Hace tres años, además, el Festival de Cine de Valdivia le dedicó una retrospectiva y en ese momento muchos se enteraron de un detalle singular: Guy-Blaché, que había nacido en París en 1873, pasó parte de su infancia en Valparaíso, donde su padre tenía una librería.

En el mes de agosto, la pionera del cine volverá al menos espiritualmente a Chile con el estreno del documental Be natural: The untold story of Alice Guy-Blaché, de la directora estadounidense Pamela B. Green. El filme inaugurará el 10 Festival de Cine de Mujeres (Femcine), que se hará de manera online y gratuita desde el 4 a 9 de agosto. El largometraje, estrenado en el Festival de Cannes 2018 con muy buenas críticas, llega al país gracias a Cintamani Films y se espera su estreno comercial a fin de año.

La película es un trabajo de años de Pamela B. Green, quien comenzó a través de un crowdfunding (financiamiento colectivo) al que terminaron acudiendo personalidades como Robert Redford, Hugh Hefner y Jodie Foster, entre otros. La actriz dos veces ganadora del Oscar también se transformó en la voz narradora del documental.

“Debo confesar que no sabía nada de Alice Guy-Blaché antes de involucrarme en la película”, dice Foster al teléfono desde Los Angeles. “Y es una locura, pues me considero una persona que más o menos domina algunos aspectos importantes de la historia del cine”, agrega la directora de El maestro del dinero y actriz de El silencio de los inocentes.

Su inicial desconocimiento no es en realidad la excepción a la regla. Es la norma. Al comienzo del documental, Green le pregunta a una serie de luminarias sobre Guy-Blaché. Casi nadie la conoce: ni Patty Jenkins, directora de Wonder Woman; ni Julie Delpy, la actriz francesa de Antes del amanecer; ni Peter Bogdanovich, el gran director de La última película y enciclopedia viviente del cine.

A pesar de tener sobre mil películas realizadas entre 1896 y 1920 entre Francia y Estados Unidos, Guy-Blaché fue sucesivamente pasada por alto por los historiadores del cine. Su propio ex jefe Léon Gaumont, fundador de los estudios Gaumont, dejó ir errores en la prensa y en las enciclopedias que, por ejemplo, atribuían filmes de ella a otros, entre ellos al director Louis Feuilade.

Lentamente, sin embargo, se corre el velo que cubre la vida de una cineasta que llegó a tener su propio estudio en la costa este de Estados Unidos, compitiendo al mismo nivel con Paramount o Fox. Se llamó Solax y lo creó junto a Herbert Blaché, el esposo que la abandonaría para irse a probar fortuna a la costa oeste, en el naciente Hollywood. Casi al mismo tiempo que el poco talentoso Herbert fracasaba en California, vino la debacle: los estudios Solax se incendiaron.

Hacia 1920, con dos hijos y muchas deudas, Guy-Blaché debió reiniciar su vida prácticamente desde cero y retornó a Francia, donde pocos la recordaban.

Hoy, la directora Pamela B. Green y Jodie Foster buscan difundir su obra. La actriz conversó con La Tercera Domingo sobre ella.

¿Cuándo se involucró en la película?

Debe haber sido hace 10 años atrás cuando me convocó Pamela B. Green. Ella es una luchadora y se la pasó todos estos años descubriendo nuevos secretos sobre Alice Guy-Blaché.

Alice Guy-Blaché, al centro de la imagen, en el rodaje de su película La vie du Christ (1906), una de sus obras más ambiciosas, con más de 100 extras. Crédito: Société française de photographie.

En la película se ve que Henri Langlois, el fundador de la Cinemateca Francesa, no le da demasiada importancia a su figura. ¿Cómo se explica eso?

Simplemente la olvidaron. No respetaron sus obras o nunca le prestaron mucha atención. Debido a que Alice Guy-Blaché vivió muchos años, alcanzó hacia el final de su vida a que su nombre y su obra fuera considerados en algunos libros e investigaciones. Pero no vivió para ver como luego se la redescubriría y se pondría en valor su obra. Hoy incluso parece ser evidente que no sólo fue la primera mujer directora, sino que también la primera persona que dirigió un filme de ficción: La fée aux choux (El hada de los repollos), de 1896.

