Los cines chilenos se alistan para un escenario inédito
Con nuevos protocolos y prohibición de vender alimentos las salas se preparan para volver. La gran incógnita sigue siendo qué películas se podrán estrenar.
Entre las cifras de Toy story 4 y las de la última versión de El rey león, la cartelera chilena tuvo buenos motivos para celebrar a mediados de 2019. Una dominó los cines a partir de junio y la otra debutó un mes después, en plenas vacaciones de invierno, logrando tal éxito que finalizaron como dos de las tres películas más vistas del año en el circuito nacional, y quedando incluso dentro del podio histórico de las salas del país. Fue el broche de oro para un sector que había aumentado en público consistentemente desde 2007.
Un año después no hay nada que amerite festejos en la industria local. Tras más de cuatro meses sin poder abrir y con el periodo de vacaciones de mitad de año ya perdido, los cálculos se mueven entre el pesimismo y la incertidumbre. Proporcionalmente, y tomando como ejemplo 2019 (año récord con 29,5 millones de espectadores, pese al estallido social de octubre), de marzo pasado hasta este mes los cines deberían haber recibido a casi 10 millones de asistentes. La realidad es que por la pandemia esas cifras se redujeron a cero.
Con números rojos a cuestas, las salas se preparan para la reapertura una vez que la autoridad lo avale. Un regreso que aún no tiene fecha clara pero que se ve más cercano que en marzo. Entre las medidas a las que deberán ceñirse están el uso permanente de mascarillas, la capacitación de sus trabajadores, dispensadores de alcohol gel, horarios escalonados, venta de entradas vía online y aforo limitado. También la prohibición de la venta de alimentos, “ya que el comer implica el retiro de la mascarilla y con esto aumentar los factores de riesgo de transmisión”, explica el protocolo del Ministerio de Economía.
En específico, se indica que a partir de la fase 4 del plan Paso a Paso está permitido el funcionamiento con el 25% de capacidad de la sala y en la siguiente con un 75%. Respecto a la primera etapa hay dudas importantes en el sector local, que anticipa difícil lograr retomar con sólo un cuarto de los asientos disponibles y además sin poder vender cabritas, bebidas y el resto de las opciones que incluye la confitería, clave en sus ingresos.
Ese resquemor es fuerte entre las grandes cadenas pero también implica a complejos como El Biógrafo, que no tiene venta de alimentos. “Lo más probable es que abramos un par de días para probar cómo funciona, (pero) no es tan rentable con el 25%. Tampoco vamos a abrir directo con el 75% sin haber probado primero una marcha blanca”, señala Carolina González, encargada de comunicaciones de la sala ubicada en barrio Lastarria, quien adelanta que la platea del recinto estará cerrada en un comienzo. “Vamos a funcionar con una capacidad baja en un inicio, hasta ver cómo ir escalando en esta desescalada”, añade.
Más amplio en su aforo, con 650 butacas, el Cine Arte Normandie está dispuesto a operar con un cuarto de sus asientos y tomando las medidas correspondientes una vez Santiago Centro eventualmente llegue a la fase 4. Desde ese lugar, de hecho, prevalece otra complejidad: la oferta de cintas a ofrecer después de meses de postergaciones y cancelaciones de títulos.
“No nos afecta no poder vender comida. Lo que más nos podría afectar sería que las compañías distribuidoras reactiven su funcionamiento y podamos tener acceso a los derechos de exhibición de películas, sin eso no podemos funcionar”, indica Scarlett Bozzo, gestora cultural del Normandie.
La cartelera de ese espacio mezcla producciones de gran arrastre, como Joker y Bohemian Rhapsody, con reestrenos y filmes de autor. Una cinta que se podría haber acomodado bien en su selección es La crónica francesa, lo nuevo de Wes Anderson, que incluso tenía fecha en Chile (22 de octubre). Eso hasta que la semana pasada Fox la sacó de su calendario de este año en todo el mundo, al igual que ocurrió con blockbusters como Mulán y la secuela de Top gun.
“A las compañías distribuidoras no les va a interesar poner sus películas en pocas salas, a las distribuidoras pequeñas sí, pero nuestra programación siempre combina”, plantea Bozzo, ilustrando un escenario difícil de resolver y que golpea a las grandes cadenas y a la industria global: sin títulos nuevos de peso en el horizonte es complejo que cines que llevan meses cerrados planeen una reapertura a capacidad limitada, mientras los estudios se muestran reticentes a estrenar en un contexto donde las pérdidas son más que probables.
Bajo estas nuevas reglas, el regreso se ha concretado parcialmente en Europa, Asia e incluso una decena de estados en México, apostando por clásicos, cintas de mediana convocatoria o filmes que estaban en cartelera al momento del cierre, aunque sin todavía recibir el debut de una superproducción.
Luego de varios cambios de fecha e incluso pasar algunos días fuera del calendario 2020, Tenet se podría transformar en la primera. Según confirmó ayer Warner Bros., la nueva película de Christopher Nolan llegará a cerca de 70 países entre el 26 y 28 de agosto (Latinoamérica sigue a la espera), para luego, el 3 de septiembre, arribar a algunas ciudades de EE.UU. Un despliegue muy distinto al estreno simultáneo que planificaba el estudio.
La estrategia de la cinta de todas formas parece más una primera prueba que la nueva regla de la industria, que aún ve bajo amenaza la permanencia durante este año de títulos esperados de Hollywood como Mujer Maravilla 1984, Black Widow, Dune y la nueva James Bond, Sin tiempo para morir, fijadas por ahora entre octubre y diciembre en Chile y el mundo.
“Los más flexibles para estrenar van a ser las distribuidoras independientes, porque son los que compran el producto y ellos deciden cuándo sacarlo”, plantea Carolina González, abriendo la puerta en cines locales a producciones más modestas o no estadounidenses que de golpe se podrían transformar en protagonistas relevantes de la reanimación del negocio.
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