Gustavo Santaolalla: “No trato de imaginar cómo va a ser el mundo y la música, no quiero perder el tiempo en eso”
El dos veces ganador del Oscar detalla cómo trabaja en el encierro, su labor en la música del videojuego The last of us y sus recuerdos de Corazones: “Siento una conexión muy fuerte con Jorge González”.
En vez de relajo y saldar pendientes de tipo doméstico, Gustavo Santaolalla (68) cuenta que su agenda está saturada de actividades, desde que se levanta hasta que se acuesta. Tiene un pequeño estudio en su casa en Los Angeles, por lo que desde ese espacio uno de los compositores y productores argentinos más cotizados de las últimas décadas continúa operando. Enumera proyectos para Amazon, Netflix y Hulu, mientras hay poco tiempo para escuchar a otros artistas. Aunque cita una que ha llamado su atención en el encierro: la joven cantautora estadounidense Madison Cunningham.
“Siempre ha sido bastante caótica mi vida, pero como es la vida misma, es como un caos organizado, es bastante cuántica mi aproximación a esta, siempre lo ha sido”, dice a Culto. A partir de marzo el ganador de dos premios Oscar cambió los viajes por el trabajo desde su hogar.
Desde ahí se encontró con el estreno de la segunda parte de The last of us, el popular videojuego que lo ha llevado a otro público, el gamer, usuarios en buena parte adolescentes. “En mi actividad artística, es con la gente más joven que me he relacionado, chicos de 12, 13 años. También con gente más grande, pero llega hasta ahí”, afirma ante el premiado título de Naughty Dog y PlayStation.
“Yo tengo fans por mi música de películas, por mis canciones, por mi actividad solista, por Bajofondo, por mis producciones, pero con los fans de la música de The last of us yo siento una cosa diferente. Se ve que la música juega un rol tan importante en la historia y hay una inmersión personal tan grande de los jugadores, que les entra de otra manera. Yo me doy cuenta que hay una conexión casi espiritual con la música, muy fuerte, y me encanta, me fascina”.
Un mundo situado en un EE.UU. posapocalíptico que en los próximos años seguirá creciendo, porque HBO adaptará las dos partes del videojuego en una serie realizada por el creador de Chernobyl, Craig Mazin, para la que también compondrá la banda sonora. Sólo uno de los múltiples proyectos que el productor de Corazones (1990), el último título de la era clásica de Los Prisioneros, tiene confirmados en su copada agenda.
¿Cómo analiza que su trabajo se despliegue en áreas tan diferentes?
Es lo que quise hacer toda mi vida, siempre me dije: ¿por qué no? No me veo ni como un compositor de música de películas, ni como un compositor de música de videojuegos. Me veo más como un artista que utiliza distintos fórums para expresar su visión. Para hacer una analogía futbolera, a veces me toca jugar arriba y hacer los goles, a veces me toca armar el juego al medio de la cancha, a veces me toca ir al arco, a veces me toca jugar de director técnico, a veces soy el preparador físico, el que hace los masajes. Pero siempre estoy en el partido.
¿Y dónde le gusta jugar más?
En todos los lugares. Y tengo muchas aspiraciones todavía de cosas que quiero hacer. De hecho, tengo una comedia musical escrita sobre El laberinto del fauno, sobre la obra de Guillermo Del Toro, la escribí con Paul Williams. El musical es un campo que me interesa y me interesa también el trabajo con la música y con las frecuencias, que tiene que ver con cosas terapéuticas.
¿Cómo vivió los 30 años de Corazones en mayo?
Yo participé en el disco homenaje de Corazones. Yo adoro a Jorge (González), tengo un profundo cariño y admiración por Jorge, y ese disco marcó, es un disco bisagra. Es muy fuerte lo que pasó y para mí conocer a Jorge fue abrirme también a toda otra estética diferente que no había manejado hasta ese momento, y me parece un cantautor de un calibre inmenso. Participé en ese disco, pero también tuve la oportunidad de verlo. Fui a Chile en el último tiempo, hacía mucho que no iba y fui por dos cosas, al Lollapalooza con Bajofondo y después a tocar con mi espectáculo solista, y lo vi a Jorge ahí, así que estuve con él y todo.
¿Ha podido tener contacto con él?
En el último tiempo no, pero siempre sé de él. Es de esas personas que de pronto, como me pasa a veces con otra gente, como con León Gieco, puede pasar un año y medio que no nos vimos y nos vemos y es como si nos hubiésemos dejado de ver ayer. Hay una conexión muy fuerte. Yo siento una conexión muy fuerte con Jorge.
¿Ha pensado qué pasará con la música pospandemia?
Trato de no imaginarme mucho. Aparte sabemos que nosotros mismos también somos creadores de nuestro destino. Con nuestros pensamientos creamos la realidad que tenemos alrededor, y de alguna manera también lo que tenemos afuera nuestro es una proyección de lo adentro, es un conjunto. Estoy más que nada tratando de estar yo centrado y conectado con las cosas más profundas que tienen que ver con la vida, y no tratando de imaginar cómo va a ser el mundo, porque la verdad es que no lo sé. Pueden ocurrir tantas cosas que no sabemos, que en vez de imaginar y perder el tiempo en eso, prefiero utilizar mi tiempo en estar conectado con las cosas que trascienden realmente esto. Todo esto es un viaje y esta vida, esta de Gustavo Santaolalla que tengo, es solamente una parte de un viaje. No sé cómo sigue el viaje en esta vida y en esta dimensión, pero sé que el viaje continúa y que todavía queda muchísimo por andar, en estas dimensiones y en otras.
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