¿Hay algo en su carácter que le haya jugado en contra para ser olvidada?

Era una persona muy modesta consigo misma. Incluso creo que le faltó algo de confianza. Por ejemplo: si alguien le hubiera dicho directamente que era la mejor cineasta de la historia, probablemente ella habría respondido que no, y que solo amaba hacer películas. Pero por otro lado, en su época el mundo del cine era como el viejo oeste: ni siquiera se había inventado el concepto de director de cine, sino que había una persona encargada de hacer que las cosas funcionaran. Esa persona fue Alice. Le encantaba hacer ese trabajo, pero al mismo tiempo se llevaba muy bien con sus jefes. Después de todo, lo único que pidió durante el resto de su vida fue reconocimiento a lo que había hecho.

La realizadora Alice Guy-Blaché junto a su director asistente Wilbert Melville. Crédito: Anthony Slide.

¿En qué medida le afectó que los estudios se desplazaran de Nueva Jersey a California?

En ese tiempo no había otra opción. Si los estudios hubieran seguido en Nueva Jersey, en la costa este, habrían tenido que pagar por las patentes del cinematógrafo de Thomas Alva Edison. Irse a la costa oeste les proporcionó libertad. Así es como nació Hollywood. Creo que los problemas de Alice de cierta manera empezaron con su esposo (el inglés Herbert Blaché). El empezó a pedir más participación en el negocio fílmico que la propia Alice había desarrollado en Europa y al trasladarse a Estados Unidos, solicitó tener un lugar más destacado en la compañía Solax. Luego vino la separación matrimonial, él partió a la costa oeste, ella se quedó con los niños en Nueva Jersey e incluso Herbert presumió en California de qué había filmado las películas que en realidad había hecho Alice. Es más, la nueva pareja de él era una chica a la que Alice había dado antes su primer trabajo. Sabes, en las vidas de las mujeres a veces las tragedias tienen que ver directamente con las relaciones afectivas . Este es el caso, a mi juicio, de Alice Guy-Blaché. En los años 20, por lo demás, quedaba fuera de discusión que una mujer trabajara y se dedicar a los niños al mismo tiempo. Luego, ya en los años 40, en plena Segunda Guerra Mundial y sin dinero, se movió por toda Europa con su hija Simone.

¿Qué opina del lema “Be Natural” que colgaba en los estudios de Guy-Blaché?

Es su gran legado y la siento como una directa herencia en todo lo que yo hago. En los inicios del cine, todo estaba teñido de artificialidad, de teatro y de declamaciones. Había también bastante fantasía, como lo que hacía Georges Méliès, que por lo demás dio a Alice su primer trabajo. Por el contrario, a ella le interesaba la vida real. Eso determinó el estilo actoral que le pedía a quienes trabajaban en sus películas.

¿Tiene filmes favoritos de ella?

Me gusta su capacidad para innovar en sus películas. En 1912 hizo, por ejemplo, A fool and his money, el primer filme con un elenco afroamericano en EE.UU. También realizó obras que tocaron el aborto o la paternidad moderna, lo que es sorprendente para la época en que se rodaron. Y mi favorita es definitivamente Les résultats du féminisme (1906), donde hombres y mujeres intercambian sus roles. Los hombres se ponen a llorar y ellas no lo pueden creer, miran para el lado, luego los tratan de tranquilizar. Es increíble (risas). Eso demuestra que ella tenía un gran sentido del humor, una saludable ligereza y mucha valentía.

Escena de Playing With Fire, filme de 1916 producido por Alice Guy-Blaché y protagonizado por Olga Petrova. Crédito: Wisconsin Center for Film and Theater Research.

¿Cuando usted empezó a hacer películas veía mujeres en el set?

