburrirme. Tengo clases cuatro días a la semana”, cuenta.

Su profesor, Hugo Zárate, destaca que todos sus estudiantes “se sienten muy motivados, aunque todo sea de manera virtual. Ver y relacionarse con estudiantes de otros países, trabajar con grandes maestros, quizá en tiempos normales no hubiera sido posible”.

En una etapa más avanzada de su entrenamiento se encuentra Sofía Pérez, de 17 años. A su edad, sabe que quiere dedicarse a bailar profesionalmente. Por eso, tuvo clara la importancia de las audiciones desde el principio. Es venezolana, llegó a Chile en 2017 y de inmediato entró a clases con Lucas Siquiera. En 2018 ganó una audición para un curso en Estados Unidos, pero le negaron la visa para entrar al país por ser venezolana. Esta era una segunda oportunidad y se preparó largamente para tomarla.

“Es importante, podría conocer el punto de vista de personas de otros lugares. Por ejemplo, la escuela de Washington. Me gustaría conocer su enfoque sobre el ballet. Esa es la que más me interesa”, comenta.

¿Cuál es la importancia que un taller de verano puede tener en un bailarín?

Sebastián Vinet es quien mejor puede explicarlo. Su carrera empezó a los 14 años, cuando viajó a Estados Unidos para realizar un curso que le cambiaría la vida. Fue tras conocer la experiencia de la Houston Ballet Academy que decidió dedicarse al baile de manera profesional.

Durante el mes pasado, Vinet trabajó en una campaña audiovisual junto a la revista Vogue México y la fundación Save The Children para recaudar donaciones para futuros artistas. Se inspiraron en una campaña de la actriz Jennifer Garner, amiga del bailarín. Reunieron a varios exponentes de distintas compañías para grabar un video en blanco y negro que busca crear conciencia sobre la importancia del arte y mostrar cómo la pandemia ha afectado a niños y niñas.

La gestión de esta campaña y la beca obedecen a una personalidad inquieta. Vinet no se ha quedado desocupado en cuarentena. “Este tipo de ideas no son bienvenidas en el mundo artístico de Chile. Cosa que se me hace extraña”, dice Sebastián Vinet. “El error en la cultura y en el arte está en exigir ayuda sin movernos de casa. En Chile pasa eso. Siento que la misma gente que está a cargo de mantener este arte vivo y crear estas experiencias no lo hace. No puedo exigirle a un jefe que me dé trabajo si no muestro mi trabajo”.

Las audiencias para postular a los seis cupos que ofrecen las becas se realizaban ayer, al cierre de esta edición. Vinet será el encargado de dar a conocer los resultados de las audiencias en una semana. Entonces habrá devuelto, de alguna forma, las oportunidades que ha recibido apoyando a una nueva generación de bailarines nacionales, sus posibles sucesores.

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