Encendió la pradera. Firmada por más de 150 artistas y escritores y publicada el martes en la revista Harper’s, la carta abierta contra la intolerancia provocó expresiones airadas en redes sociales. Mientras la escritora JK Rowling lucía orgullosa de haber firmado, dos autoras se retractaban luego de publicar su nombre junto al de ella y a una lista heterogénea. Ahí se cruzaban Margaret Atwood, Salman Rushdie, Noam Chomsky, Francis Fukuyama, Wynton Marsalis, Jeffrey Eugenides, Garry Kasparov y John Banville, entre muchos otros.
Tras reconocer el “necesario ajuste de cuentas” con el racismo y las desigualdades sociales y de género, la carta advertía del surgimiento de posiciones radicales, luego de la ola de protestas que desencadenó el asesinato de George Floyd. “El libre intercambio de información e ideas, la savia de una sociedad liberal, está volviéndose cada día más limitado. Si bien era esperable de la derecha radical, la actitud censora está expandiéndose también en nuestra cultura”, dice.
“En España sería inimaginable, la gente está asustada, no vayan a tacharles de fachas”, dijo el escritor español Javier Cercas al diario La Vanguardia. El autor de Soldados de Salamina afirmó que suscribía el contenido de la misiva de principio a fin.
“La carta dice que debe existir un debate real, sin él no hay sociedad libre, hay un campo de concentración”, subrayó. “Las redes sociales lo fomentan, son un rebaño mugiente que se dedica a linchar al personal a la mínima que algo no les gusta. Es peligrosísimo. Se ha instalado un puritanismo de izquierda y se lleva el porno de la indignación moral: qué puro, de izquierdas y virtuoso soy, J. K. Rowling es una mierda de mujer vendida al capitalismo”.
“Caza de brujas”
El escritor que ha alertado en torno a los populismos, advirtió que las causas justas no justifican la censura. “Es letal para la izquierda, el feminismo, el antirracismo, que no pueden ser más justos, pero en su nombre no puede haber caza de brujas. Trump lo aprovecha diciendo que hay un fascismo de izquierdas, y parte de razón tiene. Si Woody Allen es absuelto dos veces y sigues condenándolo, destrozas la causa feminista. Si todo el mundo es culpable hasta que se demuestre lo contrario, es un infierno. Con el puritanismo retrospectivo actual, se puede quemar los libros de Platón y Aristóteles, que vivieron en una sociedad esclavista sin problema”, dijo.
Una vez publicada la carta, ardió Twitter. “Ellos ya no dirigen la conversación pública y su carta va dirigida a otras personas que ellos creen que también están infelices porque no la dirigen”, aseguró Linda Holmes, de la National Public Radio (NPR).
La historiadora afroamericana Kerri Greenidge retiró su apoyo a la misiva y solicitó borrar su firma, y la escritora y activista trans Jennifer Finney Boylan pidió disculpas: “No sabía quién más iba a firmar esa carta. Pensé que significaba respaldar un mensaje bienintencionado, aunque vago, en contra de la vergüenza en Internet. Sabía que Chomsky, Gloria Steinem y Atwood estaban ahí y pensé: ‘Buena compañía’. Tendré que cargar con las consecuencias. Lo siento mucho”.
El impulsor de la carta, el escritor Thomas Chatterton Williams, rechaza que los firmantes sean personas atemorizadas y resistentes al cambio. “No, es gente preocupada por el clima de intolerancia, que cree que la justicia y la libertad están unidos indisolublemente. La gente asustada no firmó”.
“La reacción contra la carta demuestra por qué era tan necesaria”, escribió por su parte Jesse Singal, uno de los 154 firmantes. “Soy veterano de las guerras de Twitter, pero me sorprendió la reacción tan inmediata y virulenta”, escribió.