No, nunca. En mis inicios en los 70, tanto en cine como en televisión, nunca vi a ninguna mujer en el equipo técnico de los rodajes. A menos que fuera una actriz que interpretara a mi madre. O, a veces, en los departamentos de peluquería, maquillaje o supervisión de guión. Sin embargo, pude ir viendo a través del tiempo cómo las cosas cambiaban poco a poco. Me acuerdo haber estado en un rodaje con más de 100 hombres, sin que pudieran ver a sus esposas e hijos por cerca de un año. Eso no era normal. Era triste. De alguna manera todo fue cambiando cuando más mujeres se fueron incorporando en todos los departamentos técnicos. En cuánto a la dirección, creo que aún hay muy pocas mujeres. Tal vez es lo único que no ha cambiado tanto.

¿Se necesita especial confianza en sí misma para dirigir?

Sí. La personalidad de una líder. En la época de Alice Guy-Blaché, las mujeres eran consideradas simplemente ciudadanas de segunda clase y no estaban llamadas a ocupar ese rol. Nos tomó mucho tiempo lograr la confianza para considerarnos líderes. Ahora, afortunadamente, y después de haber recorrido un largo camino, existen grandes películas dirigidas por mujeres. Los estudios despertaron y comprendieron que tenemos un lugar importante y que queremos una voz en el cine. Aún así, hay un largo camino por recorrer. Sin ir más lejos, hay una película extraordinaria, Retrato de una mujer en llamas (de la francesa Céline Sciamma, Mejor guión en Cannes 2019), que creo debería ser exhibida en todas las escuelas de cine del mundo por los próximos cien años.

¿Ud. enfrentó muchos problemas al comenzar a dirigir?

Algunos, pero debo confesar que fui afortunada: ya llevaba varios años trabajando en el cine como actriz y conocía bien el terreno. Además tuve muchos “padres” artísticos que me conocían y que confiaron en mí. Tuve el privilegio que otras cineastas no.

Mejores que los padres artísticos de Alice Guy-Blaché.

Sí. Aunque ella creció al alero de una figura como el productor Léon Gaumont, que fue una buena persona, pero al mismo tiempo víctima de la ceguera de su tiempo hacia el talento de las mujeres. Le tenía aprecio, pero nunca dejó de verla como a una especie de secretaria con talento. Había un suerte de falta de respeto pasiva, un tranquilo desprecio hacia el trabajo de las mujeres.

Pamela B. Green, realizadora: “Nada nos detendrá en dar a conocer la obra de Alice Guy-Blaché”

La cineasta Pamela B. Green realizó Be Natural: The Untold Story of Alice Guy-Blaché, filme sobre la primera mujer directora que inaugurará el Femcine el 4 de agosto.

Con una experiencia en la industria del cine que se extiende por al menos 17 años, la realizadora Pamela B. Green explica que su documental Be natural: The untold story of Alice Guy-Blaché fue sólo posible gracias al esfuerzo colectivo y a la tenacidad de los involucrados.

“En un filme de este tipo, todo cuesta tiempo y dinero. Las investigaciones, las entrevistas, las restauraciones de las películas de Alice Guy-Blaché. Todo”, cuenta al teléfono desde Los Angeles.

También se refiere a los productores involucrados: “Al primero que le pedí colaboración fue a Robert Redford, que se demoró dos años en participar. Luego a Jodie Foster, quien inmediatamente me respondió y me dijo que contara con ella para la narración. Pasaron cinco años hasta que finalmente el filme estuvo en condiciones de ser narrado. Hugh Hefner también tardó un par de años en estar en la película”.

¿Cómo recibieron el filme en Francia ?

Es increíble, pero sólo hace un par de semanas se pudo estrenar allá. Gracias al esfuerzo de la distribuidora Splendor. Tengo la impresión de que en Francia no desean reescribir la historia: están todos estos grandes teatros y cines que llevan los nombres de Méliès, Lumière o Gaumont, pero no hay ninguno que se llame Guy-Blaché. Cuando recolectábamos dinero para hacer la película, hubo aportes de 3.840 personas y ninguna de ellas era de Francia. En Estados Unidos, fue al revés: todos estaban entusiasmados. Pero, bueno, al menos se estrenó en el país de nacimiento de Alice Guy-Blaché. Por nuestra parte, nada nos detendrá en la tarea de dar a conocer su obra en todo el mundo.